Los tratamientos estéticos y el bótox están a la orden del día. Aumentar los labios, disimular las patas de gallo, eliminar otras arrugas o redefinir el óvalo de la cara son solo algunos ejemplos.
Estas infiltraciones siempre deben hacerse de la mano de un profesional y en clínicas autorizadas. De lo contrario, puede acarrear graves consecuencias para la salud. De hecho, el pasado mes de mayo una mujer terminó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) tras someterse a una reducción de gemelos en una clínica clandestina de Zaragoza.
Qué es el bótox
"El bótox es un medicamento. No tiene nada que ver con el ácido hialurónico y está muy regulado a nivel mundial y en España". Así lo explica a Consumidor Global Flavia Bonina, directora de la Clínica de Medicina Estética Doctora Bonina.
Cada centro estético tiene una farmacia asociada y registrada en Sanidad. "Aunque sea médico, yo no puedo ir a la farmacia de al lado de mi casa y comprar bótox", explica la doctora, quien señala que en nuestro país no hay más de cinco o seis marcas autorizadas.
Productos ilegales
Todo bótox que no se consiga a través de un canal oficial y regulado es ilegal. Los centros no autorizados, para hacer tratamientos estéticos, recurren a productos que no han pasado ningún filtro sanitario. "Muchos los consiguen en Andorra o China", matiza Bonina.
Elia Roo, dermatóloga del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (Gedet), coincide en que el bótox siempre debe aplicarse bajo supervisión médica. "Los médicos son los únicos autorizados y los que conocen las dosis exactas para evitar efectos secundarios u otras complicaciones", sostiene.
Principales riesgos para la salud
El bótox pirata no es baladí para la salud. Puede ocurrir que se encuentre en mal estado y que la persona que lo administra aplique más cantidad de la que corresponde.
Esto puede dar lugar a un episodio de botulismo. Es decir, una parálisis de las extremidades y una flacidez facial que pueden derivar en dificultad para tragar, hablar, respirar, visión borrosa y vómitos. "Puede provocar la muerte", recalca Roo. Y también hay otro tipo de consecuencias. "Estos centros clandestinos también hacen muchos tratamientos con ácido hialurónico, que tiene grandes complicaciones ya que puede obstruir un vaso sanguíneo y provocar una necrosis que puede derivar en una ceguera, por ejemplo", advierte Bonina.
El dinero, el principal gancho
La medicina estética es cara y los centros clandestinos son conscientes. Es por ello que el principal reclamo para atraer a los consumidores es el precio. Ofrecen todo tipo de tratamientos a precios muy bajos.
"A lo mejor un tratamiento de labios te sale por 150 o 200 euros frente a 450 euros que te puede costar en una clínica. Es mucha diferencia, pero luego salen bultos porque no es seguro ni de calidad…", insiste Bonina.
La desinformación del consumidor
Muchas personas recurren a centros no autorizados sin ser conscientes de la ilegalidad del sitio. "Cuando entras a una clínica tienes que tener la autorización de Sanidad a la vista y siempre digo que es muy importante fijarse en este detalle", recomienda Bonina.
Además, es crucial buscar referencias y opiniones de la clínica en internet. Esto se puede hacer a través de Google, las redes sociales o portales oficiales como el Colegio de Médicos.
"Lo barato sale caro"
No obstante, también hay personas que recurren a sitios no autorizados sabiendo que no están en manos de un profesional. "Lo más importante es la salud y no entiendo cómo a veces la gente se arriesga a este tipo de cosas", afirma Roo.
"Lo barato sale caro y, en este caso, es una realidad. La medicina estética es un lujo, no una necesidad. Si has estado 30 años con un labio fino, no pasa nada por estar 31. Es mejor ahorrar y acudir a un médico especializado", zanja Bonina.