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Boga-Boga, el restaurante cántabro al que es imposible no volver

Esta popular casa de comidas de San Vicente de la Barquera enamora al comensal con sus pescados y mariscos frescos y el trato cálido de la familia Gutiérrez Santovenia

Teo Camino

Un plato de marisco del restaurante Boga-Boga de San Vicente de la Barquera / BOGA-BOGA

En el número 10 de la Plaza Mayor del Fuero de San Vicente de la Barquera (Cantabria), bajo los soportales, se esconde uno de los mejores restaurantes de España. Puede que no tenga tres estrellas Michelin, que sus platos carezcan (gracias a Dios) de esferificaciones rimbombantes y que los camareros no se paseen arriba y abajo con un recogemigas. Pero el Boga-Boga tiene alma.

La historia de esta popular casa de comidas empieza la tarde del 19 de marzo de 1963, el día en que Josefina Arabaolaza ‘Finuchi’ y Jesús Santovenia 'Chucho' decidieron invertir todos sus ahorros en la apertura de un modesto establecimiento que fuera capaz de trasladar los sabores del Cantábrico a sus comensales. "Compramos 150 kilos de percebes y los dábamos en un cucurucho de papel", solía recordar Josefina cuando este cronista acudía a cenar junto a su padre a la terraza del Boga durante los veranos de los primeros noventa. 

Boga-Boga, un histórico de Cantabria

En 2024, más de sesenta años después, el Boga-Boga se ha convertido en un histórico de Cantabria gracias a la unión de la familia Gutiérrez Santovenia, que ha sabido mantener esa cocina tradicional, basada en productos del mar de primera calidad, que encumbró a Chucho.

Algunos de los miembros de la familia del Boga Boga junto a los manjares de la casa FACEBOOK

¿Las especialidades de la casa? Marmita de bogavante, sorropotún y bocartes (en temporada), almejas a la sartén y merluza de anzuelo. "Tenemos una carta base fija, pero siempre incorporamos algún nuevo plato", expone Antonio Gutiérrez ‘Toñín’, el yerno de Chucho, madridista y gran conversador, actualmente al frente del negocio junto al resto de la familia.

Lo mejor de la lonja a la mesa

A las siete de la mañana, justo después del desembarco, Toñín se acerca al puerto de San Vicente y selecciona lo mejor de la lonja. Cabracho, rodaballo salvaje, lubina, merluza, langostas, centollos, cigalas y bogavantes. La mejor materia prima del Cantábrico.

El vivero del Boga-Boga / FACEBOOK

Los mariscos descansan en el vivero que hay junto a la entrada del restaurante; los pescados van directamente a cocina, donde Jesús Gutiérrez Santovenia, el nieto de Chucho, los limpia y los cocina con maestría y sin estridencias, a la plancha, con su fritada de ajo. Antonio, su hermano, junto a Mayte y Chuchín, se encargan de llevar los sabores del Cantábrico a la mesa con una sonrisa e historias que contar.

El restaurante al que es imposible no volver

Así, gracias al buen hacer y a la calidez de la familia del Boga-Boga, llegan los premios, como el Solete de la Guía Repsol de 2021, y la clientela se vuelve fiel. Porque, aunque pasen los años, uno siempre vuelve a esta preciosa villa marinera de Cantabria y se detiene en el Boga. 

Antonio, mi amigo de la infancia, con el que pescábamos pulpos en el muelle de San Vicente, llega con la merluza a la romana, y muy pronto me llevo un pedazo de carne a los labios. En ese instante, el suave sabor del pescado rebozado, jugoso y crujiente, en el paladar, despierta un recuerdo que creía olvidado. Y me sumerjo en el recuerdo de aquella noche de verano, En busca del tiempo perdido, contigo.