El cambio climático es un hecho cada vez más aceptado no solo a nivel social sino también institucional y empresarial. Prueba de ello son la propuesta de Ley de Residuos o las diferentes campañas en contra de los plásticos y de los envases de un solo uso. La compañía tecnológica Dell tiene un proyecto para usar plásticos recogidos de playas y ríos en el empaquetado de sus nuevos modelos; la marca de belleza L'Occitane vende sus productos en envases recargables, igual que Freshly o Lush, firma que, de hecho, está libre de plásticos; y supermercados como Lidl han eliminado las bolsas de plástico en todos sus establecimientos de España.
Para apostar por esta máxima de plásticos cero, empresas y particulares optan por las bolsas de tela o papel. Sin embargo, ¿son estas realmente más respetuosas con el medioambiente que las de plástico? Y, por encima de todo, ¿el problema real se esconde detrás del material del que estén hechas las bolsas o tiene el consumidor más peso de lo que cree?
Hemos “demonizado” el plástico
“Ha habido una batalla contra el plástico, pero nace más porque el consumidor hace un uso incorrecto del plástico que se ha demonizado que por otra cosa”, afirma Luis Ribó, cofundador de Circoolar. “Actuar contra el plástico es necesario, pero lo cierto es que lo hemos demonizado haciendo un uso macroabusivo”, apunta. A ese uso abusivo se refiere Fernando Gómez Soria, de Vivir sin Plástico, quien considera que “lo que no se puede es usar una bolsa cinco o diez veces y tirarla. Hay que utilizarlas incluso para comprar las cosas a granel”. “Lo más importante es la reutilización”, insiste Gómez Soria.
Coincide Carlos Varela al señalar que la importancia reside en el modo de tratar los materiales. “Es más respetuosa la tela si se trata como se debe. El plástico luego se tira en cualquier sitio y no se recicla bien, mientras que a la tela es más fácil darle otra vida”, subraya el jefe de planta de Recuperamos. “El problema es la separación, que no clasificamos bien los residuos. La gente echa a la basura el plástico y este no se recicla, mientras que la tela siempre se usa más”, analiza.
El textil, una industria muy contaminante
La tela, aunque esté usándose como alternativa al plástico, ¿es realmente lo más indicado? “Se han puesto de moda las bolsas de este material, pero no olvidemos que la industria textil es de las más contaminantes, genera residuos difíciles de reciclar. No es lo más sostenible”, critica Ribó. Gómez habla en la misma línea: “La tela tiene un gran impacto medioambiental que, de no usarse mucho la bolsa, no compensa”. Y no es solo la industria. “La gente no tiene tan claro cómo reciclar la tela”, asegura Varela, quien opina que “el consumidor tiene más conciencia de tirar el papel en su contenedor, tiene más asumido cómo se recicla este material”. Por ello, el jefe de planta de Recuperamos es contundente: “Yo me quedaría con las bolsas de papel”.
Por su parte, el cofundador de Circoolar llama la atención en torno a las bolsas fabricadas “con algodón orgánico, poliéster reciclado o ecológico”, lo que implica, dice, “menos dióxido de carbono, consumo de agua y energía”. “Lo potente sería el textil ecofriendly. Apostar por algodón orgánico certificado asegura que el origen de la bolsa es menos contaminante que la de plástico”, apunta. Gómez recuerda que “lo más sostenible es utilizar lo máximo posible cualquier bolsa que se tenga”. “Las bolsas de tela pueden durar toda la vida si se tratan bien, y son más resistentes que las de plástico, abultan menos… yo veo más lógico usar la bolsa de tela, siempre que sea con sentido”, sostiene. ¿Su consejo? “Usa la bolsa que tengas por casa hasta que dé de sí”.
Adaptación forzosa
Más allá de lo contaminante que pueda ser la industria textil, ¿se adaptará realmente el consumidor a reemplazar las bolsas de plástico? “Yo creo que sí, porque una vez al usuario le quitan el plástico no le queda más remedio que adaptarse, y es lo que se debería hacer”, responde Varela. “Creo que la gente aprenderá a reciclar gracias a que se le impongan las cosas. En los colegios ya se está formando en torno a la economía circular y la siguiente generación tendrá otra conciencia”, resalta.
“A la larga nos tendremos que acostumbrar”, indica Ribó, quien sostiene que aunque “la gente tiene más conciencia, también se piensa gastar más dinero para pagar una bolsa de plástico”. “Si seguimos con el uso abusivo del plástico de un solo uso, nos vamos a la mierda, no queda otra que acostumbrarse. Hemos avanzado mucho pero podríamos avanzar más”, señala. Por último, el cofundador de Circoolar alerta de que “no somos del todo conscientes de lo que se nos viene encima: vemos como algo muy lejano la crisis climática y necesitamos medidas que nos lleven a adoptar un comportamiento más sostenible”.