Se recomienda no leer este artículo a todo aquel que tenga apalabrada su boda para los próximos meses. Los divorcios están de moda. En España, el 56% de los matrimonios terminan en separación. Cada año se producen más de 100.000 rupturas en nuestro país, o, lo que es lo mismo, se disuelve un matrimonio cada cinco minutos, según datos del Instituto de Política Familiar (IPF). Las separaciones familiares aumentan y septiembre es uno de los meses de temporada alta. “Al final del verano se produce un repunte del 10% de divorcios. Es algo que sucede después de cada periodo vacacional, pero que se acentúa en septiembre y octubre”, expone a Consumidor Global la abogada matrimonialista Mari Carmen Castellano.
Por suerte, en muchos casos la separación ha dejado de ser una tragedia al más puro estilo Bridget Jones comiendo helado en el sofá para convertirse en una nueva etapa del ciclo vital que algunos, en una tradición heredada de Estados Unidos, celebran por todo lo alto para dar la bienvenida a la soltería. En los últimos años “hemos visto un incremento en la solicitud de fiestas para conmemorar el nuevo estado civil separado”, aseguran desde la página web Espectáculos Vértigo, que ofrece este tipo de servicios porque divorciarse “ya no es sinónimo de fracaso, sino de liberación”.
Las despedidas de casados
Como hoy en día cualquier excusa es buena para montar una fiesta, España ha importado --también de Estados Unidos-- las babyshowers y las gender parties, celebraciones en las que los protagonistas son los globos rosas, la cursilería y un buen picoteo, pero también ha adoptado las fiestas de divorcio, que con la llegada de la pandemia “se han reinventado”, apunta Luis Sánchez, responsable de Central Fiestas y Planazzo Madrid, empresas que organizan este tipo de eventos.
Si antes de la llegada del Covid una cena erótica y un espectáculo de striptease masculino con barra libre eran los planes más buscados para las fiestas de recién separadas, ahora “son más íntimas y especiales”, explica Sánchez, quien asegura que los planes que tienen más éxito entre las divorciadas son la estancia de un fin de semana con actividades en las cabañas del Poblado medieval (Salamanca) y el paseo en limusina --150 euros la hora de trayecto con cava y vino azul--, tomar algo en la terraza con vistas panorámicas del Riu Plaza España y después una cena tranquila. “Los hay que alquilan un barco y lo decoran. Otros prefieren una casa rural con piscina y hacer alguna gincana. Es parecido a una despedida de soltero normal”, explica Ana Moyano, cuya empresa de eventos, Sol & Luna, organiza fiestas de cumpleaños y bodas, pero también tiene un hueco para las fiestas de divorcio.
¿Quién celebra una fiesta de divorcio?
Desde Central Fiestas y Planazzo Madrid aseguran que entre sus clientes hay más mujeres que hombres. “Sobre todo son mujeres de entre 35 y 45 años que suelen venir en grupos reducidos formados por un par de familiares y dos o tres amigas de la divorciada”, concreta Sánchez, quien explica que los hombres recién separados apenas reservan sus actividades porque buscan más la típica fiesta subida de tono.
“O es la persona que ha decidido romper el matrimonio o son los amigos de la pareja dejada que la invitan a divertirse y vivir la vida”, apunta Moyano sobre el perfil de cliente que contrata este tipo de servicios. “Las amigas sorprenden a la separada en el trabajo y la suben a una limusina para darle una alegría tras la ruptura”, sentencia Sánchez.
El traje de divorciada
Para convertir el divorcio en una auténtica fiesta, el outfit y los complementos importan. Hace unos años, el diseñador Nicolás Aujula creó el traje de divorciada, que nada tiene que ver con el de la boda. Es de una elegante seda verde --símbolo de la esperanza-- y es un canto a la alegría.
Por supuesto, tampoco pueden faltar bandas, tiaras y todo tipo de complementos, objetos decorativos y pastelitos típicos de una fiesta de divorcio. Se pueden comprar en Amazon y son casi idénticos a los de las despedidas de soltero o las bodas, pero con mensajes opuestos: ¡Just divorced!