Las compras por internet siguen al alza. La comodidad y la velocidad para adquirir productos en un catálogo casi infinito se ha convertido en una rutina de consumo difícil de evitar a día de hoy. Sin embargo, esta tendencia también ha atraído a timadores y vendedores fraudulentos que buscan aprovechar las singularidades de las compras online.
Este problema se agrava cuando las estafas afectan a un gran número de personas, lo que es posible gracias a las redes sociales. Los anuncios segregados por los intereses del usuario facilitan a los estafadores acceder a los gustos de cada persona, por lo pueden apuntar mejor con sus estrategias de marketing, normalmente a través de ofertas increíbles de productos que la víctima ha buscado por internet.
Modus operandi
La página web de venta Maria Buck se promociona en Instagram mediante anuncios especializados. Las ofertas que presenta son de todo tipo, desde juguetes a productos de cocina, pasando por accesorios deportivos o decoraciones para el hogar. El único punto en común que tienen todos los productos consiste en los descuentos sobre el precio original. Todas las mercancías cuentan con una rebaja de entre el 20 % y el 80 % del supuesto coste, lo que se justifica como una oferta temporal por exceso de stock o devoluciones.
Adrián P. fue víctima de esta web hace un par de meses. Mientras navegaba por Instagram, se encontró con la oferta de un kayak plegable por 32 euros, un verdadero chollo si se tiene en cuenta que los modelos más baratos de estos equipos se mueven alrededor de los 500 euros. Aún así, decidió probar suerte y realizar el pedido, tras lo que la compañía le advirtió de que llegaría entre una y dos semanas. Como era de esperar, no ha llegado nada a su casa en los más de dos meses que han pasado desde entonces. La compañía tampoco ha respondido a sus emails reclamando el producto o la devolución de su dinero.
Trabas legales
Expertos informáticos han rastreado el origen de esta página web. El servidor se encuentra alojado en una pequeña ciudad de Washington (Estados Unidos), pero se sospecha que no es la ubicación real de sus responsables. Los técnicos señalan que lo más probable es que estén en algún país sin jurisdicción sobre este tipo de dominios web, como Rusia o China. Los precios tampoco son aleatorios, han tenido cuidado de no superar los 200 euros en cada producto. Esto responde a que en la mayoría de las jurisdicciones europeas contemplan que las estafas por valor inferior a los 300 ó 400 euros son delitos leves.
“Los delitos leves no permiten activar mecanismos de asilo jurídico internacional, por lo que es muy difícil encontrar a los culpables”, señalan desde el Departamento de Derecho Penal de Legálitas. Los penalistas señalan que estas estafas suelen buscar a víctimas muy concretas, que por su situación socioeconómica se vean impulsadas a intentar aprovechar ofertas o promesas que en otros casos levantarían sospechas. “Siempre es bueno recoger toda la información que se pueda: capturas de pantalla, registros del banco, emails con la empresa o cualquier posible prueba. A veces, al denunciar, aparecen posibles colaboradores de la estafa en el mismo país, por lo que se puede judicializar”, concluyen los expertos en derecho.
Cómo se puede evitar
Con un poco de atención y perspicacia, es fácil darse cuenta de qué tiendas online son más fiables y cuáles son sospechosas. Ante la duda, los expertos recomiendan comprar siempre en plataformas de confianza o a las que se les pueda exigir garantías con los pagos. Uno de los signos que pueden advertir de las malas intenciones del sitio web son los datos de contacto o la política de privacidad. Una empresa solvente, sobre todo en el e-commerce, siempre contará con un apartado completo para comunicarse con los clientes y estipulará sus medidas para devoluciones o venta de productos.
Otro ejemplo es el idioma. Una lectura analítica puede encontrar construcciones gramaticales o frases extrañas. Esto apuntaría a que se trata de un texto traducido de forma automática, un indicio más para desconfiar. Pero sobre todo, en el momento del pago, se debe comprobar que existe un entorno seguro en la web. La ausencia de un sistema de verificación con el banco o la insistencia de pago a través de Paypal o Bizum, no sólo sugiere un posible timo, sino que también es un espacio donde es sencillo filtrar la información personal y bancaria de los usuarios.