Las ofertas y descuentos de la cadena de supermercado Lidl son ampliamente conocidas. Cada semana, los productos en promoción se agotan en pocas horas. Hay ejemplos que van desde el famoso robot de cocina que compite con Thermomix, con polémica de plagio incluida, hasta cafeteras vintage o productos de alimentación exclusivos. ¿El secreto de estas promos? Precios por debajo del mercado y transmitir que cada día es una nueva oportunidad para hacerse con una ganga.
El marketing agresivo se define como una serie de técnicas para vender productos a corto plazo. Son tan contundentes que son difíciles de ignorar. Bajar el precio de los productos es, sin duda, la forma más efectiva de atraer clientes, aunque esta práctica no se aconseja para toda clase de artículos. Por ejemplo, en la categoría del lujo, donde un precio elevado es sinónimo de calidad, bajar el coste puede llevar a una pérdida de su valor. Sin embargo, las categorías que incluyen productos de primera necesidad, como alimentación, cosmética o higiene, sí son susceptibles a una variación del precio,y es ahí donde las cadenas han entrado en una guerra. Pero, estas campañas flash de precios bajos tienen unos daños colaterales que es mejor conocer.
Efectos negativos de las atractivas promos de última hora
“El estrés del consumidor es una de las líneas de investigación en psicología por el exceso de ofertas. Ante tantas promociones, el consumidor termina abrumado”, asegura a Consumidor Global Olga Martines, coautora del libro Sociología del consumo y profesora de Ciencias del Trabajo en la Universidad a Distancia de Madrid.
Cada semana Lidl ofrece una nueva promoción y el ritmo de las ofertas que lanza es tan alto que la única forma de mantenerse alerta es mediante una subscripción a la newsletter o entrando en la sección Folleto de su página web, donde se publican las gangas de la semana. Una vez dentro, el bombardeo es constante. Esto puede ser una oportunidad, ahora que muchos tienen menos ingresos, para conseguir lo que se busca a un precio bajo. Pero también puede generar una sensación de frustración bastante importante si no se llega a tiempo y no se es uno de los elegidos en llevarse el producto. Además, este proceso prolongado en el tiempo puede llegar a ser insostenible.
Beneficios de la guerra de precios
El principal beneficio, y el más importante, de la guerra de precios que mantienen algunos supermercados es el ahorro. A veces, se presentan oportunidades que permiten al consumidor entrar en categorías que antes no estaban a su alcance. Así, Lidl, durante la temporada de invierno puso a la venta diferentes productos para esquiar a unos precios muy bajos y la campaña fue un éxito. Se agotaron en pocos días, ya que esta promo permitió a muchas personas estrenarse en este deporte sin desembolsar grandes cantidades de dinero.
“También hay artículos que sirven de prueba, sobre todos los que no son de comida”, explica una trabajadora de la cadena de supermercados alemana. En este sentido, la compañía cuando colabora con algunas marcas por primera vez lanza promociones temáticas para saber cómo reacciona el cliente. “Y suele traer lo que se come en otros países, ya que es una forma de tener al cliente con ganas de saber qué pasa en Lidl”, matiza esta misma fuente.
Clubes de devotos en las redes sociales
Tal es el poder de las promos y ofertas de Lidl que en Facebook la cadena de supermercados acumula ya más de dos millones de seguidores. Su competidor directo, Aldi, apenas tiene 300.000 fieles. Además, en 2017, unos pocos usuarios de la red social crearon el grupo Nos vamos a Lidl para compartir y comentar las ofertas. Hoy en día cuenta con más de 200.000 nuevos usuarios y en el último mes se han publicado más de 800 entradas, lo que indica su alta actividad.
En Twitter, por otro lado, la empresa alemana tiene más de 160.000 seguidores que interaccionan diariamente con la marca, gracias al tono cercano y coloquial que usa en esta plataforma la cadena alemana. Pero este marketing no está hecho para hacer amigos, sino para vender más. “Las empresas no piensan en la gente, sino en que se venda su producto”, concluye Hakima Castro, CEO de la agencia TIE Marketing.