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Postal y Tinta: enviar “un trocito de un artista” y decorar tu casa de forma original por muy poco

Este negocio, ubicado en el Barrio de las Letras de Madrid, renueva cada cuatro meses los creadores con los que colabora, y también imparte talleres para enseñar técnicas de grabado

Foto portada provisional postal y tinta / CG
Foto portada provisional postal y tinta / CG

Íntima, breve y bonita. Con un punto divertido, naíf. Así es una postal. En un recuadro de 10,5x14,8 centímetros es difícil que uno pueda resumir sus vacaciones o que declare su amor por otra persona, pero en una postal sí cabe un deseo: el de demostrar que se recuerda al destinatario, que se ha pensado en él. Por eso, una postal es un gesto, una pequeña ventana, un guiño de cartulina

En el Barrio de Las Letras de Madrid, a tiro de piedra del Museo del Prado y el CaixaForum, Postal y Tinta sorprende al visitante. En las reseñas de Google la describen como una “tienda o galería de arte gráfico en miniatura”, o como un “lugar cuidado con ilustraciones preciosas”, pero puede ser mucho más: el sitio que te inspire a coger un boli y volver a mandar una postal.

Espacio de creación y taller

Postal y Tinta se inauguró en marzo en 2023, pero podría no haberlo hecho nunca: sus responsables pasaron un tiempo barruntando qué negocio crear. “Ni Camilo [Camilo Mewlen, artista visual y cofundador] ni yo somos de aquí. Desde que llegamos, la ciudad nos inspiró a formar nuestro propio espacio de creación y taller. Estuvimos dándole vueltas a qué debía ser: un taller de reparación de muebles, de ebanistería, un laboratorio de fotografía...”, cuenta a este medio Victòria La Boira, ilustradora y cofundadora del proyecto.

Un cartel que indica la dirección de Postal y Tinta / CG
Un cartel que indica la dirección de Postal y Tinta / CG

En medio de esas cábalas, se percataron de que la ciudad de Madrid no tenía “una relación con su imagen como la que tienen otras ciudades de Europa, o incluso como la que hay en Barcelona, donde vas a cualquier tienda de souvenirs y la imagen de la urbe como dibujo o como algo más contemporáneo está más presente”, indica Mewlen.

Arte asequible

A eso se unió una pequeña carencia muy particular. “No encontrábamos un lugar en el que comprar postales para enviar a nuestros amigos. Nos faltaba eso y nos faltaba arte asequible: que nosotros, con nuestros medios, pudiéramos adquirir un print”, explican. Por eso, decidieron que una tienda de postales sería un formato apropiado, íntimo y asequible para aquellos que quisieran hacerse con un print con el que decorar su casa sin gastarse 100 euros.

“La idea es quitarle al arte un poco de exclusividad con tal de que sea más asequible para todo el mundo”, reconoce Mewlen. Es un propósito que cumplen con creces: cada postal cuesta 3 euros, y también es posible hacerse con un precioso print tamaño A4 por solo 18 euros.

La hora del vermú

Estos prints están estampados a mano en su taller de grabado, y las copias van numeradas (suele haber 25). En cuanto a los dibujos, hay creaciones desenfadadas, a veces con un punto castizo (el print grabado La hora del vermú, por ejemplo) y también imágenes que transmiten una cotidianidad confortable, liviana.

Algunos de los prints disponibles en la tienda / POSTAL Y TINTA
Algunos de los prints disponibles en la tienda / POSTAL Y TINTA

“Es bonito ver las caras de las personas cuando entran aquí. Cada día hay dos o tres a los que les notas la ilusión de entrar en un sitio así, que quizá no sea tan común en Madrid”, reconoce La Boira. Bajo su punto de vista, quienes se animan a comprar una postal no se llevan un trozo de papel. “Nos gusta pensar que la gente que decide comprarla y enviarla envía un trocito de un artista”.

La particularidad del taller

Entre las peculiaridades de Postal y Tinta también está su taller, bien visible para la clientela, puesto que está integrado en el espacio, en la parte de atrás de la tienda, de apenas unos metros cuadrados. “En Madrid sueles ver la tienda o la galería donde ya está todo dispuesto para la venta, pero no sueles ver las bambalinas donde se imprime, donde se corta, donde uno se ensucia…”, explica Mewlen.

El taller de Postal y Tinta / CG
El taller de Postal y Tinta / CG

El epicentro de este taller, la varita tangible que posibilita la magia, son los tórculos, un tipo de prensa utilizada para la impresión de grabados. Tiene un par de rodillos que oprimen una plancha metálica con la que se reproducen las obras. “En Madrid son un poco difíciles de encontrar”, apunta La Boira.

Aprender la técnica

Gracias a esta infraestructura y a la vocación didáctica de sus dueños, en Postal y Tinta también se ofrecen talleres de punta seca y linograbado. Y no solo acuden los más virtuosos. “Ahora hay mucha gente que viene porque ha visto la técnica por Instagram y le llama la atención experimentar para ver qué tal se le da. También hay quienes tienen ya un proyecto pensado y o bien no tienen claro cómo llevarlo a cabo o no tienen los materiales”, argumenta Mewlen.

Varias imágenes del local / POSTAL Y TINTA
Varias imágenes del local / POSTAL Y TINTA

Contemplar cómo funcionan los tórculos tiene un punto seductor. Y es que, en medio de una digitalización que anega cada vez más esferas creativas, ver esta pequeña máquina física y ser consciente de lo que se puede crear con las manos resulta estimulante.  

Convocatorias

El arte a la venta en Postal y Tinta varía cada cierto tiempo, porque las alianzas que tejen con los creadores se van renovando. “Nosotros abrimos convocatoria para colaborar con diferentes artistas cada cuatro meses. Ni siquiera en la tienda hay algo establecido, sino que las obras van rotando constantemente. Así se difunde y damos oportunidades a los artistas”, afirman.

Quienes deseen participar deben rellenar un formulario y cumplir una serie de requisitos especificados en las bases. Después, Postal y Tinta selecciona el creador o la creadora que consideran oportuno. “Nos pareció que la filosofía tenía que ser compartir el espacio, el oficio y la oportunidad”, agrega Mewlen.

Cesión de los derechos de reproducción

“En las convocatorias que hacemos, los artistas presentan su obra en formato digital. Ceden los derechos de reproducción de imagen durante 4 meses y nosotros nos encargamos de producir la obra. Es más sencillo, ni siquiera tienen que venir aquí. Siento que eso enriquece la convocatoria, porque no vienen solo artistas locales”, opina Mewlen.

Además, una obra de arte puede transformar un espacio. Y no hace falta que sea un cuadro abstracto de 2 metros de alto ni una escultura de mármol que domine la plaza de una ciudad. Basta con algo más personal: durante la pandemia, cuenta La Boira, ella vivía en un piso que apenas tenía luz, de modo que decidió hacer un tipo de ilustración muy colorida, “con tonos rosas, y amarillos, alegres. La hice para mí, para poderme levantar con más alegría en ese sitio”, narra. “Cuando te expresas mediante el arte, expresas lo que necesitas. Y compartirlo en tu casa también es una forma de mostrar quién eres”.

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