Miradas, silbidos, piropos y comentarios inadecuados o sentir que alguien te sigue cuando vas de camino a casa. Son situaciones, demasiado comunes, que muchas mujeres han sufrido en alguna ocasión a lo largo de su vida. Un estudio de la ONG Plan Internacional señala que el 84 % de las niñas y mujeres de Madrid aseguran haber recibido algún tipo de acoso sexual en la calle. Según esta misma entidad, menos del 9 % acaba en denuncia. Otro estudio de la consultora Ipsos recoge que en España una de cada tres mujeres reconoce haber padecido acoso en espacios públicos durante 2020 y un 59 % de las encuestadas adapta su ropa y su apariencia cuando sale a la calle.
La mayoría de las mujeres españolas sienten miedo cuando regresan a sus casas solas a ciertas horas. Éste es uno de los motivos por los que el Consejo de Ministros ha aprobado la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida popularmente como la Ley del solo sí es sí. A partir de ahora, el acoso callejero pasará a ser delito. Y, aunque la medida es bienvenida por las asociaciones que luchan contra el maltrato a la mujer, Carmen Benito, presidenta de la Asociación de Mujeres Unidas contra el Maltrato (MUM), sostiene que “esta ley es importante, pero se seguirán cometiendo agresiones. Lo que hay que cambiar es la mentalidad”. La ONG que preside apoya a las víctimas de la violencia machista que se encuentran en una situación de peligro.
Un método de autodefensa
Hasta ahora, uno de los métodos más utilizados por las mujeres para sentirse seguras en la calle eran los artículos de disuasión y autodefensa como esprays de pimienta o botones del pánico --al presionarlo éste emite un sonido que alerta del peligro--. En España, estos artículos se pueden encontrar en armerías y comercios autorizados, tanto en tiendas físicas como online. Los esprays de pimienta son unos dispositivos de autodefensa que disparan un aerosol que paraliza al agresor sin ser letal. En España, estos productos deben estar homologados por la Comisión Interministerial Permanente de Armas y Explosivos (CIPAE) y su autorización se obtiene del Ministerio de Sanidad y Consumo.
“Los efectos de usar el espray son dificultad para respirar, lagrimeo en los ojos, tos y una sensación desagradable de escozor que dura entre 15 y 20 minutos”, explica Javier Conde, director de Shoke, una tienda especializada en este tipo de artículos. Sin embargo, la efectividad del modelo español es dudosa, ya que dicha homologación prohíbe que se supere el 6 % del principio activo que provoca los efectos adversos, la capsaicina. Por eso, algunas mujeres prefieren comprarlo en Andorra, donde el porcentaje es notablemente mayor.
La alternativa andorrana
En España se puede encontrar espray de pimienta no sólo en tiendas físicas especializadas, sino también en plataformas online como Amazon o Ravell. El precio ronda los 15 euros y las marcas más populares son Fitodefensa o Sabre. Pero también hay un mercado de contrabando que tiene su base en Andorra. “Se vende bastante. Los de aquí añaden concentraciones más altas de capsaicina, de hasta un 30 %. En España este producto no está homologado, pero sí en Bélgica o Francia”, explica a Consumidor Global un comerciante de Andorra que prefiere no revelar su identidad.
Desde este pequeño país vecino, este vendedor envía regularmente a España esprays de pimienta no regulados. “Tenemos muchísimos pedidos desde hace años. Nosotros enviamos productos a todo el país. El que más vendemos es el de la marca KO y luego otro que es francés y se utiliza en las gendarmerías”, indica, sin desvelar el método que usa para vender estos productos en España. El precio, además, es similar a los que ya se encuentran en el mercado español.
¿Quiénes compran este producto?
“Vienen muchas chicas de 20 a 40 años, no hay una edad concreta, también viene mucho padre que compra para su hija o algún chico para su novia”, explica Conde, de la tienda Shoke. El perfil de compradores de esprays que llegan de Andorra es el mismo. Además, hay asociaciones que luchan contra el maltrato que aconsejan a mujeres que han sufrido algún episodio de violencia o estén en situación de peligro que se hagan con uno.
“Muchas llevan protección y pocas lo han tenido que usar, pero en alguna ocasión les ha venido muy bien”, explica Benito. Sin embargo, reconoce que este producto sirve más como refuerzo psicológico que para usarlo en una situación real. “Es un apoyo. En una situación de peligro, lo mejor es pedir ayuda o salir corriendo, porque no se sabe lo que puede pasar”, reconoce. La presidenta de MUM recuerda algún episodio desagradable que ha sufrido en primera persona. “No llevaba encima el espray y tuve que salir corriendo”, asegura. Ahora, como tantas mujeres, tiene la esperanza de que la futura ley, aunque no cree que vaya a reducir los ataques, al menos sirva para que las condenas sean más justas.