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Espirulina, la bacteria verde de aguas estancadas que venden como ‘milagrosa’
En el mercado cada vez hay más suplementos que contienen este peculiar nutriente de origen ancestral y que se promociona como un ‘superalimento’ sin evidencia científica
El conquistador español del siglo XVI Bernal Díaz del Castillo detalló en sus memorias todo lo que le sorprendió del nuevo continente. Allí, entre sus pensamientos y reflexiones, el explorador explicó que “hay una especie de pan hecho con un barro recogido de la superficie de un lago y tiene un sabor similar a nuestro queso”. El barro verdoso, muy parecido al musgo, no era más que espirulina, el nuevo superalimento de moda.
Pero a los conquistadores no les entusiasmó eso de comer las algas de las aguas estancadas y, cuando drenaron los lagos del Valle de México para sanearlos, perdieron parte del apreciado cultivo de los aztecas. De hecho, el consumo de espirulina quedó en el olvido durante siglos y no se volvió a pronunciar su nombre hasta la década de 1940, cuando unos investigadores franceses observaron a la tribu de los Kanembu, en el lago Chad de África, tomarla junto con el pan. Así, de forma paulatina, el nombre de espirulina ha ido escalando en la industria alimentaria hasta inundar los lineales del supermercado. Se vende principalmente como complemento alimenticio o como un tipo de pasta. Sus más fervientes paladines defienden un alud de beneficios con unos resultados de los más prometedores. Sin embargo, a día de hoy, ningún estudio científico exhaustivo los avalan. ¿Es la espirulina otro vendehúmos más del supermercado?
“Ayer aloe vera, hoy espirulina”
La mayoría de los nutricionistas rechazan el término superalimento. “La nutrición es un conjunto, un alimento no te va a expirar los excesos de una mala alimentación o una vida sedentaria”, asevera Luis Cabañas, secretario del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODINuCoVa). Por ello, este especialista afirma que “no hay una evidencia científica suficiente como para recomendar la espirulina, aún no se conoce de manera detallada cómo se digiere y se absorbe en el organismo”.
Cabañas explica que “si tuviera un paciente que quisiera tomarla, le preguntaría: ¿toma usted espinacas? ¿y plátano? Si las dos respuestas son afirmativas, no tiene ningún sentido comprar suplementos de este estilo”. Para el secretario del colegio valenciano este boom responde a una estrategia de marketing: “Es lo de siempre, ayer era el aloe vera, hoy la espirulina, mañana ya se verá”.
El sector se defiende
Nicolás Mazurier es el propietario de Ecospirulina, una empresa que se dedica al cultivo de esta alga ancestral. “La espirulina es una cianobacteria, un tipo de bacteria capaz de realizar la fotosíntesis. Cuando la Tierra se formó, las cianobacterias fueron los primeros microorganismos en poblar el planeta y gracias a la producción de su oxígeno se formó la capa de ozono”, explica
A juicio del empresario, el beneficio para la capa de ozono ya es suficiente argumento como para respetar este alimento y sus propiedades. Según Mazurier, la espirulina puede ayudar a “diabéticos, personas con colesterol alto, mujeres durante la menstruación, carencia de hierro y deportistas”. De hecho, para él todos deberían consumir este superalimento, ya que “ayuda a equilibrar o complementar su alimentación”. Y es que en la actualidad muchas personas “comen rápido en la oficina y necesitan un aporte de vitaminas y antioxidantes extra, ya que su dieta peca de productos ultraprocesados”.
La espirulina también es ‘made in China’
El sector de la espirulina también sufre intrusismo. “Me atrevo a decir que el 90 % de los productos que se venden son con espirulina de origen chino”, denuncia Mazurier. De hecho, en España sólo hay seis empresas que produzcan este alimento de manera artesanal.
La que procede de Asia “está deshidratada a temperaturas muy altas, de casi 200 grados y eso acaba con todos sus beneficios nutricionales”. Otro apunte importante para distinguir la china de la artesanal es la forma en la que se vende. “Se debe desconfiar del formato polvo, la forma idónea es tipo fideos, de esta manera se conservan sus filamentos y no se oxigena”, añade el empresario.
Otro ‘health claim’
“La espirulina es otro health claim más”, advierte Cabañas. Los health claim son reclamos publicitarios que hacen referencia a beneficios de un producto en la salud de las personas sin estar siempre científicamente justificados.
Esta estrategia de marketing está avalada por la ley y casi todas las empresas alimenticias la utilizan con tal de convencer al consumidor más exigente. “Es lo mismo que el caso de Actimel que por contener un mínimo de B6 o Piridoxina ya se vendía como el alimento que ayuda a las defensas, cuando en realidad un plátano contiene tres veces más que el producto de Danone”, concluye el nutricionista.
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