Suena a todo volumen Me maten de C. Tangana y por momentos parece que la sala se vaya a venir abajo. “Las cosas que mi gente quiere son las cosas que siempre hе querido… Una copita pa’ brindar y otras dos pa’ los dos que vienen contigo”, cantan al unísono varios centenares de siluetas que danzan en la oscuridad. Esta escena, el último paso hacia la ansiada nueva normalidad, se vivirá con intensidad durante la madrugada del 21 de junio, una fecha marcada en rojo por millones de jóvenes españoles. Las discotecas abren sus puertas.
Después de 15 meses de silencio, los altavoces del ocio nocturno volverán a temblar el lunes en Madrid, Cataluña, Castilla-La Mancha y Extremadura --en otras comunidades ya están abiertas-- con algunas diferencias en lo que a restricciones se refiere. Mientras en la capital no estará permitido utilizar la pista de baile --sólo en exteriores--, en la Ciudad Condal sí se podrá mover el esqueleto en interiores hasta las 3:30 horas, pero con mascarilla y con una distancia de seguridad de metro y medio. “Agradecemos la valentía y complicidad a la hora de la reapertura, pero la distancia de seguridad en la pista de baile es algo imposible de controlar. Necesitarías una persona de seguridad para cada cliente”, expone a Consumidor Global Joaquim Boadas, secretario general de la patronal catalana del ocio nocturno Fecasarm. A priori, siempre y cuando se respeten las normas, el riesgo de contagio no parece alarmante. Sin embargo, beber alcohol y bailar con la mascarilla puesta sí puede resultar peligroso.
Baile y mascarilla no son buenos amigos
Fruto de la emoción del momento y de la ingesta de alcohol, muchas personas se lanzarán a las pistas de baile como si no hubiera un mañana, algo que comporta algunos riesgos que hay que tener en cuenta, pues hacer ejercicio con la mascarilla puesta es contraproducente para la salud. De hecho, según un estudio de la Unidad de Medicina y Deporte de la Generalitat de Cataluña, “el uso de mascarillas durante un ejercicio corto e intenso disminuye el oxígeno en el 3,7 % y aumenta la concentración de CO2 en un 20 %”.
En la misma línea, Mar Blanco Rogel, farmacéutica y profesora del máster universitario de alimentación en la actividad física y el deporte de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), advierte que con la mascarilla “se restringe la entrada de oxígeno y se acumula más CO2, lo que dificulta el intercambio de gases y puede llevar a un estado hipóxico --cuando no llega suficiente oxígeno al cerebro-- si se está haciendo un ejercicio vigoroso”. Cualquier persona con alguna patología como asma, hiperventilación, alteración cardiovascular o sobrepeso tendrá más posibilidades de sufrir alguna alteración al realizar un sobreesfuerzo con la mascarilla, añade la experta.
Otros riesgos
“Con el uso de la mascarilla aumenta la carga bacteriana y, si a eso le sumamos el sudor y la humedad, el acné y las alergias dérmicas se dispararán”, apunta Blanco.
Además, como es lógico, en un sitio cerrado el ambiente está mucho más cargado, por lo que hacer un ejercicio excesivo con la mascarilla puesta en estas condiciones puede llegar a provocar una disnea --sensación de ahogo--, advierte la experta, quien aconseja que siempre será mejor bailar en un local profesional de baile en el que se mantenga un control.
Una pésima combinación
Bailar con la mascarilla puesta tras haber ingerido alcohol es sin duda la peor de las combinaciones. “Según la cantidad de alcohol ingerido, puede provocar una alteración del control motor, reacciones lentas, inestabilidad, desequilibrios e incluso eventos cardiovasculares”, advierte Blanco, quien añade que si a esto le sumas la restricción de la entrada de aire y el sudor las posibilidades de tener alguna alteración como mareos, dolores de cabeza, malestar general e incluso alteraciones cardiovasculares aumentan.
Finalmente, la experta recuerda que el consumo excesivo de alcohol en un corto periodo de tiempo también puede provocar arritmias, o lo que se conoce como síndrome del corazón festivo o holiday heart. Sin embargo, Blanco habla de casos extremos. “Por tomarse una cerveza y pegarse un bailoteo con mascarilla no pasa nada”, sentencia.