En un intento por reducir el número de fallecidos que provocan las enfermedades cardiovasculares en España --120.000 en 2020--, el Ministerio de Sanidad pretendía colaborar con bares y restaurantes para promover la dieta mediterránea, como modelo de alimentación cardiosaludable, “sin incluir en ella el consumo de alcohol". La recomendación levantó tal polémica, que el Gobierno tuvo que recular. Pero, ¿qué opinan los cardiólogos de quitar el vino y la cerveza del menú del día? ¿Cómo sería para ellos el almuerzo perfecto? Lo cierto es que impera la división de opiniones…
Desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) apoyan la Estrategia en Salud Cardiovascular del Sistema Nacional de Salud que se ha aprobado para fomentar la dieta y el estilo de vida mediterráneos. Sin embargo, en cuanto a la polémica de quitar el alcohol del menú del día, “sólo en casos muy concretos en los que el corazón está muy deteriorado, tenemos que recomendar la abstinencia absoluta de alcohol”, argumenta el presidente de la SEC, Julián Pérez-Villacastín.
¿Qué es un consumo moderado de alcohol?
Mientras la Federación Mundial del Corazón insiste una y otra vez en que ninguna cantidad de alcohol previene enfermedades cardíacas, y recuerda que en 2019 más de 2,4 millones de personas murieron a causa del alcohol, Pérez-Villacastín nada a contracorriente y asegura que ahora mismo no existen evidencias en contra de consumir una o dos copas de vino al día.
“Hay incluso datos que podrían demostrar que esas cantidades moderadas de alcohol pueden ser beneficiosas para la salud cardiovascular en la mayor parte de las personas”, añade el doctor antes de matizar que “alcohol, cuanto menos, mejor”.
A favor de un menú del día sin vino ni cerveza
“Con la evidencia científica sobre la mesa, no se puede recomendar el consumo de alcohol”, expone a este medio el cardiólogo de Sanitas, Juan Carlos Portugal, quien explica que el único consumo seguro de bebidas alcohólicas es cero.
El doctor va incluso más allá cuando asegura que es “necesario” dejar de recomendarlo como parte de la dieta mediterránea, aunque reconoce que el sector del vino es muy potente y de ahí la marcha atrás de Sanidad. “Basta ya de atribuir supuestos beneficios para la salud al vino y la cerveza”, sentencia Portugal.
Menos prohibiciones y más información
Siempre práctico, el miembro de la Sociedad Española de Cardiología y doctor de Vithas Internacional, Juan Antonio Corbalán, coincide en que el único consumo de alcohol seguro es cero, “pero por esa regla de tres tendríamos que estar siempre con mascarilla y no salir de casa porque la contaminación perjudica”.
La recomendación de Sanidad de excluir el vino del menú de mediodía “me parece una medida más estética que otra cosa”, opina Corbalán, quien explica que él es más “permisivo” y que confía en una sociedad formada. “Sanidad está en su obligación de decirlo, pero la prohibición de todo no es la mejor opción”, sentencia. Y es que, a juzgar por los expertos, hay medidas más sencillas y urgentes para cuidar el corazón de los españoles.
Otros cambios más necesarios
Los españoles consumen de media 9,8 gramos de sal al día, según la Federación Española de Nutrición (FEN), lo que es casi el doble de la cucharada sopera (5 gramos) que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y el exceso de sal supone un riesgo para la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca, entre otras enfermedades. Para que el menú del día sea perfecto hay medidas más urgentes “como reducir el consumo de sal”, advierte Portugal, quien critica que se haya puesto de moda aliñar los platos con sal rosa del Himalaya, que, al fin y al cabo, es sodio igual.
“La gente se ha acostumbrado al salado, y hay que dejar de incentivar el uso de sales de la Antártida recogidas por pingüinos emperadores para decorar el plato como hacen en determinados programadas de televisión”, apunta el cardiólogo. A su parecer, igual que en algunos establecimientos se cobra por el extra de mayonesa y de otras salsas, habría que hacer lo mismo con la sal y no ponerla en la mesa con el aceite. “Al final, si reduces el consumo de sodio, te acostumbras rápido, y a mí me llegarían menos pacientes”, sentencia. “Esta solución me parece mucho más inteligente. Desde el punto de vista cardiológico, es positivo que se restrinja la sal”, coincide Corbalán.