Está en todas partes. En las zonas más remotas del océano y en el agua que sale del grifo de la cocina. En las abejas y en la miel que venden en el supermercado. Se degrada, flota en el aire y todo lo impregna. Todo lo invade. “Tenemos plástico en la sangre. Respiramos y comemos plástico, y la mayoría procede de envases de usar y tirar. Es la prueba de lo mal que recicla Ecoembes, un proyecto que nació fracasado”, expone a Consumidor Global el responsable de residuos de Greenpeace, Julio Barea.
“Son como los políticos, prometen y olvidan lo prometido”, reprocha una internauta a Ecoembes en la página de Facebook de nombre homónimo. En este grupo, encontrar una opinión positiva sobre la organización que tiene el monopolio de la gestión de residuos del contenedor amarillo desde hace más dos décadas es como buscar una aguja en un pajar. Entonces, ¿sirve o no sirve separar los plásticos en la cocina y tirarlos al contenedor amarillo?
El reciclaje en cifras
“Ecoembes miente. Las cifras que da no son reales y todos los informes de los gobiernos autonómicos así lo demuestran”, apunta Barea. Afortunadamente, “su oscurantismo ha acabado”, asegura la directora de recursos naturales y residuos de la asociación ecologista Amigos de la Tierra, María Durán.
Según un informe de Greenpeace, de todos los envases de plástico que se echan al contenedor amarillo, “Ecoembes apenas recicla y recupera el 25 %” de los mismos”, una cifra muy alejada del 75 % del que presume la organización. Si recogiesen y reciclasen lo que dicen, “sería posible dar un paseo por una playa o un río y no toparse con montañas y montañas de envases”, apunta Barea. Por su parte, Durán asegura que “el sistema turbio que ha mantenido esta empresa ha salido a la luz”.
La postura de la organización
“Sí, Greenpeace lleva tiempo diciendo eso, pero no es correcto”, responden a Consumidor Global desde Ecoembes. “En 2020 se reciclaron en España más de 1,5 millones de toneladas de envases puestos en el mercado por las empresas que cumplen con su obligación legal de financiar su recogida y gestión a través del pago del Punto Verde”, añaden sin hacer referencia a la ratio del 25 % a la que hace referencia Greenpeace.
Estos datos “provienen principalmente de los más de 8.100 ayuntamientos del país, responsables sobre el terreno de la gestión de estos residuos, y las toneladas citadas vienen tanto del contenedor amarillo y azul de las calles como de las recogidas privadas que se realizan en lugares de gran afluencia de personas”, matizan desde la empresa. “La discrepancia de estas cifras oficiales con las que presentó Greenpeace tiene una explicación clara: no son cifras comparables, ya que aluden a realidades muy distintas”, sentencian.
Esconder la basura debajo de la alfombra
El 75 % de los envases de plástico que no se reciclan ni se recuperan “termina en vertederos, incineradoras y en el medioambiente”, denuncia Durán, quien explica que esos residuos se descomponen en microplásticos hasta llegar al cuerpo de los ciudadanos. Una investigación de la fundación Rezero determina que se han encontrado en el cuerpo humano sustancias químicas peligrosas que provienen de los envases de plástico de un solo uso. “Han analizado muestras de orina y concluyen que la ciudadanía mea plástico”, recalca Durán.
Se gastan millones de euros en campañas de marketing verde, apunta Barea, “pero sus mentiras y fallos ya no tienen escondite posible”. Lo que ha hecho Ecoembes es “meter los residuos debajo de la alfombra, y eso ya no tiene cabida”, asegura este experto.
Un conglomerado de empresas
Ambos especialistas coinciden en que el sistema adolece de muchas carencias. “Se ha intentado que el sistema de gestión de residuos le costara lo mínimo posible a las empresas --tiene adheridas a más de 12.000, entre las que destacan Coca-Cola, Unilever y L’Oréal--, pero no puede ser que lo hagan a costa de la ciudadanía y de su salud”, denuncia Barea.
La Unión Europea exige a los países miembros que cumplan con los objetivos de recuperación de envases, por lo que los socios de Gobierno han impulsado en el Congreso un nuevo modelo de reciclaje, el sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) que ya se utiliza en Alemania y Dinamarca. Si se aprueba esta nueva ley, “tendremos hasta 2023 para recoger y recuperar el 70 % de las botellas de plástico”, apunta Durán. “Si Ecoembes no cumple y alcanza esta cifra, y no va a cumplir porque no lo ha hecho en 25 años, podría tener los días contados”, sentencia.