Las embarcaciones capitaneadas por el grupo Balfegó capturaron este verano un total de 2.830 toneladas de atún rojo salvaje (Thunnus thynnus) a su paso por el Mediterráneo. Acto seguido, trasladaron a los peces en piscinas acuícolas móviles hasta las jaulas marinas de su macrogranja, ubicada frente a l'Ametlla de Mar (Tarragona), donde los engordan, durante un par de años, hasta que alcanzan el peso deseado para sacarles la máxima rentabilidad.
El problema es que, desde la antigüedad, se sabe que el atún es un pez migratorio capaz de desovar en el Mediterráneo y viajar después a Islandia, Noruega o América del Norte en 50 días y 50 noches, por lo que “sufren lo indecible al estar encerrados en jaulas”, expone a este medio la directora del departamento de acuicultura de Equalia, Míriam Martínez.
Del océano a la jaula
Mientras Balfegó presume de ser “la compañía líder mundial” en captura, alimentación y comercialización del atún rojo, desde la oenegé animalista aseguran que dicha macrogranja “tiene problemas evidentes de bienestar animal”. El problema es que el atún rojo es un animal salvaje al que tienen que capturar, y al meterlos en jaulas, aunque ellos las llaman piscinas, “viven un estrés y una frustración continua”, recalca Martínez, quien insiste en que, por su ciclo vital y por su comportamiento, “los atunes no pueden estar enjaulados”.
Solemos sentir más empatía por los mamíferos, pero la evidencia científica respecto al sufrimiento de los peces "es abrumadora", coincide el cofundador de Igualdad Animal, Javier Moreno, sobre el "hacinamiento" de los atunes en la macrogranja de Balfegó. Un hacinamiento que les causa "trastornos en su comportamiento", pudiendo desarrollar también "estereotipias y agresividad".
La alimentación
La empresa Balfegó, tal y como detalla en su propia página web, alimenta a los atunes que capturan con peces, principalmente arenques, anchoas, sardinas, jureles y caballas, y con crustáceos y cefalópodos.
Esta alimentación “es otra problemática, pues utilizan grandes cantidades de peces que podrían ir destinadas al consumo humano”, advierte Martínez en referencia a la sobrepesca que emplean para engordar rápidamente a miles de atunes que pueden llegar a pesar 200 kilogramos cada uno.
La macrogranja y la Administración
La macrogranja de atún rojo de Balfegó fue devastada en 2020 por el temporal Gloria, lo que supuso un desastre ambiental por el que la empresa tuvo que indemnizar al sector pesquero de la zona. Pese a ello, el Govern de la Generalitat prorrogó, sin concurso y de forma extraordinaria, la concesión de titularidad de la citada superinstalación de engorde que tiene la compañía en Tarragona hasta 2032, con posibilidad de prórrogas hasta 2077, según informó en su momento Crónica Global.
La Administración facilita la ampliación de la acuicultura “sin tener en cuenta que se expande sin control y sin pensar en el bienestar animal”, critican desde Equalia. “Es lo mismo que hemos visto y sufrido, desde hace años, con los cerdos y los pollos”, sentencia Martínez.