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Pagar con Bizum o con tarjeta puede llevarte a la ruina: te explicamos por qué

El pago en efectivo se reduce en España y la tecnología se vuelve la aliada de muchos consumidores, lo que supone un gasto menos controlado

Alfonso Álvarez-Dardet

Una persona haciendo un pago desde el teléfono móvil / EUROPA PRESS

Pagar en metálico es, cada vez más, cosa del pasado. Aplicaciones como Bizum y dispositivos como el teléfono móvil e incluso los relojes inteligentes ofrecen la posibilidad de hacer transacciones sin tener que llevar dinero en efectivo. Esta nueva realidad permite que se produzcan situaciones impensables hace dos años, como comprar una barra de pan de 60 céntimos directamente desde la cuenta del banco o ir a una copistería para hacer fotocopias por 30 céntimos y no llevar un euro encima. Hoy, tener el bolsillo vacío es lo normal, aunque todavía haya comercios que se resistan. “Cuando un cliente quiere abonar una compra de menos de un euro le digo que me lo dé mañana o directamente no le cobro. Yo no tengo ni datáfono”, explica a Consumidor Global María Dolores Gil, dueña de una papelería en el centro de Sevilla.

Salir a la calle con el dinero justo es una forma de controlar lo que se gasta. No es lo mismo contar con sólo 20 euros que con todo el saldo bancario. El dinero en metálico hace de muro entre lo que se puede consumir en ese momento y el impulso de adquirir un artículo más. “El lunes fui a comprar ropa a Zara y cuando llegué a mi casa tenía un pantalón que no era de mi talla y no me había dado ni cuenta. Como el teléfono lo tienes tan a mano, no sabes ni la cuenta que llevas”, asegura Ángela Jiménez, estudiante de odontología en la Universidad de Sevilla.

Un mundo sin efectivo

En una sociedad cada vez más tecnológica, no es de extrañar que el dinero físico desaparezca. “El efectivo se va a eliminar en poco tiempo. La moneda es un modelo arcaico y está en crisis. Cuando trabajas con monedas digitales, retirar dinero es fácil”, explica Alejando San Nicolás, experto en economía digital y docente en la Universidad Internacional de Valencia. En 2020 se realizaron 200.000 compras más que el año anterior con terminales en los puntos de venta, según el Banco de España. Esta cifra significa el 4,4 % más que en 2019, pese al confinamiento y la pandemia. Asimismo, la retirada de efectivo en los cajeros a mediados de 2020 registró caídas de entre un 15 % y un 20 % respecto a 2019 y en los meses de mayor confinamiento, como abril, superó el 60 %, según datos aportados por varias entidades financieras. 

La tecnología permite los procesos sean más sencillos. Crear dinero, eliminarlo, realizar transacciones, todo se hace ahora con un simple clic. Además, los expertos aseguran que es una forma de luchar contra la economía sumergida. “Si antes pagabas al pintor en efectivo y sin recibo, ahora toda transacción deja una huella digital que será fácil de rastrear”, advierte San Nicolás. El informe del Plan Estratégico de la Agencia Tributaria para 2020-2023 recoge que, en España, el pago en “B” supone el 11,2 % del Producto Interior Bruto (PIB), unos 136.000 millones de euros anuales que escapan al control del Estado. 

Sin dinero en metálico se gasta más 

La pandemia ha supuesto un parón en la economía. Son muchos los comerciantes y hosteleros que esperaban la relajación de las medidas restrictivas para reactivar sus negocios. Pero muchas personas se quedaron sin trabajo. La tasa de paro se situó a finales de 2020 en el 16,13 %, el 2,5 % menos que en 2009, un año después del comienzo de la crisis de Lehman Brothers

Pero si las cifras son tan malas, ¿por qué están llenos los bares? “Creo que ha sido un cóctel perfecto: la facilidad de no tener que llevar efectivo y la relajación de las medidas. También se impuso evitar el efectivo  para no contagiarse y al final ganó la comodidad”, opina Elena de la Rosa, camarera de un bar del centro de Sevilla. No llevar dinero en efectivo simplifica las transacciones, pero también puede ser peligroso cuando se trata de comprar por impulso. “Soy estudiante y no trabajo, pero la beca me baja a mil por hora. En  internet compras casi sin darte cuenta y en las tiendas gracias a la facilidad de pagar con el móvil ocurre lo mismo”, relata María Toro, una gaditana afincada en Sevilla.

Un joven usando el smartphone / PIXABAY

Pagar a crédito

¿Y qué pasa cuando se acaba el dinero? Está la opción de pagar a crédito. Esta es una elección cada vez más extendida en España, que puede acarrear problemas de morosidad en el futuro. Como ocurrió en la anterior crisis del ladrillo, la tendencia es gastar lo que no se tiene, sólo que antes se hacía porque se pensaba que se podría pagar en el futuro y ahora porque cada vez es más fácil disponer del dinero. 

En el mundo hay 7.700 millones de personas. De ellas, cerca de la mitad, 3.400 millones, aún tiene grandes dificultades para satisfacer sus necesidades básicas, según datos del Banco Mundial. Sin embargo, según Visa, en 2020 se emitieron cerca de 3.500 millones de tarjetas, es decir, una por cada dos habitantes del planeta. Si la mitad de la población mundial es pobre, ¿cómo pueden haber tantas tarjetas de crédito en circulación? “Siempre se ha dicho que nuestros abuelos eran más ahorradores que nuestra generación, pero si hubieran tenido una tarjeta de crédito se hubiesen enterado. El crédito tiene un incentivo perverso”, asegura San Nicolás. Al final sólo se trata de una cuestión de ganancias. “Para los bancos es muy rentable  la opción de pago fraccionado, pero eso lo que hace es que el usuario pueda gastar más dinero”, concluye este experto.