El mes de octubre en España ha estado marcado por dos temas de lo más variopintos: una crema de cacao y un volcán en erupción. Parece un chiste, pero no lo es. Si se pudiera medir qué asuntos han protagonizado los debates nacionales --ya sea entre amigos, con la familia, por WhatsApp, en las noticias o en Twitter-- probablemente estas discusiones se llevarían la palma.
Vulcanólogos aparte, los españoles se han hecho expertos en etiquetado alimentario y en cómo actúan los dátiles triturados en una crema de cacao --que se comportan más parecido al azúcar que al dátil--. El drama de Carlos Ríos ha marcado un antes y un después en la escena social actual, pero hay vida más allá de Nutella, Nocilla y la crema realfooding. Es el caso del producto de Natruly que, según los expertos, es más sana que la del influencer...¿será ésta la ganadora de la guerra de las cremas de cacao?
Después de la tormenta
Poco queda por decir del debate que se ha generado en torno a la crema de Carlos Ríos. Periodistas de otros medios, telediarios, youtubers, profesionales y ciudadanos se han pronunciado por activa y pasiva sobre esta cuestión que el equipo de Consumidor Global puso sobre la mesa.
“El etiquetado no es más que una anécdota, el cisma se arma cuando él [Carlos Ríos] alude el error y ataca a profesionales de la alimentación. No es una crítica al etiquetado, hay una crítica al discurso”, señala Aitor Sánchez en un vídeo de La caja de Schrödinger. Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y divulgadora científica, la primera en darse cuenta de que Ríos la había “liado” en el packaging considera que esta polémica servirá para dejar claro que “cambiar el azúcar de mesa por dátiles no significa azúcares 0”.
¿Es mejor la crema de Natruly?
En la actualidad, hay muchas alternativas healthy a la Nocilla y la Nutella. La de Carlos Ríos es una, pero no la mejor. Natruly, otra empresa española, tiene en su catálogo una crema a base de avellanas --y no de castañas, como la del influencer-- que resulta muy gustosa en el paladar y tiene, además, un perfil nutricional muy “correcto”, como señala Mireia Cabrera, nutricionista en la consulta Júlia Farré de Barcelona. A base de un 43 % de avellanas, fibra de achicoria, grasa láctea, cacao desgranado y lecitina de girasol, el producto de Natruly no peca de dulce y tiene un consistente sabor a avellana. Y, solo tiene 3,6 gramos de azúcar, frente a los 16,7 gramos de la crema de Carlos Ríos.
“Nunca pensamos que llegaríamos a alcanzar estos valores, pero tras dos años de intentos fallidos dimos con la fórmula”, explica Octavio Laguía, Cofundador y CEO de Natruly. Cabrera considera que esta crema de cacao “es una buena alternativa a las cremas azucaradas tradicionales”. No obstante, como matizan tanto ella como Robles, sigue siendo un producto de consumo ocasional. Asimismo, Cabrera incide que la mezcla de Natruly destaca por contener “una alta cantidad de fibra, un dato inusual en este tipo de alimentos”.
La carambola de la fibra de achicoria
El producto de Natruly utiliza la fibra de achicoria para endulzar la pasta de avellanas. Este ingrediente, lejos de ser una planta amazónica como sugiere su exótico nombre, es una hierba que crece en España. A lo largo de la historia, las raíces de este matojo se han empleado para muchos fines; en la posguerra española, por ejemplo, era considerado un sustituto del café.
Desde hace unos años, la achicoria se ha empleado como una especie de edulcorante que, además, también ayuda a crear textura y cremosidad a los alimentos. El cofundador y director general de Natruly, Octavio Laguía, señala que dar con este alimento “fue una auténtica carambola” y que, sin la presencia de esta planta, la crema no hubiera sido posible. “Al principio empleamos azúcar de coco, pero no conseguíamos rebajar demasiado el nivel de azúcar de la crema y tampoco tenía consistencia”. ¿Pero como una simple hierba puede endulzar un alimento? Según Robles, el secreto de la achicoria radica en que las raíces de estas contienen “azúcares simples” y por eso, cuando se incorpora en una receta, emula el sabor dulce.
Un precio elevado
La crema de Natruly no es precisamente barata. Cuesta 6,95 euros el bote de 285 gramos, casi el doble que la de Ríos. Pero desde la empresa no lo esconden, sino que se enorgullecen. “Cuando lanzas un producto en el supermercado hay tres variables que se deben tener en cuenta: el sabor, si es saludable o no y el precio. Nosotros escogimos las dos primeras”, explica Laguía. En la actualidad, este untable, se vende en la página web de Natruly y también en algunas cadenas de distribución como Carrefour.
Otro aspecto que también infiere en el precio del producto de Natruly es la extensa cantidad de avellanas que trae consigo la crema. “Piensa que la Nutella tiene un 13 % de avellanas y la nuestra un 43 %”, se escuda Laguía. “Es casi la mitad”, añade la nutricionista Cabrera. Esta gran cantidad de frutos secos también repercute en las calorías --500 kilocalorías por cada 100 gramos-- y las grasas --40,5 gramos por cada 100 gramos--. Pero “son valores comprensibles dados los ingredientes que la conforman”, matiza Cabrera.
El comportamiento “pretencioso” de Ríos
“Nosotros nos hemos reunido con Ríos en más de una ocasión y le explicamos cómo hacíamos nuestra crema”, explica Laguía a Consumidor Global. “En toda esta polémica creo que Ríos ha tenido un comportamiento un tanto pretencioso, él sabe mejor que nadie que hay más alternativas a la Nutella en el supermercado, pero lo presentó como si fuera su revolución”, señala el portavoz de Natruly sin ninguna pizca de rencor o enfado por plagiar “casi” su producto. Para Laguía, esto no es una competición. “Cuantos más seamos en la ecuación, mejor; el objetivo es quitar clientes a la industria de los ultraprocesados, da igual si me los coge a mí. Pero dejemos de colgarnos medallitas”, incide.
Desde Natruly saben lo que es pelear con la industria de los ultraprocesados como empresa pequeña, sin contar con una muchedumbre de fans como los que respaldan a Ríos. Un proceso que mejoró con la llegada de las redes sociales. “En la actualidad hay más voces que callar, y eso no se paga con dinero”. Aunque el emprendedor destaca que el reto ahora es detectar “las grandes corporaciones que se esconden dentro del sello orgánico, que son muchas”.