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La mitad de los jóvenes aprueba comprar productos falsificados: el precio no es el único motivo
A medida que este fenómeno crece se vuelve crucial aumentar la concienciación sobre sus efectos negativos, tanto a nivel social como económico
La compra de productos falsificados sigue siendo un desafío para el comercio y los fabricantes en España, con pérdidas anuales estimadas en 6.766 millones de euros, equivalentes al 10,6% del volumen total de ventas, según datos de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO).
Este fenómeno, lejos de ser únicamente una cuestión económica, refleja complejas motivaciones sociales y psicológicas, especialmente entre los jóvenes de 15 a 24 años, quienes perciben estas adquisiciones como una forma de protesta o como una compra estratégica.
Deseo de aceptación social
“Tenemos una necesidad de reconocimiento social y las marcas de lujo son herramientas para lograrlo”, explica Ana Jiménez-Zarco, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
En este sentido, los productos falsificados permiten a los consumidores satisfacer su deseo de aceptación social a un costo menor.
Jóvenes y percepción de las falsificaciones
Según el informe Los ciudadanos europeos y la propiedad intelectual: percepción, concienciación y conducta, el 49% de los jóvenes europeos considera que comprar falsificaciones es “un acto de protesta” frente a los altos precios de las marcas originales. Además, el 52% lo ve como “una compra inteligente”, argumentando que, si el producto imita fielmente al original, permite aparentar exclusividad sin un gasto excesivo.
“Los jóvenes son los más proclives a estas prácticas porque tienen menor capacidad de compra pero, al mismo tiempo, mayor interés por seguir tendencias y proyectar una imagen de estatus social”, señala Neus Soler, profesora colaboradora de la UOC. Además, su inclinación hacia el activismo social los lleva a usar la falsificación como una herramienta para cuestionar lo que perciben como desigualdades fomentadas por las grandes marcas.
Tres perfiles de consumidores de falsificaciones
Jiménez-Zarco identifica tres tipos principales de consumidores de falsificaciones:
- El buscador de aceptación social, que utiliza los productos de lujo falsificados para proyectar una imagen de éxito y pertenencia a un grupo social.
- El antimarca, que rechaza los valores de las grandes firmas y utiliza la compra de falsificaciones como un medio de protesta contra los perjuicios sociales, económicos y medioambientales asociados a estas.
- El comprador engañado, que adquiere productos falsificados sin saberlo, especialmente en el comercio electrónico.
La conciencia social
El comercio electrónico se ha convertido en el principal canal para la distribución de productos falsificados, representando el 82% del valor total de este mercado. Esto ha llevado a que uno de cada ocho españoles confiese haber sido víctima de engaños al comprar imitaciones sin conocimiento previo.
Para muchos consumidores, las consecuencias de sus acciones no son evidentes. “No piensan en el impacto económico ni en el perjuicio a la propiedad intelectual, sólo buscan satisfacer su necesidad personal”, afirma Jiménez-Zarco. A medida que el consumo de falsificaciones crece, se vuelve crucial aumentar la concienciación sobre los efectos negativos de esta práctica, tanto a nivel social como económico, y fomentar un consumo más ético y responsable.
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