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Catar los mejores vinos y acabar en un globo: las bodegas ya no son aburridas
El enoturismo es un fenómeno en auge que va mucho más allá de la degustación y ofrece infinidad de experiencias alrededor del vino
Un buen sorbo de vino y de aire fresco. Los últimos rayos de sol se filtran entre las infinitas hileras de vides y aportan un tono amarillento que da calidez a la escena. La banda sonora no puede ser más acertada: las hojas de 60 hectáreas de viñedos estremeciéndose con el suave roce de la brisa y una voz querida. Es el momento de acercarse a un pequeño food truck, recoger un par de tapas y regresar a una de las cuatro mesas que hay en el mirador de la Finca Viladellops, una bodega ubicada en el macizo del Garraf --a 40 minutos de Barcelona-- que también ofrece alojamiento y diferentes maneras de acercarse al mundo del vino.
“El enoturismo está en auge porque ya no sólo incluye la visita a la bodega, sino que consiste en acercar el vino al consumidor a través de fórmulas novedosas y atractivas como dar un paseo a caballo entre viñedos”, expone a Consumidor Global José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino. Por ello, gran parte de las 4.300 bodegas que hay repartidas por toda España se han puesto manos a la obra para aprovechar el enorme potencial de este tipo de turismo que mezcla la cultura del vino con todo tipo de experiencias de lo más sugerentes y atrevidas.
Ir de cata y acabar volando
Desayunar rodeado de unas viñas majestuosas, visitar la bodega, catar sus mejores vinos y sobrevolar el Penedés en globo durante una hora y media cuesta 153 euros y es necesario reservar con un par de semanas de antelación para un mínimo de ocho personas. Se trata de uno de los packs más atractivos que ofrece la Bodega Jean Leon, ubicada a 15 minutos en coche de Vilafranca del Penedés. Pero en la ruta del vino de Ribera del Duero también tienen una oferta similar que incluye cata, cena, vuelo en globo y alojamiento por 275 euros. Y Bodegas Muga incluye un vuelo más almuerzo tradicional riojano por 170 euros. “El vino siempre es el hilo conductor, pero puedes maridarlo con campos de golf, con un vuelo en parapente y con todo tipo de experiencias turísticas. Vendemos el territorio”, explica Rosa Melchor, presidenta de Rutas del Vino de España.
En nuestro país hay 949.565 hectáreas de viñedo, y muchas bodegas ofrecen la posibilidad de recorrerlas a caballo, en segway, en bicicleta o en patinete eléctrico. También es posible hacer un vino propio con diferentes variedades de uva en las bodegas madrileñas Licinia Wines y El Regajal, entre otras, por un precio que va de los 22 euros a los 50. Algunas, incluso, ofrecen la posibilidad de embotellar dicho vino, personalizar la etiqueta y llevárselo a casa. “Se trata de contratar una experiencia de enoturismo y pasar un fin de semana con todo tipo de actividades incluidas, comidas y alojamiento por unos 300 y 400 euros”, apunta Melchor. Este precio, sin embargo, no es apto para todos los bolsillos, aunque la opción de montarse una ruta alternativa más económica siempre está disponible.
El autobús del vino
A la hora de hacer una cata la logística es un aspecto importante a tener en cuenta. Buscar una bodega que cuente con alojamiento o con un servicio de minibuses o taxis suele ser un requisito imprescindible para muchos turistas. “Casi todas las rutas del vino de España ofrecen la posibilidad de ir al destino en coche, aparcarlo y subirse a un autobús con el que visitar dos o tres bodegas”, explican desde Rutas del Vino.
Somontano (Huesca), por ejemplo, cuenta con un autobús del vino que permite visitar las Bodegas Lalanne, Sommos y Colegiata de Alquézar por 32 euros. La Ruta del Vino Utiel Requena (Valencia) y la de Campo de Cariñena, entre otras, ofrecen un servicio parecido. Madrid y Barcelona también cuentan con diferentes rutas para desplazarse hasta las bodegas sin necesidad de tocar el coche, algo imprescindible para muchos clientes.
Una oferta enogastronómica que no deja de crecer
“Las catas funcionan muy bien desde hace un par de años, pero después teníamos que enviar a los clientes a comer a otro lado y se acordaban más del restaurante que de la bodega”, explica a este medio María José Dalmau, responsable de enoturismo de la bodega Finca Viladellops (Garraf). “Ahora tenemos un acuerdo con el Gat Blau de Vilafranca y nos traen un wine bar los sábados y los domingos”, añade Dalmau, quien asegura que la idea de poder comer en el jardín ha calado muy bien entre el público.
La Bodega Torelló del Penedés ofrece todos los sábados de junio un pack que incluye visita a la bodega y barbacoa con espumosos y vinos por 55 euros. En julio, chefs de restaurantes de Barcelona como el Botafumeiro, el Mordisco o el Pinocho de la Boquería se desplazan a la masía Can Martí de Torelló para ofrecer unos maridajes que van de los 65 a los 110 euros. “Nos hemos dado cuenta de que tenemos que hacer restauración. Tenemos unos espacios espectaculares y faltaba explotarlos más”, apuntan desde esta bodega.
Madrid también descorcha
Las de Jerez, Ribera del Duero y Penedés son las bodegas más visitadas de las asociadas a las Rutas del Vino de España, que están formadas por 32 itinerarios distintos. La última en añadirse ha sido la de Madrid --en noviembre de 2020--. “Desde nuestra adhesión hemos tenido muchas visitas. Las bodegas están casi llenas”, exponen desde la Ruta del Vino de Madrid, que cuenta con 23 bodegas.
“Hemos recibido el apoyo tanto del Ayuntamiento como de la Comunidad y estamos en pleno auge”, añaden desde la organización. Las visitas incluyen paseos a caballo entre viñedos, pisada de uva, ver las estrellas mientras se cata un buen vino y un sinfín de alternativas. “Hacemos exposiciones, conciertos de jazz y todo tipo de actividades relacionadas con el vino”, explica Jesús Peral Fernández, propietario de Bodegas Peral. La visita a estos vinicultores cuesta 10 euros e incluye una cata y un paseo por una antigua cueva excavada a pico y pala en la que guardan sus mejores caldos.
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