Tu teléfono empieza a sonar y, cuando lo descuelgas, una voz te ofrece un contrato con una compañía en el que podrás acogerte a una oferta especial. Sólo para ti. Hoy. La fecha señalada. ¿Reconoces esta historia?
Desde 2018 los vendedores puerta a puerta o asustaviejas, como se los conoce coloquialmente, ya no pasean por las calles. El Gobierno prohibió esta práctica y, desde entonces, las patrullas de comerciales dispuestos a venderte una tarifa en el salón de tu casa se convirtieron en teleoperadores. Cada temporada cambian de número, por lo general empiezan con un 900, aunque no siempre. Llaman, no especifican qué quieren ofrecerte, ni tampoco para qué compañía trabajan. Suelen ser empresas subcontratadas por las compañías eléctricas que inventan todo tipo de triquiñuelas con el objetivo de que el incauto usuario firme un contrato en el mercado libre. Y ahora, en plena ola de calor y subida de los precios de la luz, vuelven a llamar, una vez más, hasta que el cuerpo aguante.
La legalidad de las llamadas
Cuando suceden este tipo de situaciones, es inevitable pensar: ¿esto es legal? “Sí, es legal, aunque si incumplen una serie de criterios esta práctica se puede denunciar en la Agencia Española de Protección de Datos”, señala Rosana Pérez, abogada, profesora de la UOC y Vocal de la Subcomisión sobre Derechos de los Consumidores del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE). Estos requisitos están expuestos en la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, más en concreto en el artículo 96 cuya función es regular las comunicaciones comerciales.
Por ejemplo, según detalla esta experta, el número no puede ser oculto, tiene que ser identificable para el consumidor. También están obligados a comunicar la finalidad de la llamada para que haya derecho a oposición si no se requiere el servicio y siempre te deben llamar de entre las nueve de la mañana a nueve de la noche, “si lo hacen antes o después de este horario es penalizable”.
¿Qué ganan las compañías?
Este tejemaneje de llamadas no es en balde, sino que tiene un fin lucrativo por parte de las compañías eléctricas. “La lucha siempre es la misma, hacer que los consumidores del mercado regulado se pasen al mercado libre”, advierte Pedro Antonio Martínez, ingeniero eléctrico y especialista en el sector. Esto se debe a que en el mercado regulado --que está controlado por el Gobierno--, “sólo se puede vender luz”, mientras que en el libre “las compañías ofrecen todo tipo de servicios, como seguros del hogar, de electrodomésticos…”, explica.
“Aunque las compañías vendan que en el mercado libre hay tarifas más competitivas, eso es mentira, porque te suben la potencia o te clavan 6 euros por un mantenimiento o seguro”, corrobora Martínez. Por ejemplo, según relata Magicworkplayer, un usuario de Foro Coches, “nosotros teníamos la luz en el PVCP --la tarifa del mercado regulado-- y llamaron a mi padre y le ofrecieron un 15 % de descuento. En resumen, pasamos de tener el kilovatio hora de luz de 0,12 euros por el día 0,06 euros por la noche, a pagarlo a 0,18 euros las 24 horas con un 15% de descuento. Ni se os ocurra”.
Llamar en momentos agitados
Martínez arroja más luz sobre la cuestión y explica que los comerciales asustaviejas suelen aprovechar los momentos de inestabilidad política para lanzar sus campañas. Por ejemplo, en el otoño de 2017, con toda la tensión política en Cataluña, las subcontratas ofrecían cambiar de tarifas a sus clientes con el fin de “no pagar a los catalanes”, tal y como denunció en ese momento El Confidencial.
Martínez explica a Consumidor Global que durante el temporal Filomena también se lanzaron a la búsqueda de víctimas. “Los precios de la luz subieron mucho y eso fue un gancho para captar nuevos clientes”, apunta. De la misma manera pasa ahora, que con la subida de los precios de la luz, estos “carroñeros” vuelven dispuestos a engañar nuevamente a los consumidores. Y no les va tan mal. Porque, según remarca este experto, “hay 11 millones de personas en el mercado regulado y 16 millones en el libre”.
La Lista Robinson
Una buena forma de acabar con este continuo acoso sin precedentes es apuntarse a la denominada Lista Robinson. Esta plataforma permite que las empresas a las que no hayas dado el consentimiento dejen de enviarte publicidad. Y de manera gratuita. Además, funciona para la publicidad por teléfono, correo postal, correo electrónico y SMS.
Sin embargo, son muchas las personas que se preguntan si esta herramienta realmente funciona. “Es efectiva al cabo de tres meses, es decir, para no recibir ningún tipo de oferta tienen que haber pasado unos 90 días desde que el consumidor se haya inscrito”, detalla la abogada Pérez. Pese a ello, esta especialista recomienda que ante este tipo de situaciones es vital “no facilitar ningún contacto personal para evitar un posible fraude y especificar de manera clara que no se quiere ningún tipo de servicio.”