Amazon y Glovo lo han vuelto a hacer. Una vez más, ambas compañías se han coronado como las que peor tratan a sus empleados y han recibido multas de cientos de millones de euros por ello. Pero los consumidores, como anestesiados, siguen confiando en ellas. ¿Nos hemos vuelto insensibles a los problemas de los demás?
Multa de 32 millones a Amazon por el brutal control sobre sus empleados y Multa a Glovo por incumplir la ley rider al emplear a 49 repartidores como falsos autónomos son titulares (y realidades) que han aparecido en todos los medios en los últimos días. La vulneración de derechos de los trabajadores por parte de estas dos empresas es flagrante y continuada. ¿Volveremos a darle la espalda a esta variante moderna de la explotación laboral o buscaremos alternativas más respetuosas con los seres humanos?
Amazon y Glovo: la historia interminable
Glovo suma más de 205 millones de euros en multas en España por emplear a falsos autónomos y por el "trabajo irregular de personas extranjeras sin el correspondiente permiso de trabajo", según declaraciones de la delegación de Trabajo y Seguridad Social en Madrid.
Por su parte, Amazon es la campeona de las sanciones y cuenta en su haber con cientos de millones en multas pagadas en Italia, España, Estados Unidos... y ahora en Francia, donde la Comisión Nacional de la Informática y las Libertades (CNIL), la agencia de protección de datos francesa, ha impuesto una sanción de 32 millones de euros a Amazon France Logistique (AFL) por establecer un sistema "excesivamente intrusivo" para controlar la actividad y el rendimiento de los empleados.
La reacción del consumidor a las prácticas abusivas
"Aunque en un momento dado podamos salir a la calle a manifestarnos contra las prácticas abusivas de las empresas, si ello no nos afecta en lo particular, lo olvidamos rápidamente", expone a este medio la consultora y formadora en marketing digital Neus Soler.
"Necesitamos un producto y lo compramos donde más nos interesa sin pensar lo que hay detrás. Somos una sociedad individualista y poco empática", añade.
Multas y olvidos
"El consumidor, o tiene memoria selectiva, o solo valora lo que necesita", coincide el director del máster en Comercio y Finanzas internacionales de la Universitat de Barcelona (UB) Emili Vizuete.
En el pasado, "Nike, Zara y un largo etcétera se enfrentaron a casos similares. El consumidor se informa y se escandaliza, pero luego resetea porque entiende que, si la plataforma sigue operando, es porque habrá pagado la multa y ahora lo hará bien...", añade el experto.
La última palabra
Lo grave del asunto es que no es la primera vez. Tanto Amazon como Glovo son reincidentes y lo más probable es que lleguen sanciones similares en un futuro cercano.
Pedir que te traigan la cena o un libro a la puerta de casa, en el menor tiempo posible y a un precio realmente económico, es lícito y muy cómodo, pero no todo vale.
El consumidor tiene la última palabra.
La postura de la empresa de Jeff Bezos
Lejos de aceptar la culpa y hacer autocrítica, desde Amazon trasladan a Consumidor Global su postura respecto a la reciente sanción impuesta por la Comisión Nacional de la Informática y las Libertades (CNIL) tras realizar las investigaciones pertinentes y recoger las quejas de los trabajadores.
"Estamos totalmente en desacuerdo con las conclusiones de la CNIL, que son objetivamente incorrectas, y nos reservamos el derecho a presentar un recurso. Los sistemas de gestión de almacenes son estándar en la industria y son necesarios para garantizar la seguridad, calidad y eficiencia de las operaciones y para realizar un seguimiento del almacenamiento del inventario y el procesamiento de los paquetes a tiempo y en línea con las expectativas del cliente", exponen fuentes de la empresa de Jeff Bezos a este medio.