Sabe a pollo, tiene aspecto de pollo, pero no es pollo. Entonces, ¿Se debe llamar pollo? La moda de algunos fabricantes de productos vegetales de ponerle a sus artículos una nomenclatura cárnica ha puesto en pie de guerra a los agricultores y ganaderos, quienes consideran esta práctica un engaño para el consumidor. La última campaña que les ha hecho enfurecer ha sido la de los "bocaditos de pollo Mediterráneo 100% vegetal” de la marca Heura que se venden en la cadena de supermercados Aldi.
La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha anunciado esta semana que denunciará a la empresa ante la Oficina del Consumidor de la Xunta de Galicia por considerar que se trata de un producto ultraprocesado que nada tiene que ver con el pollo. A su parecer, estas empresas disfrazan algunos alimentos industriales con nombres conocidos para normalizarlos e introducirlos en el mercado.
Prácticas "injustas"
La UPA ha pedido al Ministerio de Agricultura que investigue estas prácticas por considerarlas "injustas" y ha solicitado que se retiren todos los productos de esta categoría. El sector agrícola y ganadero asegura que lleva luchando años por un etiquetado más justo y transparente para que los consumidores puedan elegir libremente y se reconozca el trabajo de los productores.
Sobre el tema del etiquetado, el Parlamento Europeo ya se posicionó al respecto, considerando que una hamburguesa hecha con quinoa, soja o tofu sigue siendo una hamburguesa, aunque tenga un origen vegetal. Sin embargo, en 2017, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea prohibió comercializar bajo el nombre de leche, queso, yogur o mantequilla a los alimentos derivados de las plantas porque podían confundir al consumidor. Este doble rasero se explica porque la industria cárnica tiene una legislación diferente donde sí cabe esta posibilidad.