Absorben la energía negativa del hogar. Es uno de los reclamos más recurrentes que se pueden leer en las páginas de venta de las las lámparas de sal, un producto cada vez más recurrente en tiendas de naturopatía o espacios de masaje. Pero, ¿qué energía es la negativa? A veces, ni los propios fabricantes o vendedores lo saben.
Estas lámparas consisten en un bloque de sal del Himalaya, desde medio kilo hasta los 25 kilos e incluso más --algunas páginas ofrecen monolitos de 100 kg-- con un agujero en el centro por el que se introduce una bombilla. Después, se le añade una base de madera y se vende cada uno de estos accesorios por unos 14 euros la versión estándar de uno y dos kilos, hasta los 35 euros las piezas de 12 kilos.
Pocos beneficios probados
Otros efectos que se les atribuye a las lámparas de sal son la mejora del sueño, que limpian el aire, ayudan a las personas con asma y facilitan la concentración o el estado de ánimo. “Cada persona le da las propiedades que mejor le vayan”, subraya a Consumidor Global la propietaria de Uneeb, empresa fabricante y distribuidora de este tipo de lámparas.
Para esta empresaria la sal del Himalaya capta las malas energías que emiten los microondas, los ordenadores y electrodomésticos del hogar y las neutraliza. Al ser preguntada por esas energías, explica que estos aparatos emiten iones positivos, los cuales dañan la salud de las personas y que la lámpara emite iones negativos, por lo que los neutraliza. “Es como un purificador de aire ya que elimina toda la radiación”, asegura .
La postura de los expertos
“No existe absolutamente ninguna evidencia que muestre efectos de estas radiaciones sobre la salud humana”, subraya el doctor en radiología Alberto Nájera por la Universidad de Castilla La Mancha, sobre las “energías malas” que se le atribuyen a las lámparas de sal. Según explica, el principal problema se encuentra en la simplificación que se hace sobre las radiaciones electromagnéticas, ya que los límites de estas radiaciones y su efecto para la salud están controlados por organismos europeos, como la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (Icnirp).
“Los vendedores o los fans de este tipo de productos eligen las frecuencias que tienen más demonizadas, pero se olvidan de las demás. Mezclan la radiofrecuencia con los campos magnéticos de los electrodomésticos y todo sin ningún tipo de prueba. Utilizan palabras científicas porque suena más fiable”, insiste Nájera.
Contradicciones
Las lámparas no tienen la capacidad de generar iones, según detallan varios expertos a este medio. “ Y si lo hicieran, sería una radiación ionizante, lo que supondría un peligro mayor que cualquier otro aparato del hogar”, destaca el coordinador de radiaciones ionizantes de la Sociedad Española de Protección Radiológica, Alejandro Úbeda.
La luz, y mucho menos la de una bombilla LED, no tiene tanta energía como para alterar ningún átomo. Y la sal tampoco le confiere a este tipo de lámparas ninguna capacidad similar, por lo que, al fin de al cabo, esta milagrosa piedra para la limpieza energética no es más que lo que se ve a simple vista: un bloque de sal, bastante caro, con una pequeña luz dentro. “No existe ninguna base teórica o comprobable que sustente cualquier declaración sobre su capacidad de curación o protección. Ni siquiera son especulaciones. Es un razonamiento ilógico”, concluye Úbeda.