Los cigarrillos electrónicos, también llamados vapeadores, han entrado en el mercado como una alternativa más “sana” a los cigarrillos de toda la vida o como método para dejar de fumar. El problema es que estos contienen más nicotina que el tabaco, por lo que generan una mayor adicción. “Usar el cigarrillo electrónico como método para dejar de fumar es un error con consecuencias graves para la salud”, recuerda el doctor Allan Sam, jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid, con motivo del Día Mundial sin Tabaco.
Aún se desconocen sus consecuencias a largo plazo, pero ya hay estudios que demuestran que pueden generar displasias o enfermedades pulmonares graves. Además, se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y vapor de cigarrillos electrónicos, por lo que el Ministerio de Sanidad no recomienda su uso como una estrategia para dejar de fumar.
Una moda entre los jóvenes
Esta práctica se ha puesto de moda entre los jóvenes, especialmente en edades de entre 16 y 20 años. En España, casi la mitad de los estudiantes, el 48,8 %, ha utilizado en alguna ocasión los cigarrillos eléctricos, siendo más frecuente en chicos que en chicas con independencia de la edad. Esto es debido a la promoción que algunos youtubers les han dado en sus redes sociales. Por este motivo, en algunos países de Europa ya se ha empezado a regular su uso y para hacerlos menos atractivos se están prohibiendo algunos dispositivos que incluyen diferentes tipos de sabores.
El hecho de que la mezcla para generar el vapor incluya formaldehído hace pensar que su uso a largo plazo pueda provocar algún tipo de cáncer. Algunos informes ya han detectado secuelas en la salud como displasias en todo el aparato respiratorio o enfermedades pulmonares en jóvenes que utilizan los cigarrillos electrónicos. Y, en los casos más graves, incluso se ha llegado a necesitar hasta trasplantes pulmonares.