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Javi Royo, ilustrador: "Hay marcas con las que no trabajaría nunca..."
Entrevistamos al popular dibujante para charlar sobre las sinergias entre humor y publicidad que él mismo ha puesto en práctica en su última colaboración comercial
Javi Royo (Zaragoza, 1972) es uno de los historietistas más famosos de España. Durante años, ilustró el artículo de opinión de Juan José Millás en la revista Interviú. Ha publicado sus dibujos en el semanario de humor El Virus Mutante junto a los de Forges, El Roto y Pablo Carbonell. En la actualidad, sus viñetas hablan de feminismo, discriminación social y sostenibilidad, y sirven para concienciar a miles de personas a través de Instagram, donde colecciona una amplia legión de fans.
“Imagino estar en un supermercado y encontrar un producto cuyo packaging contiene un chiste que conecta contigo. ¡Es fantástico!”, expone Javi Royo, al que entrevistamos para charlar de su última colaboración con la marca de productos de limpieza Flopp, de sostenibilidad, de publicidad y de humor, uno de los ingredientes de la felicidad.
--¿El virus mutante del consumo son los plásticos de un solo uso?
--Yo creo que sí. Tenemos un problema muy gordo, y muy invisible, que son los microplásticos. Hace falta incidir más en esa conciencia del reciclaje de plástico e ir hacia el cero plástico. El consumidor y sobre todo las empresas que fabrican productos tienen que apostar, de verdad y en serio, por los envases libres de plástico o con plástico biodegradable.
--Algunas empresas lo tienen interiorizado. Otras no tanto…
--Flopp lo tiene en el ADN, pero es cierto que hay empresas que se van por la tangente. Pienso en las marcas de agua que dicen hacer botellas a partir del plástico de otras botellas en un 50% y al final generan una barbaridad ingente de plásticos.
--Las empresas apuestan por el plástico porque es lo más barato que hay…
--Tal cual. Somos demasiado exigentes con los consumidores y no tanto con las empresas, que tienen la mayor parte de la responsabilidad.
--¿Cómo cambia su colaboración con Flopp la narrativa de la limpieza convencional?
--Fue muy interesante que Flopp se pusiera en una posición de decir: ‘casi todas las marcas de productos de limpieza tienen un aspecto muy parecido y no innovan. ¿Por qué no innovan? No innovan porque estamos metidos en la idea de que a nadie le gusta limpiar’. Son productos que, si tuvieran vida como los juguetes en Toy Story, serían los niños feos de la tienda. El camino de Flopp pasa por asimilar que a nadie le gusta limpiar, que es algo que dejas para el domingo, y tomarlo desde el punto de vista del humor es una forma de comunicación potente. No te vamos a decir que limpiar es maravilloso, pero sí destacamos ese punto ecológico, porque tu huella ecológica usando Flopp será mínima.
--Es un bonito relato…
--Aunque en otras marcas no lo haya, nosotros somos ecológicos y nuestros productos funcionan muy bien. Al final, tienes que limpiar sí o sí, pues tira por el medioambiente. Ahí surge la idea de trabajar conmigo y hacer comunicación con humor y honestidad.
--¿El humor es la mejor herramienta para concienciar a la población en unos hábitos de limpieza más sostenibles?
--El humor es una herramienta muy bonita y hay marcas valientes que la asimilan y trabajan con ella. Por ejemplo, me viene a la mente una bebida energética que siempre ha trabajado con el humor. Te da alas. Es una herramienta muy potente porque genera empatía. Si llegas a la gente a través del humor, tienes mucho camino hecho. Es capaz de conectar con lo más cotidiano. Lo que nos ocurre a todos. Cuando a alguien le cuesta levantarse de la cama y se pone siete alarmas, si esto lo traduces en un dibujo, llegará a la gente. En redes sociales no puedes decir ‘oye, compra mi producto’. Si conectas con humor y un relato honesto, la gente lo compartirá.
--¿Hasta qué punto puede el humor seducir al consumidor?
-La publicidad ha ido mutando a lo largo de los años. Los humoristas gráficos también somos publicistas en cierto modo, pero dejamos la publicidad en un segundo plano. Hablamos de los temas que nos preocupan. Por eso hay marcas con las que no trabajaría nunca.
--¿Se puede saber cuáles son esas marcas?
