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Las grietas de Wallapop: perder ese 'segundo sueldo' porque un bot te cierra la cuenta

Numerosos usuarios se quejan de que la plataforma de compraventa de productos de segunda mano les bloquea el perfil de forma injustificada

La app de Wallapop en el móvil de un usuario / Wallapop
La app de Wallapop en el móvil de un usuario / Wallapop

Una tarde entras en tu cuenta de Wallapop y todo está bien. Todo funciona. Incluso llegan ofertas sensatas que se acercan al precio de venta. Qué gusto da encontrarse con gente seria… Y al día siguiente, ¡horror! “Su cuenta está bloqueada”. Y ya no puedes entrar. Intentas ponerte en contacto con Wallapop y se hace el silencio. En el perfil tenías el número de cuenta bancaria, la tarjeta, el dinero del monedero Wallapop y las valoraciones. ¿El motivo del cierre? Todavía desconocido. “Me quitaron la cuenta y lo que tenía en ella”, protesta J.B. en un foro. Como él, hay numerosos vendedores que se quejan de lo mismo y de que todo lo decida un bot.

Una mujer con la aplicación de Wallapop abierta / WALLAPOP
Una mujer con la aplicación de Wallapop abierta / WALLAPOP

“Alguien se ha metido en mi cuenta de Wallapop, ha puesto artículos que infringen las normas y ahora me han inhabilitado con más de 400 productos vendidos y sus respectivas valoraciones positivas”, expone Inés Nieva a Consumidor Global, que tenía su cuenta en la plataforma desde 2016 y ahora ha visto como esos ingresos extra se han esfumado.

Adiós a ese ‘segundo sueldo’ de Wallapop

“He vendido desde un cinturón de 1 euro hasta un centro de planchado de 800 euros”, explica Nieva, quien asegura que al intentar ponerse en contacto con Wallapop le contestan que tienen un alto volumen de incidencias y no le dan ninguna solución. “Si no me la devuelven la cuenta, tomaré medidas, porque yo vendo mucho y necesito ese dinero a fin de mes”, añade la afectada.

Algo parecido le ha sucedido a Úrsula Beltrán. “Me desactivaron la cuenta y borraron todas las valoraciones que tenía desde 2015”, lamenta la joven, quien cree que le bloquearon el perfil por colgar una olla de la marca Tupperware. “Lamentamos comunicarte que no está permitida la venta de productos de marketing multinivel y de redes (Por ejemplo: Avon, Herbalife)”, fue lo que contestaron a mis quejas. Según ellos, “una olla Tupperware es como un producto de alimentación de Herbalife”, añade Beltrán.

Demasiada automatización

María puso un antiguo bolso Loewe a la venta y a los minutos eliminaron su artículo por considerarlo una falsificación. “Me quedé alucinando porque el bolso era de mi abuela y es auténtico”, explica María. La joven lo subió de nuevo y al minuto volvía a estar eliminado. Tras escribir a Wallapop e insistir a través de Instagram y correos electrónicos, “la respuesta fue que es un bot el que se encarga de borrar los artículos directamente y que lo sienten mucho”, añade la afectada, que finalmente ha podido anunciar el bolso Loewe de su abuela, pero que sigue sin entender cómo Wallapop no se pone en contacto con la persona que sube el anuncio del producto antes de eliminarlo y acusarle de falsificación.

Un mensajero recoge un paquete de Wallapop / PEXELS
Un mensajero recoge un paquete de Wallapop / PEXELS

Es tal el volumen de anuncios diarios que se suben a Wallapop que “es imposible hacer un seguimiento manual de lo que es bien intencionado o no”, expone a Consumidor Global el consultor digital experto en comercio electrónico, Juan del Real Martín, quien explica que lo mismo sucede con el servicio de Atención al Cliente. “Tendrían que dedicar cientos de personas a contestar de forma individual a cada anuncio, por lo que diseñan bots con una serie de criterios excluyentes en función del historial del anunciante, categoría de producto, incidencias anteriores, etc.”, añade el experto.

La solución

Milanuncios está plagado de falsificaciones y timos. Wallapop, para que no le acusen de permitir la compraventa de falsificaciones, pone un algoritmo que revisa y detecta productos sospechosos, pero claro, también comete errores”, explica el director del máster en Comercio y Finanzas de la UB, Emili Vizuete, quien asegura que todo se debe a una cuestión de costes, pero que deberían “perfilar mejor el bot” y “mejorar la automatización” para que no resulte una odisea hablar con alguien de la compañía.

Del Real va un poco más allá y asegura que la solución a este tipo de incidencias tan engorrosas “pasaría porque la normativa de Consumo obligara a estas empresas a contar con un defensor del cliente ajeno a ellas, pero sufragado por ellas”, una figura que ya existe en sectores como la banca o los seguros. Sería de gran ayuda “tras la reclamación y tras pasar dos meses sin contestación ni resolución alguna”, sentencia el experto.

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