0 opiniones
El infierno de vivir cerca de una macrogranja cárnica: “No podemos abrir la ventana ni el grifo”
Asociaciones y ONG denuncian la expansión descontrolada de la ganadería industrial en España y su enorme impacto medioambiental, y exigen medidas urgentes
Un solo fluorescente de hospital parpadea e ilumina la inmensa y sombría sala. La oscuridad es casi absoluta, hace frío y las heces cubren todo el suelo. De repente, entre chillidos, un hedor putrefacto y sangre, un nacimiento. Un nacimiento y una nueva vida. Entre tres y seis meses de vida en una jaula, hacinado, sin ver la luz del sol. Y de ahí al matadero. Una descarga eléctrica en la cabeza, aturdimiento y tajo en la garganta. Desangrado. Rasurado. Descuartizado. Congelado y enviado al supermercado. ¿Hay vida antes de que el solomillo de cerdo llegue al plato?
En 2020 se sacrificaron en España 1.736 animales cada minuto para el consumo humano, o lo que es lo mismo, 910 millones de aves, cerdos, conejos, ovejas, vacas, cabras y caballos, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Una producción total de 7,5 millones de toneladas de carne que crece cada año a consecuencia del aumento de las macrogranjas que practican la ganadería intensiva, una forma de crianza de cuyo impacto medioambiental no se dice ni mu.
El veneno de la España rural
“¿Quién va a querer venir al pueblo si no podemos abrir la ventana ni el grifo?”, protesta Inmaculada Lozano, portavoz de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial, en referencia a la contaminación del aire y de los acuíferos que producen estas macrogranjas de la industria cárnica, una industria que va a contracorriente si se la compara con el resto de sectores. Mientras los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por el transporte, la industria o la generación eléctrica disminuyeron en 2020, la agricultura fue el único sector cuyas emisiones nacionales totales aumentaron a consecuencia del crecimiento de las cabañas ganaderas intensivas.
En 2019, por ejemplo, la ganadería fue responsable de la emisión de 69,4 millones de toneladas de CO2 en España --más que Portugal en su conjunto--, siendo el sector porcino el responsable del 50% de estas emisiones, el vacuno del 34% y las aves del 14%, según datos del MAPA de producción ganadera. El sector porcino (77%) también es el mayor emisor de gas metano a la atmósfera. “Las factorías de cerdos consumen cantidades ingentes de agua que luego devuelven al medioambiente plagada de purines, antibióticos, amoníaco y nitratos”, denuncia Marisol Gómez, vecina de Zamora y presidenta de la Plataforma Tierra de Alba.
Agua negra
La contaminación del agua por nitratos que provienen de la industria ganadera ha aumentado más del 50% entre 2016 y 2019. El lunes 11 de octubre, la Comisión Europea publicó un informe de seguimiento sobre esta cuestión en el que señala que “la ganadería es responsable del 81% de la aportación del nitrógeno agrícola a los sistemas acuáticos”, e insisten en que España tiene “un problema sistémico para gestionar la contaminación por nutrientes procedentes de la agricultura” y debe adoptar con urgencia medidas adicionales para alcanzar los objetivos de la Directiva.
Además, las Zonas Vulnerables a Nitratos (ZNV) siguen creciendo en España y ya suponen casi una cuarta parte del territorio. Ante esta situación, desde Europa se ha alertado de que el 75% del territorio español está en riesgo de desertificación, por lo que preservar el agua es “fundamental”. “Sin agua, no hay pueblos ni vida. Es el momento de evitar otra futura crisis, la del agua”, expone a Consumidor Global Luís Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace, quien explica que la ONG ha colaborado con 16 entidades y ha elaborado un trabajo de campo que determina que el 51,2% de las mediciones de las aguas presentan contaminación por nitratos que se consideran de riesgo --superiores a 25 mg/litro--, por lo que las aguas dejan de ser potables. Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el 30% de las estaciones de control de las aguas subterráneas y el 50% de las superficiales indican una mala calidad debido a la contaminación por nitratos. “Nos gusta el jamón, pero también el agua potable y los pueblos con futuro”, resume Lozano.
Las grandes culpables
Aunque no hay datos concluyentes, Ferreirim asegura que “la explotación de porcino más contaminante de España está en Castilléjar (Granada), pertenece al Grupo Fuertes, que tiene marcas como El Pozo y Cefusa, y la quieren duplicar”. Con el Grupo Fuertes a la cabeza, el responsable de agricultura de Greenpeace apunta que empresas como Casa Tarradellas también poseen algunas de las mayores macrogranjas de España. “Nos llenan de naves y esparcen sus heces por nuestras tierras. Aquí se forran dos y los demás nos comemos la mierda”, explica Lozano.
Pero lo peor podría estar por llegar. En el vacuno “nos preocupa un proyecto faraónico de 23.500 vacas en el pueblo de Noviercas (Soria) que quiere poner en marcha la empresa Valle de Odieta SCL, conocida por una macrogranja que tiene en Navarra y por no respetar la normativa existente”, alerta Ferreirim. En cuanto al porcino, desde Greenpeace temen el avance de El Pozo en todas las comunidades, y, en cuanto a aves de corral, existe un proyecto de Rujamar en Castilla-La Mancha que quiere reunir a más de 1,5 millones de gallinas ponedoras, siendo Rujamar la empresa que “ya tiene la granja más contaminante de España en cuanto a amoníaco”. Lamentablemente, la producción ganadera ecológica, que va en aumento, solo representa el 2,1% con respecto a la producción ganadera total.
La comunidad peor parada
Cataluña, seguida de Galicia y Castilla y León, son las comunidades que más contribuyen al cambio climático a través de la producción cárnica con un 30%, 12,1% y 10,5%, respectivamente, de las emisiones totales.
“Cataluña es un ejemplo a no seguir, es pionera en agricultura industrial”, denuncian desde Greenpeace sobre una comunidad en la que el 100% de la ganadería de aves de corral, el 99,9% de la de porcino y el 78% de la de vacuno es intensiva.
Soluciones de futuro
El primer paso para solucionar este grave problema ambiental “es reducir el consumo de carne y de otros derivados animales”, apuntan desde Greenpeace siguiendo las recomendaciones de la OMS, que desde hace años aconseja reducir el consumo de carne roja a un total de entre 350 y 500 gramos a la semana --España está a la cola de Europa en este sentido y es el país donde más carne se consume--.
Al mismo tiempo, desde la ONG piden que se ponga en marcha una moratoria para que no se den más licencias de ganadería intensiva a nivel estatal ni se amplíen las ya existentes. Finalmente, exigen que las industrias que más contaminan también paguen más impuestos, una nueva legislación sobre nitratos para proteger el agua, y prohibir la publicidad de productos industriales que provengan de la ganadería intensiva. Sí, en los cinco minutos de lectura de este artículo se han sacrificado 8.680 animales para el consumo humano en España.
Desbloquear para comentar