--Con la industria de las armas no trabajaría. O con la de las apuestas deportivas. Me lo han ofrecido y ya les he dicho que no. Es un tema que me parece que no aporta nada a la sociedad. Cuando veo un local de apuestas deportivas y a gente con ingresos bajos y con problemas de adicción, pienso que son lugares muy chungos y adictivos. Igual si pasara mucha hambre y hubiera una guerra, pues igual me ves ahí trabajando, pero, por el momento, no lo haré.
--Nunca he entrado en un supermercado y me he encontrado un chiste o una viñeta cómica en el envase de un producto…
--Yo tampoco lo recuerdo. Es una de las cosas que me gustaban del proyecto. Ese punto innovador de Flopp. Las viñetas normalmente están en los diarios o en las revistas satíricas. En publicidad tal vez, pero no en el packaging de un producto de limpieza. Vamos a cambiar el packaging para darle más valor. En la categoría de limpieza casi nadie se ocupa de estos pobres productos. Son todos iguales. Vamos a diferenciarlos. Si además tienes un contenido para leer que es simpático, te diferencias y es una apuesta interesante.
--Ojalá los amigos brasas se biodegradaran como las cápsulas ecológicas de Flopp…
--Jaja. Totalmente. Es la riqueza de trabajar directamente con el cliente, que suelen ser más atrevidos y se tiran a la piscina, a diferencia de si tienes que pasar el filtro de una agencia de publicidad o comunicación. Yo propongo sin vergüenza y con Flopp me he sentido en un equipo.
--Introducir el humor en el envase también puede ser un gancho para el público más joven…
--Encaja muy bien con millennials y zetas, dos generaciones en las que la conciencia ecológica es muy potente y que se abren a una comunicación más cercana y distendida. El mundo de la viñeta, el dibujo y las redes sociales atrae al público joven. Y no quiero ser edadista, ni mucho menos, pero para mí estas viñetas es más fácil que las entienda la gente que está en redes sociales. Aunque hoy en día la gente de 60 y 70 años también es joven.
--¿Falta humor en los supermercados españoles?
--Falta humor en todos los ámbitos de la vida. Los supermercados son el reflejo de la vida que nos rodea. Muchas veces falta humor porque no vivimos de la forma que nos gustaría vivir. No todo el mundo está contento con su trabajo ni con el dinero que gana. El humor también se tiene cuando uno se encuentra bien. Aunque también surge en el drama. Para generar humor has de estar bien. Si no tienes qué comer, no vas a ponerte a hacer humor. Pero también es verdad aquello que decía Woody Allen de “humor es igual a drama más tiempo”. En la pandemia hubo un gran cambio. Estuvimos en casa. Conectamos con el hecho de cuidar la casa y tener un entorno más cuidado. De ahí salimos con una perspectiva muy diferente. Ahora hay influencers de la limpieza. En Instagram tienes a gente explicando cómo limpiar absolutamente de todo. Antes no se veía tanto. Ese momento dramático fue rico en trabajo. No dejé de hacer humor de las desgracias, de relativizar la situación. De las muertes no. De eso no.
--¿Ha probado las cápsulas de Flopp?
--Lo que más me gusta es como huelen. ¡Es espectacular! Las multiusos. Me encanta la sensación de fresquito y después limpian muy bien. Las cosas como son. Son ecológicas, huelen de maravilla y limpian increíble. Es un superproducto.
--¿Qué consejo le daría al consumidor español para hacer más sostenible la limpieza de su hogar?
--El consejo sería que probaran. Ir a la tienda, comprarlo y probarlo. Porque dejas de cargar agua, que no tienen ningún sentido la huella que dejan los camiones que no paran de mover líquidos de un lado para otro, y te va a venir muy bien para la espalda.
--Reciclamos papel, plástico, vidrio, orgánico, incluso el aceite usado… ¿En 2024 todavía tenemos que reciclar la idea de compartir las tareas del hogar?
-Sí. El gran problema es la carga mental de la casa. ¿Quién la lleva? Ayudar es muy fácil, pero ¿quién organiza? Eso es lo que hay que compartir. Pensarlo y hacerlo. Y todavía no se hace en la mayoría de los hogares. Sigue estando en la mujer y hay que cambiarlo. Los trabajos no remunerados de los cuidados también han de ser equitativos. Los cuidados del hogar han de cambiar.
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