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El falso mito de las gasolineras ‘low cost’: ¿su producto es peor que el de las convencionales?

Las estaciones de servicio ajenas a las grandes compañías petroleras permiten al consumidor un ahorro de hasta 20 céntimos por litro de combustible

Teo Camino

Un hombre hace un repostaje en una gasolinera / FREEPIK

El barril de petróleo Brent costaba 38 dólares en noviembre, pero desde que llegaron las primeras vacunas --principal índice de recuperación económica-- no ha dejado de subir hasta casi duplicar su valor, que hoy es de 73 dólares. Como es lógico, el aumento del precio del crudo ha hecho que el de la gasolina haga lo propio hasta pasar de 1,4 euros el litro, una subida del 20% respecto a 2020.

“En general, las perspectivas para las economías familiares no son nada buenas, por lo que la gente pone cada vez más empeño en repostar donde le salga más barato”, expone a Consumidor Global el investigador científico del CSIC Antonio Turiel. Lo cierto es que, en función de la estación de servicio, los españoles pueden ahorrarse hasta 20 céntimos por litro de combustible. “Cuanto más alcista es el mercado, mayor volumen de ventas tenemos porque el consumidor es más sensible al precio”, explica Manel Montero, director general de Grupo Moure, matriz de la gasolinera low cost Autonetoil. La pregunta es: ¿tiene esta gasolina la misma calidad que la de las grandes compañías como Repsol, Cepsa y Bp o puede dañar el motor del vehículo?

Desmontando la leyenda

Decir que “la gasolina barata está menos refinada” o que “no todos los carburantes son iguales” es lo mismo que decir que “una copita de vino al día es bueno” o que “beber cerveza con moderación es saludable”: una leyenda urbana que los expertos se encargan de desmentir una y otra vez desde hace más de un lustro. “El carburante que hace funcionar el automóvil, que es lo más importante y el gran mito que hay que romper, es el mismo en todas las gasolineras de España”, afirma tajante el ingeniero químico Jordi Sanz, algo con lo que coincide Montero: “El producto es exactamente el mismo”.

Absolutamente todos los carburantes pasan los mismos controles de calidad --hay una única distribuidora estatal que gestiona, almacena y distribuye el combustible-- y los diferentes operadores cargan en sus camiones cisterna el mismo producto. “Lo de que las gasolineras low cost ofrecen un producto menos refinado es un falso mito”, insiste Sanz. Así pues, tal y como afirman los especialistas, ningún combustible legal es dañino para la salud del automóvil. De hecho, la mayoría de las marcas low cost “están vinculadas a una gran superficie y su modelo de negocio está asociado a servir de anzuelo”, advierte Turiel.

La única diferencia

La gasolina que pueden extraer los consumidores en una estación de servicio low cost o en una tradicional únicamente se diferencia por los aditivos que añaden las marcas. “Algunas añaden algún aditivo como detergentes o anticorrosivos para ‘cuidar’ más el interior del vehículo, pero no mejoran prácticamente el rendimiento del combustible”, apunta el ingeniero.

En cambio, Montero opina que con la manipulación del aditivo “sí das algo más de calidad al carburante. No es lo del anuncio de BP, pero sí hay cierta mejora”. La gasolinera de su empresa, Autonetoil, añade a sus combustibles un agregado de protección que después repercute en el precio final. Según un estudio del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Barcelona, la única diferencia entre una gasolina low cost y una convencional es el uso de aditivos, aunque el porcentaje de los mismos es casi imperceptible. “La realidad es que las diferencias de calidad entre gasolineras son mínimas”, zanja Turiel.

¿Por qué es más barata una que otra?

“¿Por qué es más barata una camiseta Kipsta que una Nike? La marca tiene mucho peso en el precio”, expone Sanz de forma esclarecedora. La localización de la estación, el hecho de que sea autoservicio o asistida y las campañas publicitarias también repercuten, como es lógico, en el precio final.

El precio de la materia prima es el mismo, aunque puede variar según los volúmenes de compra, algo que beneficia a grandes gasolineras como Cepsa, Bp y Repsol, que compran más combustible y lo venden más caro. “En menor medida, el precio también puede variar en función de los posibles aditivos, aunque es algo ínfimo”, sentencia Sanz, quien opina que habría que documentarse sobre lo que añade cada marca para saber qué es lo que se está pagando en realidad.