Durante el periodo estival aumentan las relaciones sexuales ocasionales con personas desconocidas y, en general, el número de parejas sexuales. Este hecho hace que la probabilidad de adquirir una ETS o enfermedad de transmisión sexual en verano sea mayor. En concreto, algunos observatorios estiman un incremento de diagnóstico de ETS del 15% en el segundo semestre del año, muchas de ellas adquiridas en la época estival, según asegura en una entrevista con Infosalus el doctor Juan González García, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
También se produce un incremento de las relaciones sexuales en contexto de viajes, y “relaciones sexuales asociadas a consumo de sustancias desinhibidoras y facilitadoras de las relaciones como el alcohol", relata el experto, quien advierte de que en estos contextos las relaciones íntimas van acompañadas de un menor uso de métodos de barrera como el preservativo, "muy eficaz" en la prevención de transmisión de ETS. Al mismo tiempo, el especialista añade que “cualquier infección del espectro de las ETS por papilomavirus humano, herpes, sífilis, gonococias, clamidia, hepatitis, VIH, entre otras, puede tener su origen en las relaciones sexuales durante el verano".
¿Cómo sospechar de ellas?
El primer motivo de sospecha es reconocer que hemos tenido una relación sexual sin protección con riesgo de transmisión de una ETS en las semanas o meses previos, un aspecto que se debe comunicar al médico cuando se consulte por un síntoma nuevo. En cuanto a síntomas, el especialista concreta que la sospecha aumenta cuando aparecen alteraciones en las mucosas genitales --dolor, picor, inflamación, secreciones, úlceras, etc--, o de mucosas de otras zonas en contacto con zonas genitales durante la relación sexual, por ejemplo, orofaríngea o anal.
"Pero hay ETS cuya manifestación no se limita a mucosas o área genital, por ejemplo la infección por VIH que puede debutar como un síndrome viral agudo --fiebre, exantema, adenopatías, etc-- o las hepatitis por virus de hepatitis A, B o C que cursarán con un cuadro típico de hepatitis aguda", aclara el doctor González García. Por otro lado, destaca que hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, las ETS pueden ser asintomáticas, por lo que si nos consta que una persona con la que hemos tenido relaciones sexuales no protegidas ha sido diagnosticada de una ETS debemos comentarlo con nuestro médico de Atención Primaria para realizar el cribado pertinente, y si éste resulta positivo, aunque no tengamos síntomas, recibir el tratamiento adecuado.
¿Cómo prevenir las ETS?
En opinión del portavoz de la Seimc, prevenir la transmisión de ETS de forma radical sólo es posible si se evitan toda clase de relaciones sexuales o se practican en parejas cerradas donde ninguno de los dos tiene una ETS. "Como estamos hablando de las relaciones sexuales en contexto del verano, la estrategia anterior no es una opción. En este caso la mejor medida para disminuir drásticamente el riego de transmisión de ETS es el uso de preservativo durante toda la relación y en todo tipo de relación, incluida la orogenital. En este caso también es posible utilizar barreras bucales. Si estos métodos barrera se utilizan bien, disminuye en un 90% el riesgo de transmisión de ETS", asegura el experto.
Otra forma de prevenir las ETS a nivel colectivo es que las personas con relaciones de riesgo realicen cribados frecuentes de ETS en los servicios de Atención Primaria o en clínicas específicas de ETS. "Ya hemos comentado que en muchos casos son asintomáticas. Si se diagnostican estos casos de forma precoz se pueden tratar de una manera más fácil y reducir el riesgo de transmisión a sus parejas sexuales", aclara. También cabe tener en cuenta que el uso de juguetes sexuales puede contribuir a la transmisión de ETS, pues facilita el contacto de mucosas con fluidos sexuales y sin que haya de por medio métodos barrera, lo que crea una falsa percepción de seguridad. "No usar estos dispositivos disminuirá el riesgo de transmisión de ETS", zanja el doctor González.
¿Y si fallan las barreras?
Hay situaciones en que las relaciones sexuales se realizan intentando controlar la transmisión de ETS con métodos barrera pero accidentalmente estos fallan, por ejemplo, cuando tiene lugar una rotura de preservativo. "En esta situación es adecuado consultar con un servicio de urgencia de hospital o de clínica de ETS para recibir el consejo, y en su caso la profilaxis adecuada en función del riesgo estimado de haber adquirido una determinada ETS", apunta el experto.
De hecho, indica que el cálculo de este riesgo será "tanto más preciso cuántos más datos" se puedan aportar al tipo de relación y del estado de salud de la pareja con la que se mantuvo dicha relación. "Por ello, cuando es posible, es mejor realizar la evaluación conjuntamente de todas las personas implicadas en la relación. De esta manera se pueden evitar tratamientos/profilaxis innecesarias, que no siempre están exentas de efectos adversos, además del coste que suponen", recalca.
¿Son efectivas las vacunas para la prevención?
Lo cierto es que algunas ETS --como la hepatitis B, la hepatitis A, o la infección por papilomavirus humano-- pueden prevenirse "muy efectivamente" con vacunas, según ensalza. "Hay que tener en cuenta que la inmunización requiere varias dosis y meses para ser efectiva", precisa.
Por último, señala que en algunos casos se puede realizar una profilaxis post-exposición, cuando se ha tenido una relación no protegida con una fuente que conocemos está infectada y hay alto riesgo de que nos haya transmitido dicha infección: "el caso paradigmático es la profilaxis post-exposición con un paciente con infección conocida o muy probable por VIH y sin tratamiento. En estos casos la profilaxis con antirretrovirales durante 28 días puede reducir en más del 90% el riesgo de transmisión", sentencia.