4,8 horas al día. 6,2 días al mes. 2,4 meses al año. Este es el tiempo que dedican los usuarios, de media, a sus teléfonos móviles, según el informe Estado Móvil 2022 que ha publicado la compañía de análisis App Annie. La conexión ininterrumpida “ha provocado un agotamiento digital, también conocido como fatiga zoom, que hace que cada vez haya más movimientos de desconexión”, expone el psicoanalista experto en redes sociales y autor del libro Del padre al iPad, José Ramón Ubieto, sobre por qué comprar un móvil tonto puede ser la decisión más inteligente.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) concluye en un estudio que uno de cada tres adolescentes españoles realiza un uso problemático de internet. Otras investigaciones establecen que el uso de Instagram afecta, para mal, a la salud mental de los más jóvenes. Ante tal hiperconexión, con una media de 435.000 aplicaciones descargadas cada minuto en el mundo, los especialistas aconsejan ganar privacidad y tiempo, al mismo tiempo que se ahorra dinero, pasándose a un teléfono básico.
¿Adicción al móvil? Tiene solución
Los teléfonos tontos “no generan adicción al uso y permiten desconectar al sólo recibir llamadas”, apunta la catedrática del departamento de Arquitectura de Computadores de la Universidad Complutense de Madrid, María Guijarro, quien asegura que con estos dispositivos se evitan las posibles adicciones de los más vulnerables.
“Cuando los padres me preguntan, siempre les recomiendo que les compren un teléfono básico a sus hijos. A los adultos les recomendamos pasar de un smartphone a un móvil sin conexión a internet o a la alternancia”, coincide Ubieto, quien explica que la tecnología nunca se autocontrola y aspira a que los usuarios estén el máximo tiempo posible enganchados a la maquinita. “Si pones límites de entrada, como con estos móviles, funciona. No como las limitaciones de tiempo”, añade.
Recuperar la privacidad
Los teléfonos tontos, cuya venta experimentó un auge considerable en 2021, también ofrecen una mayor intimidad. “Desde mi punto de vista, la privacidad es el punto de inflexión que nos hace volver a estos dispositivos”, matiza Guijarro sobre el hecho de dejar de compartir datos personales con cientos de empresas y páginas web.
“Cada vez somos más conscientes de que nuestra intimidad está menos protegida”, apunta Ubieto, quien difiere a la hora de identificar lo que priorizan los usuarios a la hora de pasarse a un teléfono básico. Al usuario normal “todavía le preocupa poco su privacidad, lo que le preocupa es que cada vez dedica más tiempo a eso y menos a las cosas importantes”, resume.
Cargar el móvil cada tres días
Con la llegada de los smartphones, los usuarios han pasado de cargar el móvil una vez cada tres días, a hacerlo tres veces al día. Lógicamente, “la mayor vida de la batería, ya que el uso y las funcionalidades son menores, es un factor a tener en cuenta”, expone el profesor de informática y telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), César Pablo Córcoles.
Además, los teléfonos tontos ofrecen muchas facilidades de uso, por eso casi todos los mayores optan por este tipo de terminales.
Una vida útil más longeva
En cuanto a la vida útil del aparato, al no depender de un sistema operativo como iOs o Android, ni de actualizaciones y aplicaciones, “tienen una durabilidad mayor”, apunta Guijarro. “No te van a dejar de funcionar porque no hay funciones que puedan quedar obsoletas o sean incompatibles”, coincide Córcoles.
Por todos estos motivos, los expertos vaticinan que este movimiento hacia una mayor desconexión irá en aumento. Aunque la fórmula también puede consistir en alternar el uso de un smartphone entre semana, y sacar a pasear el Nokia o el Alcatel los días festivos para dejar de ver una pantalla azul y pasar a contemplar el azul del mar. O del cielo.