Rogelio Villarreal no sabía nada de Cartier, la empresa francesa de joyería, hasta que un día, el algoritmo de Instagram le mostró un anuncio de aquella página de joyas y otros artículos de lujo, como bolsos, relojes y collares –cada uno de ellos valorado en miles de euros–. El cliente se fijó en un par de pendientes: unos esbeltos brazaletes de oro rosa de 18 quilates forrados de diamantes que costaban, sin embargo, 13 dólares, es decir, unos 12 euros.
Villarreal, quien vive en México, al darse cuenta del increíble precio, no dudó en realizar la compra y, para su sorpresa, la transacción fue procesada exitosamente. No obstante, poco tiempo después la web de Cartier ajustó el precio real que ascendía a 12.120 euros.
Unos pendientes para mamá
El usuario recibió los pendientes por el precio rebajado y señaló que tenía en mente a una persona especial para dárselos. “Esos aretes son para mi madre”, desvela a The New York Times.
Tras el descubrimiento del error, Cartier intentó rectificar la situación contactando al cliente y solicitando la devolución de los pendientes. Sin embargo, el cliente se negó a devolverlos, argumentando que la compra se había realizado bajo los términos y condiciones establecidos por la propia empresa.
Una compra válida
La situación escaló hasta involucrar a la Procuraduría Federal del Consumidor, la cual determinó que Cartier debía honrar la compra realizada debido a su error.
Este incidente ha generado un amplio debate sobre la responsabilidad de las empresas en la gestión de sus plataformas en línea y la protección de los derechos de los consumidores. Mientras algunos aplauden la decisión de la Procuraduría Federal del Consumidor de hacer valer la compra, otros cuestionan la ética de aprovecharse de un error evidente para obtener un beneficio personal.