Nunca antes se habían alcanzado tantos orgasmos al día en el mundo. La tecnología, que todo lo invade, ha llegado a la sexualidad. A máximo rendimiento, el hiperdeportivo Rimac Nevera acelera de 0 a 100 en 1,85 segundos. Es el coche más rápido del mundo y es completamente eléctrico. Al máximo nivel de potencia, el Satisfyer 3 Pro es capaz de proporcionar un orgasmo de alta intensidad en menos de cinco segundos. Es el succionador más vendido del mundo y es completamente eléctrico. Ya nadie escribe cartas, y la tecnología reproductiva y el manejo de las emociones a través de las drogas están a la orden del día. ¿Hasta dónde llegará la cultura de la inmediatez?
El 2 de febrero de 1914 Charles Chaplin debutó en el cine mudo con el corto Making a Living. Cien años después, Womanizer lanzaba el primer succionador de clítoris. Desde entonces, la compra y el uso de juguetes sexuales se ha disparado y siete de cada diez dispositivos eróticos los adquieren mujeres. Ahora, las terapeutas sexuales empiezan a advertir en la consulta los efectos que puede provocar un uso continuado de este tipo de succionadores en el cuerpo y la mente de la mujer.
Anorgasmia
“Últimamente en consulta son cada vez más frecuentes las anorgasmias provocadas por el uso habitual de succionadores de clítoris, que alteran la consecución del orgasmo en pareja”, afirma la sexóloga y psicóloga clínica Laia Cadens, que también es asesora de la página de encuentros extraconyugales Gleeden.
La anorgasmia es una disfunción sexual que incapacita, de manera persistente, la experimentación de un orgasmo, a pesar de tener excitación y deseo sexual. Aunque afecta a ambos sexos, la anorgasmia es más común en las mujeres.
Intensidad y frecuencia
La intensidad con la que estos aparatos estimulan el clítoris “provoca en la mujer una activación del mecanismo de recompensa más inmediato que el que puede obtener en sus relaciones sexuales”, apunta Cadens.
“Si se establece una conducta continuada y recurrente del uso del juguete, cada vez se irá condicionando más la relación en pareja”, advierte la experta.
¿Cómo solucionarlo?
La ansiedad, la depresión, el estrés, la falta de comunicación con la pareja y la vergüenza pueden desembocar en una inadecuada estimulación sexual y provocar, a la larga, la anorgasmia, que en el 95% de los casos se enmarca en el ámbito psicológico.
Por este motivo, el tratamiento “se tiene que aplicar desde la psicología clínica: todo lo que sugiere la estimulación de los sentidos y el erotismo son buenos acompañantes para tratar la anorgasmia”, recalca Cadens. Independientemente de la causa de la anorgasmia, es algo que genera frustración en quien la padece y puede acabar derivando en otras disfunciones sexuales.
Un complemento y no una necesidad
En función del uso que se haga de los succionadores de clítoris, reportarán mejores orgasmos o los condicionará como única vía de llegar a ellos, según las sexólogas. En definitiva, “los juguetes sexuales tienen que ser un complemento y no una necesidad”, concluye Cadens.
Un succionador “suele sustituir una carencia”, advierte la terapeuta Adriana Royo, autora del libro Falos y falacias (Arpa Editores), quien explica que, después de tanta represión a lo largo de la historia, “ahora los succionadores lo petan, pero eso tampoco es muy sano porque pueden generar adicciones y provocar disfunciones sexuales”.
Menos tecnología y más humanidad
Para mujeres con la menopausia o que nunca han tenido orgasmos, “¿qué mejor que un artilugio que te proporciona placer eficaz, rápido, sin neurosis ni culpa?”, apunta Royo.
Esta especialista asegura no estar ni a favor ni en contra de estos artilugios, aunque sí le preocupa el hecho de que “estamos sustituyendo lo que es el ser humano por la tecnología”.
¿Cuál es el objetivo de un orgasmo?
Cada vez hay más información sexual disponible y de fácil acceso, pero al mismo tiempo “tendemos a relaciones de usar y tirar, más esporádicas, con menos apego, centradas en el placer instantáneo del orgasmo”, alerta Alicia Ridao, sexóloga de la clínica Psicopartner, quien explica que los juguetes sexuales están muy bien como complemento cuando conoces tu cuerpo y ya sabes cómo darte placer, pero no cuando se abusa de ellos.
Al final, lo que hace el succionador “es despegarte de tu sensualidad y sexualidad, porque no necesitas estar muy excitada para tener un orgasmo. ¿Estamos aprendiendo a tener orgasmos más para quitarnos un pelín de ansiedad que para conocernos?”, sentencia Royo.