Las vacaciones de verano normalmente nos dan muchas alegrías pero generalmente tenemos un disgusto en materia de precios. Es la subida del precio de la gasolina y el gasóleo. ¿Por qué?
Porque hay más tránsito. Al haber más tránsito hay más demanda de gasolina y de gasóleo y, por lo tanto, de esta coyuntura se benefician las gasolineras y aumentan el margen de beneficio.
Bien. ¿Qué sucede este año? Pues todo lo contrario, que el precio de la gasolina y el gasóleo no solo no ha subido sino que ha bajado.
¿Dónde están las claves? No las tenemos en nuestro país, están en la economía mundial y hacen referencia a la demanda y la oferta. La demanda de petróleo es en estos momentos significativamente inferior a la oferta porque China va francamente mal. Ha explotado una burbuja especulativa en el mercado de la vivienda. Alemania está en recesión, o casi. En el Reino Unido el crecimiento es decepcionante y en Estados Unidos la economía está desacelerándose.
Claro, tenemos menos demanda y vosotros pensaréis: pero la OPEP reduce la oferta y compensa. Pues no, la OPEP ha reducido la oferta pero ya solo controla el 51% del conjunto de los suministros porque ahora hay países como Estados Unidos. Guayana, Brasil y Canadá que han aumentado sustancialmente su producción.
Conclusión: lo que antes era una penalidad, una subida de precio, este año ha sido en verano una bajada del gasóleo y la gasolina y, lo mejor, seguirá bajando.
Goldman Sachs decía que superaría los 100 dólares. Está ya en 77 y yo creo que en los próximos meses continuará la senda descendente.