“Hagas lo que hagas, ponte bragas”, dijo Phoebe a Chandler en Friends cuando lo encontró encerrado y desnudo en el baño porque Julia Roberts, que hacía un cameo en la serie, lo había recluido para vengarse de una antigua ofensa. Phoebe rescató a su amigo y fue entonces cuando le regaló esta mítica frase.
Hay bragas para todo, y toda mujer tiene su propia colección. Están las holgadas para las noches de verano, las sexis, las rojas de fin de año, las de deporte, las de dormir, las que tienen su conjunto, las que traen suerte o las básicas que venían en pack y se repiten en tres colores más. También están las de la regla, aquellas especialmente guardadas para las semanas en que se está menstruando. Lo curioso del caso es que este tipo de prenda no está diseñada para suplir esta necesidad, pero al ser las más gastadas y cedidas, las viejas de toda la vida, ejercen correctamente su función. Y, aunque toda mujer dispone de este tipo de recurso, ¿por qué casi nadie tiene bragas menstruales?
Qué son y cómo funcionan
Las bragas menstruales son muy parecidas a las tradicionales, salvo que la parte de abajo es más abultada porque “tiene en su interior un tejido técnico especial que absorbe el flujo menstrual”, explican desde Cyclo, una empresa española que vende productos de menstruación sostenible. Su uso no requiere de ninguna técnica y, como explican desde esta compañía, “sólo hay que utilizarlas, menstruar, lavarlas y… ¡vuelta a empezar!”.
Clara Guasch, cofundadora de Cocoro, la primera empresa en fabricar este tipo de producto, explica a Consumidor Global que lo único que hay que tener en cuenta una vez se adquieren es “no exponerlas al calor extremo, por ello, mejor no plancharlas o ponerlas en la secadora”. También es importante “no emplear suavizante” al lavarlas y, “siempre que se pueda, usar un jabón neutro o de ropa delicada”. Las bragas menstruales, además, pueden emplearse entre 3 y 5 años, dependiendo del fabricante.
La experiencia
La expectación en el grupo de WhatsApp no podía ser más elevada. Estaba a punto de probar unas bragas menstruales y mis amigas esperaban impacientes la crónica. Ninguna de ellas había probado antes unas, yo era la primera. ¿Por qué? “Supongo que por esos mitos sobre que la sangre menstrual huele mal”, opinan desde Cyclo. “Por desconocimiento y porque piensan que eso de lavar las compresas o las bragas es de abuela”, añaden desde Cocoro.
En el grupo de WhatsApp salieron otros argumentos igual de desconcertantes: “Que si sangro mucho y no me aguantara” o “que si sangro poco y no me hace falta”. Parece que este invento no acaba de convencer a nadie así de primeras, pero la realidad es que, hasta la fecha y a juicio de esta servidora, cumplen su función. Tras utilizarlas durante la noche, por la mañana tienes la sensación de haber manchado, pero la sorpresa es que el tejido aguanta totalmente seco. Era el primer día de menstruación y pasaron el corte.
Ningún riesgo para la salud
La ginecóloga Miriam Al Abid asegura que utilizar bragas menstruales no representa ningún riesgo para la salud, “son completamente seguras, tienen una construcción en capas que favorecen la absorción e impiden la formación de bacterias”. La mayoría de estas opciones están hechas con algodón orgánico que no altera el pH de la vulva. De hecho, las compresas o tampones desechables están compuestos por una mezcla de plástico y celulosa, dos materiales que pueden ser perjudiciales para la salud de las mujeres. Según la Fundación para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable (Rezero) una mujer menstruante pasa, a lo largo de su vida, unas 57.600 horas en contacto con "compuestos químicos tóxicos" como cloro o aditivos petroquímicos presentes en todos los tapones y las compresas de un solo uso.
En la actualidad son muchas las tiendas que venden bragas menstruales. Aparte de Cyclo y Cocoro, también están disponibles en Plátano Melón, Uniqlo, Primark, Amazon y las perfumerías Druni. El precio de estas prendas varía según la marca, no obstante, ninguna baja los 17 o 20 euros, un coste algo elevado pero que compensa por su durabilidad. Además, también existen tangas menstruales, no obstante estos están pensados para los días en que el sangrado no es tan fuerte.
Residuos menstruales: 500 años en desaparecer
El coste ecológico de la menstruación es muy elevado. Una compresa o tampón tarda 500 años en descomponerse y una sola mujer puede utilizar hasta cinco en un sólo día. Según un informe de Zero Waste Europe realizado en el ámbito europeo, una mujer, a lo largo de su vida, emplea una media de 12.000 productos, lo que supone además un gasto total que va de los 1.500 a los 7.500 euros según el país. En contraposición, los costes de las alternativas reutilizables, tal y como estima el mismo estudio, rondan los 100 euros en los países de la UE.
Según este estudio, la huella de carbono asociada a los productos menstruales de un solo uso que utiliza una persona a lo largo de un año alcanza los 5,3 kg de CO2. Las alternativas de usar y tirar contribuyen a la desforestación de bosques y también a la contaminación de los mares. “Hay que tomar conciencia de lo que suponen las compresas y los tampones de un solo uso para el planeta, no únicamente para el medio ambiente, sino también para la salud de las propias mujeres”, concluye Guasch.