La Guía para la elección de juguetes sin estereotipos sexistas elaborada por el Ministerio de Consumo liderado por Alberto Garzón no cuenta con el respaldo ni de las tiendas de juguetes ni de los más mayores de la casa, que hacen caso omiso de sus directrices. El documento, según el Ministerio, “además de analizar para qué sirve el juego y cómo está relacionado con el lugar que los menores ocuparán en su vida adulta, ofrece pistas para saber cuándo un juguete reproduce estereotipos sexistas, así como consejos para que las familias puedan regalar posibilidades, diversión y aprendizaje”.
Desde Así, una empresa familiar en Madrid especializada en las muñecas, no están de acuerdo. “Lo que debe controlar el ministerio es la calidad de los juguetes y que lo que se publicita y aparece en las fotos sea lo mismo que vaya dentro de la caja”, analiza Pepa Eznarriaga, una de las dueñas de esta firma que lleva en el negocio 80 años. “Los niños piden lo que les gusta y les apetece y eso, la infancia, es algo que no se debe tocar”, señala. “Que dejen a los niños tranquilos, es su momento de crear su mundo”, reivindica.
“Consumo tiene que velar por la seguridad de los juguetes”
Eznarriaga considera que “el ministro desconoce bastante el sector” ya que “todos los niños desde un año y medio a tres piden una cocinita, una sillita de paseo y una muñeca”. La profesional del juguete, si bien está de acuerdo con su adecuación a las edades de los niños, es muy crítica con el plan del ministerio. “Consumo tiene que velar por la seguridad de los juguetes que se venden en España, y en ningún momento habla del etiquetado o la calidad de los productos, de que cumplan la normativa de la Comunidad Económica Europea o de la seguridad de los niños”, critica.
Según la dueña de Así, el sector ha notado el cambio generacional. “Hace 40 o 50 años todo era muy estereotipado. Hoy los padres se informan y se han dado cuenta de que no pueden prohibir a sus hijos comprar lo que les apetece”, valora. Aunque reconoce que “reeducar a la gente mayor es difícil”, expresa que “los padres no tienen ningún complejo”, razón por la cual sugiere que se acerquen con sus hijos a las jugueterías. “Ya verán ellos lo que quieren”, afirma.
Los abuelos son más tradicionales
“Somos una juguetería en un barrio con gente mayor, y muchos se llevan o dejan de llevar cosas por su color y porque es de chicas o de chicos. A los padres más jóvenes les da igual, pero los abuelos son más tradicionales: rosa y muñecas para ellas, azul y coches para ellos”, insisten desde la tienda Juguettos de la calle madrileña Santa Engracia. Aunque fuentes de esta compañía sí piensan que se podría conseguir el objetivo que pretende el ministerio “haciendo mucha publicidad de que los juguetes no tienen género”, aseguran que se trata de “un cambio en la mentalidad del consumidor, y eso es difícil”.
En la tienda electricBricks del Paseo de Pontones sí perciben una “evolución” en los temas relativos al género de los juguetes que califican de “necesaria”. Sin embargo, creen que “tendría que ser partícipe todo el mundo para que cada persona se desarrolle independientemente de su género y nadie juzgue”. En este caso, admiten que tienen clientes que “diferencian mucho los géneros”, pero que “depende de la persona”. De hecho, declaran que han visto a niños pidiendo muñecas y a sus padres, algunos bastante jóvenes, insistiendo en comprarles un muñeco de policía.
Comunicar para evitar estereotipos
Desde Famosa ponen el foco en la comunicación. “Cómo comunicamos a los niños es clave a la hora de evitar estereotipos y asignar roles. Por ejemplo, uno de nuestros mejores lanzamientos para la próxima navidad es Nenuco, ¿Cómo está mi bebé?. En el spot se ve cómo la niña es la doctora y el padre es el que lleva al médico al bebé”, explican. En su caso, dicen, sus juguetes “no están pensados ni para niños ni para niñas, son los pequeños y los padres los que deciden con cuál quieren jugar”.
Desde la tienda online Disfraces Jarana, Pablo Fuertes se muestra contrariado con el ministro Garzón. “Cada uno es libre de comprar o disfrazarse de lo que quiera”, defiende el encargado del e-commerce. “El Ministerio debería preocuparse de cosas más importantes, ponerse manos a la obra y dejar a los niños decidir lo que quieren hacer”, estima. Si bien Fuertes confiesa que, al vender de forma online, no saben si sus productos van dirigidos a un niño o a una niña, declara que “el niño suele querer el disfraz de superhéroe y la niña el de Frozen”. “En pocas ocasiones lo hacen al revés", concluye.