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Emma Clarós, la artista que crea sueños de papel
Sus obras, a medio camino entre la pintura y la escultura, transmiten paz y armonía, evocan la infancia y son asequibles para todos los bolsillos
“La mayoría de la gente compra mis obras sin verlas”, relata Emma Clarós, la artista catalana que crea sueños de papel en su estudio de Madrid.
Emma hace el papel a mano en un taller de Malasaña. Tritura la pasta de lino y algodón, la moldea, crea las hojas y pinta cuadros con relieve, perfectamente imperfectos, armónicos, evocadores, únicos. Unas piezas donde las luces dialogan con las sombras. Unas sombras que se mueven al ritmo de la luz. Un reflejo, el de la luz cambiante de las horas del día, que transforma sus cuadros en un elemento esencial de la belleza de nuestro hogar.
--¿Recuerda cuál fue su primer contacto con el mundo del arte?
--Las piezas en los espacios del Macba tantas veces frecuentados. No sabría concretar un marco temporal… Estaba en el colegio y quería hacer arte. Lo mío era dibujar, diseñar y hacer manualidades.
--Fue psicóloga durante un tiempo…
--Por vicisitudes de la vida, hice psicología clínica y psicología forense enfocadas en infantil. Montamos una pequeña empresa con otra socia, pero yo sufría cada vez que tenía que ir a juicio. Sufría por los niños, porque el juez nos escuchase y se preocupase por su bienestar. También estuve en Atrápalo, como gestora de cuentas, y el trabajo era divertido, pero yo siempre pensaba: la vida pasa y siento que la estoy desperdiciando.
--¿Necesitaba un cambio?
--Puedo aportar más, pensaba. Sabía que tenía un talento oculto. