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Amazfit, Google o Samsung: ¿son un cuento los relojes y apps para dormir mejor?
Las grandes marcas de tecnología venden dispositivos que dicen mejorar el descanso de las personas, unos efectos milagrosos que los expertos niegan
El dispositivo Amazfit Band 5, uno de los más demandados en Amazon, ofrece un monitoreo preciso de los patrones del sueño, entre otros prodigios. “Esta banda inteligente promete un descanso reparador", llegan a asegurar sobre la iBand+, una diadema provista de distintos sensores. Pero las promesas de algunas marcas con sus relojes, pulseras y apps para dormir mejor se las lleva la ciencia.
La mayoría de estos accesorios “miden el ritmo cardíaco, lo que puede ser útil, pero, respecto al sueño, no lo miden correctamente”, expone a Consumidor Global el neurofisiólogo con más de 20 años de experiencia y director del Máster en Medicina del Sueño Tech Institute, Óscar Larrosa Gonzalo.
Los relojes y apps para dormir mejor “no sirven”
Preguntado por la aplicación deportiva Google Fit, que en teoría “permite registrar el sueño y mejorar nuestra rutina”, Larrosa asegura que puede dar una idea muy genérica, pero no mide la estructura del sueño con precisión y, por tanto, “no sirve” para problemas concretos. “Es un vendehúmos”, advierte. Lo mismo sucede con el Samsung Galaxy Watch 4 Classic y la Amazfit Band 5.
Si es un reloj que sólo lleva sensores en la muñeca “es difícil que acierte más allá de las horas”, añade este experto. “No monitorizan con precisión porque miden el sueño en relación con el movimiento, algo que no es 100 % real”, apunta la especialista y directora de Educa y duerme, Rosa Rojano.
Diademas de electrodos
Estos expertos coinciden en que otros dispositivos como las diademas con electrodos (iBand+, por ejemplo), que tienen más sensores, sí pueden llegar a monitorizar las fases del sueño con un poco más de precisión.
Pero, en todo caso, se trata de una “información sesgada de cómo duermes que para un particular suele comportar más inconvenientes que beneficios”, advierte Rojano.
Pros y contras
Cada vez más personas viven obsesionadas con los pasos que dan, las calorías que ingieren y las horas que duermen, apunta Larrosa, quien explica que las aplicaciones y los chismes que dicen controlar y mejorar el sueño han creado una nueva enfermedad.
Se trata de la ortosomnia. “Estos aparatos hacen que los adultos quieran saber en todo momento si su sueño ha sido leve o profundo, si han dormido tanto, pero no saben que el 98 % de estos dispositivos no aciertan y no sirven para nada”, resume el experto.
Sin evidencia científica
Ambos especialistas insisten en que este tipo de dispositivos no tienen ninguna evidencia científica contrastada en este sentido, salvo un 2 % de los dispositivos que sí funciona. Son de uso médico y no se vende en las tiendas.
Además, existen dos grandes tipos de aparatos: “los que están pensados para problemas muy específicos (como la apnea del sueño), tienen más sensores y están acreditados científicamente, y los de uso recreativo, que no tienen ninguna evidencia científica ni beneficio contrastado”, insiste Larrosa.
Una oportunidad de negocio
Cuatro millones de españoles tienen problemas crónicos para dormir, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), una cifra que se puede extrapolar al resto del mundo y explica que cada vez más dispositivos electrónicos incluyan funciones milagrosas que supuestamente mejoran el sueño.
“Son una oportunidad de negocio”, critica Larrosa, quien explica que por mucho que las marcas utilicen un lenguaje supuestamente científico como “control de las ondas cerebrales”, sus accesorios no dejarán de ser una “falacia” porque “falta mucho por desarrollar” y todavía “no tenemos los conocimientos biológicos ni la tecnología necesaria”, matiza.
Supervisión profesional
Rojano aconseja que “lo ideal es que los aparatos que monitorizan el sueño sólo se usen cuando un profesional lo recomiende” para valorar si hay un problema real. La inmensa mayoría de los pacientes que acuden a consulta porque duermen mal encuentran la causa en sus hábitos y rutinas.
El estrés, las preocupaciones y un estado de ánimo alterado son las principales causas de la mala calidad del descanso y del insomnio, y “la pandemia ha traído incertidumbre, pesadillas y alteraciones”, según los expertos.
Ahora se duerme peor que hace 100 años
Antes de intentar conciliar el sueño también es importante alejarse de cualquier dispositivo electrónico, pues son una fuente de luz que va directamente a la retina y estimulan el cerebro. “Necesitamos oscuridad e intentar dejar la mente en blanco”, resume Larrosa. Numerosos fisiólogos afirman que, a día de hoy, el ser humano duerme peor que hace 100 años. “Es una realidad y las causas son varias”, añade este experto.
Antes, los horarios eran más regulares y la gente se acostaba más temprano. “No había tanta contaminación lumínica. No había aparatos electrónicos. No había televisión. No había tanto ocio nocturno. Era una vida más natural y estable en conjunción con el ritmo biológico”, sentencia.
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