Existen diez normas recogidas en diversos reglamentos que todo festival de música debería acatar pero que se vulneran año tras año. Hay bastantes casos conocidos y recientes en los que estos mandamientos legales se han visto vulnerados, como la súbita cancelación de citas como Diversity en Valencia o Madrid Puro Reggaetón.
Por su parte, Facua ya ha denunciado algunos de estos casos y ha puesto en conocimiento de los consumidores lo que deben hacer. La más frecuente, señala esta organización, que este verano ha denunciado a más de una veintena de festivales por no permitir la entrada con comida ni bebida, entre ellos Low Festival de Benidorm o Starlite de Marbella (Málaga). Al no ser la hostelería su actividad principal, esta forma de ejercer el derecho de admisión resulta contraria a la legislación en materia de espectáculos públicos.
Cambios de ubicación sin derecho a reembolso
Asimismo, sucede que la multa impuesta suele compensar este quebranto de la ley. Por ejemplo, ha trascendido la apertura de expedientes de sanción por este motivo como el del Ayuntamiento de Sevilla al Festival Interestelar, pero por tan solo 12.000 euros.
Además, los festivales se saltan la norma al hacer cambios de ubicación sin derecho a reembolso, sea por el motivo que sea, por seguridad del espacio inicialmente escogido, porque la venta de entradas vaya tan bien que se busque un recinto más amplio o justo por lo contrario. De esta manera, según la organización, el usuario tiene derecho a recuperar el dinero de la entrada si no le gusta o le causa problemas desplazarse al nuevo lugar.
Cancelaciones sin que se compense a los afectados
También incumplen los derechos de los consumidores aquellos artistas que suspenden actuaciones sin que se compense a los afectados. Aunque los festivales a veces defienden que las cancelaciones singulares no son una modificación sustancial, ya que se mantiene la mayor parte de la programación. Se puede reclamar la devolución del importe de las entradas, así como una indemnización por los gastos derivados de alojamiento y transporte que no se vaya a usar.
Vinculada a los dos puntos anteriores, se recuerda que el hecho de que el promotor no consiga los permisos necesarios para su celebración no le exime de devolver el dinero, incluso aun cuando convoque una nueva fecha, ya que esta es una modificación sustancial de las condiciones de contrato.
Limitar el plazo para devoluciones
Hay leyes autónomicas que fijan plazos para la devolución, pero no el de los usuarios para reclamar, como el caso de Madrid Puro Reggaetón. Sin una normativa específica, se aplica el que plantea el Código Civil para incumplimientos contractuales: 5 años.
Por otro lado, a partir de la Ley General para la Defensa de Consumidores y Usuario. Para la organización, el truco de imponer que las compras en los recintos de los festivales se realicen exclusivamente a través de una pulserita cashless que previamente hay que adquirir y cargar con dinero es una práctica ilegal.
Saturación de las colas
Estos festivales, también aprovechan para cobrar por recuperar el dinero remanente en las pulseras "cashless". El Mad Cool reclamaba 1,5 euros por esta gestión que debía solicitarse en el plazo de no más de 10 días y que le ha valido una denuncia.
También, la inexistencia de una operativa en condiciones para garantizar que no se provoquen tapones en el acceso al recinto puede derivar en que muchos se pierdan parte del evento, algo por lo que podría reclamarse la devolución de un porcentaje del importe de la entrada, como conciertos como el de Mark Anthony en Madrid el pasado mes de junio.
Exceso de aforo
Los festivales también incumplen la norma al finalizar su celebración a mitad del evento. Lo mismo sucedería en el caso de que el festival concluya antes de tiempo.
Por último, a las reclamaciones de reembolso en función de la gravedad de los hechos, desde la organización de consumidores afirman que también podrían solicitarse indemnizaciones por daños morales, especialmente en casos como el del concierto de Morad en Torre del Mar en julio, en el que las aglomeraciones derivaron en actos vandálicos y ataques de ansiedad.