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Cuando escribir mal se convierte en negocio: las estrategias de las marcas para captar tu atención
Las grandes empresas apuestan por poner nombres con errores ortográficos a sus productos para diferenciarlos de la competencia, acercarlos al consumidor y conseguir un mejor posicionamiento en los buscadores
Comer en el restaurante Herpes Pizza, coger el Mitsubishi Pajero para volver a casa y merendar unas galletas Chochitos ricos con mantequilla de Cantabria o una crema de Knorr llamada Pota mientras le echas un poco de comida Asco a tu mascota es posible. A veces, las empresas cometen errores flagrantes a la hora de elegir el nombre de sus productos, aunque, casi siempre, trabajan el naming con especialistas en branding para llamar la atención de los consumidores.
Una de las estrategias recurrentes adoptadas por los creativos y compradas por las compañías es la de poner nombres con errores ortográficos --Bienstar, Pezezitos, Froot Loops, Mortal Kombat y un largo etcétera--. “Una forma de acercar el producto al público es adaptando el lenguaje a la manera de escribir en WhatsApp”, expone a Consumidor Global Emili Vizuete, director del máster en Comercio y Finanzas de la UB, en referencia al programa de CaixaBank para jóvenes (LKXA) y a la tendencia que existe de utilizar el lenguaje creado a partir de los SMS en publicidad. “Escribir mal un nombre no está mal visto. Es triste, pero es así”, añade este experto. Realmente, ¿vende más escribir mal los nombres o es una estrategia comercial fallida?
Estímulos visuales
El naming es la carta de presentación del producto o de la marca, y escribir mal está de moda porque “funciona”, apunta Neus Soler, profesora de Marketing e Investigación de Mercados de la UOC, quien explica que, por notoriedad, está demostradísimo que todos los estímulos que entran por la vista el cerebro los retiene mucho mejor. “Si tú ves Pezezitos o Bienstar te vas a fijar más, y te va a quedar grabado. Ahí es cuando se produce un recordatorio de marca, y eso posiciona y otorga notoriedad”, añade la especialista sobre los nombres pegadizos y fáciles de recordar que eligen las empresas para entrar en la mente del consumidor.
En la misma línea, Vizuete explica que escribir mal un nombre es un “sello diferenciador que te permite hacerte una idea sobre de qué va la empresa”, pero también puede ser que la marca Bienestar ya esté registrada. A la hora de patentar un nombre de un alimento básico, “los términos comunes no te los van a admitir porque dejarías en desventaja al resto del sector”, apunta Soler.
El SEO, la nueva Biblia
Hace 20 años a muchas personas le “sangraban los ojos” al leer Pezezitos u otros errores ortográficos intencionados en los frontales de los productos. A día de hoy, en cambio, “el lenguaje comercial no pasa ningún filtro de diccionario, sino de SEO”, apunta Vizuete.
Si alguien busca ‘bienestar’ en Google le saldrán infinidad de resultados, pero ninguno relacionado con la línea de productos de El Pozo. “Para la marca es muy complicado competir con estos resultados, por eso optan por palabras melódicas de dominio libre, aunque no sean correctas”, explica Soler, quien asegura que las empresas también buscan nombres cuyos perfiles en redes sociales estén disponibles. “Te ahorras pagar mucho SEO y ganas tráfico”, sentencia Vizuete.
Una campaña fallida
Sin embargo, en ocasiones algunas campañas publicitarias dirigidas a un público infantil que escriben mal las palabras han sido duramente criticadas. La campaña de Chupa Chups de 2015, que incluía términos como “cabesa”, “matocao” y otras palabras con erratas, “no fue una buena estrategia porque salieron muchos padres, que estaban preocupados por la educación de sus hijos, a criticarla”, recuerda Soler, quien opina que la publicidad dirigida a niños con faltas de ortografía “se te puede volver en contra”. La idea era ser más cercano, pero resultó “fallida”.
Según esta experta, cada vez será más habitual ver palabras mal escritas en publicidad porque “las marcas intentan estar al día” y la gente, en WhatsApp, por ejemplo, habla mucho con la k y con otros diminutivos.
Meteduras de pata
Desde el Opel Ascona --vagina, en portugués--, el vino Cuatro rayas o la compañía Kagada Corporation, hasta la empresa de seguros contra incendios Palma Peña SL, las meteduras de pata en este campo son casi infinitas. Errores que se pagan caros.
“Solo con leer el nombre deberías poder ver qué hay detrás de la marca”, recuerda Soler. Y es que, tal y como decía el fundador y presidente de ABC Namebank Naseem Javed, “tener un mal nombre es la mejor ayuda para la competencia”.
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