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El 'carsharing', el 'renting' y el alquiler por días plantan cara al vehículo privado

Estos transportes, cuyo uso era anecdótico hace unos años, son ahora una opción esencial para muchos usuarios

Mónica Timón

Un coche de una empresa de renting / Unsplash

Hace un par de décadas, la adquisición de un vehículo propio podía situarse como una de las decisiones de compra más importantes para una persona. Por aquel entonces, el dilema para los compradores se encontraba en elegir entre un diésel o un gasolina o entre estrenar un coche u optar por uno de segunda mano. Pero esa tendencia a contar con un vehículo en propiedad ha perdido fuerza con la llegada de otras alternativas como los coches compartidos, el alquiler mensual o renting y pagar por días de uso.

En la actualidad, muchos usuarios se preguntan si, con tantas opciones disponibles, la mejora de las infraestructuras y las frecuencias del transporte público, es necesario comprarse un  automóvil. 

Descenso de la compra

“La sociedad actual busca servicios, no productos”, detalla a Consumidor Global Dionisio González, experto en movilidad de la Unión Internacional del Transporte Público. Excepto en casos de uso intensivo para desplazamientos habituales, “el coche no se presenta nunca como la mejor opción”, matiza. En su opinión, siempre que las necesidades de desplazamiento de los ciudadanos estén atendidas correctamente con alternativas atractivas, sobre todo en cuanto a costes y tiempo, “habrá más personas que opten por no disponer de un vehículo en propiedad”.

Sin embargo, este aumento constante en los últimos años ha frenado su avance por el coronavirus. “El transporte público o compartido ahora mismo da desconfianza a muchos usuarios, que han vuelto a optar por el vehículo privado”, explica Mario Arnaldo, presidente de la Asociación de Automovilistas Europeos Asociados (AEA).

El 'Netflix' de los coches

Coincide con esta visión Hans Christ, director y cofundador de Bipi, una startup española de suscripción de coches. “El Covid ha cambiado la movilidad y el transporte privado se ha convertido en el medio preferido para la mayoría de los españoles, pero la situación económica y la inestabilidad hacen que no todos puedan comprarse un vehículo si no contaban ya con uno”, añade Christ. En concreto, Bipi ofrece 40 modelos de vehículos diferentes por precios que varían desde los 199 euros al mes --por un Fiat 500-- hasta los 999 euros, si se opta por los modelos Tesla, con todo incluido.

Este cambio responde a que el sentido de propiedad no es el mismo que hace unas décadas, cuando poseer una casa o un coche era señal de estatus. “La tendencia ha cambiado de la posesión a pagar solo por lo que se utiliza”, añade. Entre las principales ventajas de estas alternativas, se encuentran la flexibilidad de elegir el vehículo que se quiere o se necesita en ese momento y devolverlo si las circunstancias cambian. También es un punto a favor la digitalización, es decir, poder alquilar el vehículo por minutos, horas, días o meses a través de una app o una web, sin necesidad de visitar concesionarios.

El factor económico

Optar por una opción u otra dependerá de cada usuario. “Si una persona realiza más de 20.000 kilómetros al año o varios miembros de la familia utilizan el mismo vehículo, seguramente  compensa más contar con un coche privado”, matiza Arnaldo. En todo caso, para tomar la mejor decisión, hay que valorar algunos factores, como la inversión o el combustible, y también el tiempo que se pierde en los atascos, los accidentes o la contribución a una peor calidad del aire, agrega González.

Tener un vehículo propio no solo supone un desembolso inicial para adquirirlo, sino que también se necesita liquidez para su mantenimiento,  los seguros, la gasolina y los impuestos asociados. Según un estudio realizado por la AEA, tener un coche de gasolina cuesta de media unos 6.600 euros por cada 15.000 kilómetros recorridos. Y, en el caso de un coche diésel, el gasto sería de 4.395 euros.

El ahorro de compartir

El precio de usar uno de los vehículos de carsharing disponibles en algunas ciudades españolas varía según la marca, pero se sitúan en horquillas similares. La cuota de alta suele ser inferior a diez euros y después se cobran entre 17 céntimos y 31 céntimos por minuto de conducción. Hay tarifas diarias, que rondan los 60 euros, o tarifas fijas a destinos concretos, como el aeropuerto. Alejandro Fernández trabaja en un restaurante del centro de la capital española, a unos pocos kilómetros de su residencia. “No me compensa tener coche propio por dos motivos: porque necesitaría pagar una plaza de aparcamiento y porque no lo uso lo suficiente como para que su mantenimiento me sea rentable”, explica a este medio. Así, este madrileño prefiere el transporte público o alquilar un coche por minutos. “Pago menos de cinco euros por trayecto y me olvido del seguro, la gasolina y las revisiones”, añade.

Pero no hay que demonizar en ningún caso al coche, pues cumple una función esencial para muchos usuarios. Es el caso de Cristina Suárez, una zamorana de 25 años para quien resulta imprescindible. “Mi familia vive en un pueblo cercano a Zamora al que no llegan los autobuses. La alternativa para ir a verlos sería pedir a mis padres que vinieran a recogerme cada vez”, cuenta la joven. A esto se suma que su pareja trabaja en un polígono al que tampoco se puede llegar sin vehículo propio, agrega. Además, el coche privado aporta al usuario comodidad e incluso cierto estatus, que pueden ser determinantes para algunos conductores, concluye González.