Cultivar tomates, pimientos, pepinos, lechugas, berenjenas, melones o sandías en el corazón de las ciudades es una tendencia en auge. Y es que, si ya de por sí los huertos urbanos están cada vez más cotizados, ahora, con una inflación que ha disparado los precios de los alimentos, muchos son los consumidores que quieren hacerse con una parcela y destinarla al cultivo de frutas y hortalizas, con el fin de darle un respiro a ese bolsillo al que no paran de salirle agujeros. Pero, ¿se puede hacer negocio con los cultivos comunitarios? Esto es lo que tienes que hacer para vender, de manera legal, tus productos.
“La mayoría que siembra en una de estas parcelas urbanas destinadas al cultivo de plantas hortícolas, que tienen como base la agricultura ecológica, lo hace por ocio o de forma terapéutica”, cuenta a Consumidor Global David Lagares, especialista en huertos urbanos e impulsor del proyecto La Huertoteca, dedicado a la instalación de estos cultivos dentro de la ciudad. Sin embargo, pese a que las producciones no tienen como destino ni la industria de la transformación ni la gran distribución (cadenas de supermercados, grandes superficies, etc.), en ocasiones sí tiene cabida la venta en tiendas de barrio o mercados locales.
La comercialización de productos
“Hay una norma reciente que ha modificado esta posibilidad de venta. El Real Decreto 1086/2020, por el que se regulan y flexibilizan determinadas condiciones de aplicación de las disposiciones de la Unión Europea en materia de higiene de la producción y comercialización de los productos alimenticios”, informa Beatriz Robles, divulgadora científica sobre alimentación. “Esto hace referencia también a los huertos urbanos, donde los agricultores que deseen vender sus productos estarán amparados bajo esta normativa, aunque deberán cumplir las normas generales de higiene de los productos alimenticios que establece el reglamento 852/2004”, subraya.
“La normativa tributaria entiende que toda actividad comercial debe ser cobrada con su IVA y por tanto declarada ante Hacienda. Sin embargo, esto es como todo, puedes llegar a un acuerdo con tu vecino o amigo a la hora de venderles tus tomates, por ejemplo”, señala la abogada María Lirio.
Venderlos como productos ecológicos
Por otro lado, tal y como especifica Lagares, para vender estos alimentos como ecológicos deben primero tener el certificado que lo acredite, que está reglamentado en el Decreto 2018/848 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de mayo de 2018, sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos.
Tras el aplazamiento de su aplicación por un año, la nueva legislación europea sobre producción ecológica está en vigor desde el 1 de enero de 2022. La Comisión Europea pretende que esta “nueva normativa refleje la evolución de este sector en rápido crecimiento para garantizar una competencia leal para los agricultores y, al mismo tiempo, evitar el fraude y mantener la confianza de los consumidores”.
Las ventas se cuelan por Milanuncios o Wallapop
Los productos que nacen de este tipo de huertos, caracterizados por tener unas zonas comunes para que todos los participantes del proyecto puedan utilizar una serie de infraestructuras comunitarias que faciliten las labores agrarias también pueden colarse por portales no especializados como Milanuncios o Wallapop, donde tanto compradores como vendedores realizan transacciones a diario.”Los requisitos legales de los negocios online son iguales a los negocios convencionales. Estos pasan por tener la posibilidad de emitir facturas, identificar el negocio, ofrecer sistema de reclamaciones, tener en cuenta la ley de protección de datos, entre otros requisitos”, resalta Lirio.
En concreto, un usuario vende por 5 euros una planta de tomates de “cosecha propia ecológica” por Milanuncios. Mientras, por Wallapop se puede encontrar tomates de colgar, –que se recolectan más o menos a los tres meses después de la siembra– por 7,40 euros. Eso sí, según la información de la publicación, estos últimos cuentan con el certificado Ecológico: ES-ECO-003-AN.
Más productos ecológicos
En España, se ha pasado de los 1.000 huertos sociales o comunitarios en zonas urbanas en el 2000 a los más de 20.000 que hay actualmente. “Los cultivos urbanos están en pleno auge porque los consumidores tienen mucho más interés por los productos ecológicos”, explica Álvaro Barrera, presidente de Ecovalia, la asociación profesional española de la producción ecológica.
La pandemia del Covid-19 ha impulsado el crecimiento de los productos ecológicos hasta un 17 % más. Asimismo, España se sitúa en el podio de los tres países con mayor superficie ecológica a nivel mundial, con 2,4 millones de hectáreas, por detrás de Australia y Argentina, según el informe anual de la producción ecológica en el año 2021, elaborado por Ecovalia.
Vender no es el principal objetivo
Los huertos urbanos funcionan en su mayoría gracias a los convenios que establecen las autoridades locales con una o varias personas para su explotación. “En la ciudad de Madrid dentro de los diferentes programas municipales tenemos más de 300 huertos urbanos, destacando especialmente los 54 huertos urbanos comunitarios, los 221 de la red de huertos escolares sostenibles y los 40 huertos en centros municipales. Además de estos también hay cultivos actualmente gestionados por alguna junta de distrito”, informan a Consumidor Global desde el Ayuntamiento de Madrid.
“El objetivo principal de las personas que participan en los huertos dentro de las zonas urbanas no es vender los productos que cultivan. Se reparten entre la gente que está involucrada y en alguna ocasión se donan”, destacan desde la municipalidad. Sin embargo, la coyuntura económica actual está provocando que muchos de ellos decidan vender sus cultivos para continuar subsistiendo.