En España el consumo de agua con gas no está muy extendido pero cada vez tiene más adeptos al ser una buena fuente de hidratación, sobre todo ahora en pleno verano, y tener otros beneficios. Sin embargo, ¿qué tipos hay y cuándo es mejor tomarla?
Como el agua normal, su versión con gas también aporta beneficios para la salud, sobre todo, a nivel gastrointestinal e, incluso, puede ayudar a perder peso. Sin embargo, hay personas que no deberían abusar de su consumo. ¿Por qué? Expertos consultados por CuídatePlus analizan las propiedades de esta bebida y explican cuándo es mejor tomarla, quiénes no deberían hacerlo y cuál es la mejor en cada caso.
Los tipos de agua con gas
Existen muchos tipos de agua con gas. De ahí la importancia de leer bien el etiquetado de cada una de ellas para saber elegir la que más nos conviene en función de su “composición”, señala Ana Sánchez Morillas, nutricionista-dietista . Y es que “no es lo mismo el agua mineral gasificada naturalmente, que contiene el ácido carbónico desde el manantial, que el agua a la que posteriormente se le ha añadido ácido carbónico”, advierte.
El término carbonatación “hace referencia a la cantidad de carbónico disuelto en las aguas con gas”. Así podemos encontrar “aguas efervescentes o aguas de aguja (para las aguas con gas de carbonatación más baja) y aguas con carbonatación ligera, clásica y gruesa”.
Los beneficios
Entre los beneficios de tomar agua con gas destaca sobre todo su función saciante. Este tipo de agua “contribuye al control de las ingestas, al generar cierta presión en las paredes del estómago, lo que genera cierta sensación de saciedad, calmando y controlando el apetito”, detalla Colina. Es decir, que el agua con gas puede ser un buen aliado en la pérdida de peso si se toma antes de las comidas o durante las mismas.
“Contribuye a una buena salud intestinal, facilitando las digestiones, de manera similar a como lo hacen las sales de fruta o el bicarbonato”. Esto es así porque “al aportar ácido carbónico y juntarse con el ácido del estómago, se estimula la segregación de los jugos gástricos ayudando al proceso digestivo (será más rápido y eficaz) y evitando digestiones pesadas”, señala Colina. Así, en caso de comidas pesadas -en su mayoría comidas con muchas proteínas y grasas- “el consumo de este tipo de agua facilitaría su degradación, favoreciendo su paso por el intestino y evitando la pesadez estomacal, ardores, dolor y reflujos”.