“Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Este refrán español define lo que son las nuevas patatas fritas con sabor a queso curado y trufa negra de Frit Ravich elaboradas en colaboración con la Escuela MasterChef que dirige el chef Jordi Cruz.
Y es que, más allá de las imágenes de una trufa negra inmensa y de un apetitoso queso curado, y de los reclamos “Edición especial”, “Chips prémium” y “Escuela MasterChef” que aparecen en el frontal del envase, estas patatas fritas “son exactamente iguales al resto que podemos encontrar en el supermercado y no tienen nada de prémium”, expone a Consumidor Global la nutricionista y tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles.
“De prémium sólo tienen el precio”
La bolsa de patatas fritas sabor a queso curado y trufa negra de 150 gramos de Frit Ravich cuesta 2,35 euros, un precio muy superior al de la inmensa mayoría de bolsas que se comercializa la industria alimentaria.
Sin embargo, a nivel nutricional “no tienen nada destacable: no llevan ni queso ni trufa, sólo aromas”, recalca la también nutricionista y tecnóloga de los alimentos Paloma Quintana, quien opina que estas patatas “de prémium sólo tienen el precio”.
Un ultraprocesado de ingredientes mediocres
Los ingredientes son: patatas seleccionadas, aceite de girasol y aroma de queso curado y trufa negra. “Llevan aceite de girasol en vez de aceite de oliva virgen extra, aromas, azúcar (sacarosa) y mucha sal. No contiene ningún ingrediente de calidad”, advierte Quintana. El “sabor a” del frontal de la bolsa “nos indica que sólo va a llevar aromas”, apunta Robles, quien explica que los aromas que ha utilizado Frit Ravich son “compuestos químicos que se sintetizan y recuerdan a la trufa y el queso”, pero que ni siquiera proceden de la trufa o el queso.
En el supermercado hay muchos productos gourmet o prémium que contienen ingredientes interesantes y son saludables, pero “estas patatas fritas no tienen ningún reclamo nutricional positivo. Son una chuchería ultraprocesada”, resume Quintana.
Falsas apariencias
Frit Ravich añade a su gama de patatas fritas autodenominada “Premium”, que ya cuenta con los sabores a aperitivo, jamón ibérico Enrique Tomás y queso de cabra y cebolla caramelizada, las de queso curado y trufa negra, aunque ninguno de los dos ingredientes esté presente en la composición del producto.
Utilizan el color dorado y el negro, y los reclamos de MasterChef, de la trufa negra y del queso curado, “para darle apariencia de prémium y venderte un producto como si fuera gourmet, pero no es el caso”, apunta Quintana. En su opinión, estos productos “son una tomadura de pelo”.
Si no tienen queso ni trufa, ¿a qué saben?
Pese a las reticencias que suscitan este tipo de ultraprocesados que tienen “sabor a” ingredientes de los que carecen, el equipo de Consumidor Global ha probado estas patatas fritas de Frit Ravich.
El aroma que sale de la bolsa es intenso y, después, al probar las patatas, se queda impregnado en las manos y en la boca durante más tiempo del deseado. Acorde a su aroma, tienen un sabor fuerte no apto para todos los públicos --ni siquiera para los amantes del queso--. Pese a que carecen de ellos, el gusto recuerda a la trufa y al queso. En resumen: no están mal, pero hay mejores patatas fritas que cuestan menos.