En un mundo protagonizado por las tecnologías y la visión a través de las pantallas, el llamado síndrome del ojo seco empieza a ser un problema cada vez más frecuente en las consultas de Oftalmología. Se trata de una de las enfermedades oculares más comunes y, aunque se suele dar en poblaciones adultas, cada vez empieza a ser más habitual ver a pacientes jóvenes que padecen este síndrome.
Así lo explica a Consumidor Global la doctora Verónica Ribas, especialista en Ojo Seco en el servicio de Oftalmología del Hospital Universitari Dexeus del grupo Quirónsalud. Como detalla la doctora, la del ojo seco es una enfermedad debida a múltiples causas en la que las lágrimas no consiguen llevar a cabo correctamente su función de lubricación y protección de la superficie ocular.
Síntomas del ojo seco
Y ¿cuáles son sus síntomas? Las principales señales de este síndrome son molestia en los ojos, visión borrosa, ardor, irritación, ojos rojos, sensibilidad a la luz o sensación de cuerpo extraño o arenilla. “Paradójicamente, también puede producirse lagrimeo excesivo ya que cuando los ojos están secos reaccionan aumentando la producción de lágrima de forma excesiva”, añade la especialista.
Estos síntomas pueden traducirse en dificultades para leer, usar el ordenador, ver la televisión o en la conducción. En cuanto a su detección, la doctora Ribas indica que existen numerosos cuestionarios que ayudan a hacer una primera evaluación de los síntomas del paciente. Uno de ellos es el test de OSDI, “que nos da una evaluación rápida de los síntomas de ojo seco y efectos en su capacidad para desenvolverse en las actividades cotidianas”.
Diagnóstico y avances en la detección
Pero, como explica la doctora, la tecnología para el diagnóstico del ojo seco ha evolucionado mucho y los centros disponen de aparatología específica que permite analizar de forma muy precisa la calidad de la lágrima, su producción y su cantidad.
Además, “en centros como el Hospital Universitari Dexeus se están llevando a cabo estudios sobre la importancia de la microbiota y su influencia en el desarrollo de ojo seco, así como la búsqueda de marcadores genéticos en lágrima y sangre”, expone la especialista.
Evitar el uso prolongado de las pantallas
Hay que tener en cuenta que el síndrome del ojo seco es una enfermedad que se origina por múltiples causas, pero existen algunos factores concretos que pueden adelantar la aparición del mismo como es la utilización excesiva de lentes de contacto.
También influyen otros como los cambios hormonales; factores ambientales relacionados con la exposición a lugares con poca humedad; dietas pobres en ácidos grasos y antioxidantes o el uso de algunos medicamentos como ansiolíticos y tratamientos para el acné. Pero, como explica la doctora, “hay una mención especial al uso de ordenador durante periodos prolongados que es causa cada vez más relevante de la aparición de la sequedad ocular en pacientes jóvenes”.
¿Cómo erradicarlo?
En cuanto a su tratamiento, “resulta complicado debido a su etiología multifactorial y al hecho de que es una enfermedad crónica”, cuenta Verónica Ribas. No obstante, la doctora detalla una serie de recomendaciones y tratamientos para reducir sus efectos. Por un lado, hay que evitar el uso prolongado del ordenador o la incidencia directa sobre los ojos de aires acondicionados o calefacciones, así como aumentar la frecuencia del parpadeo y hacer descansos visuales.
Existen también tratamientos tópicos como el uso de lágrimas artificiales sin conservantes, aintiinflamatorios o antibióticos para controlar la microbiota de la superficie ocular. En los casos más severos, cuenta la doctora, se pueden hacer colirios de plasma rico en plaquetas a partir de la sangre del propio paciente.
Acudir al médico lo antes posible
Finalmente, la doctora recomienda acudir a un centro especializado lo antes posible si se padecen alguno de los síntomas del ojo seco. “Determinar el tipo de ojo seco que el paciente padece, así como de las causas que pueden estar produciéndolo o agravándolo es fundamental para poder establecer un plan de tratamiento”, apunta.
Sobre la concienciación en la sociedad sobre este problema, esta especialista cree que todavía queda mucho recorrido por hacer. “A pesar de ser una enfermedad crónica, muchas veces es poco valorada en su diagnóstico, severidad y sobre todo en el impacto que puede tener en la calidad de vida de los pacientes”, ya que puede limitar las actividades cotidianas y laborales constituyendo un “verdadero problema de salud pública”.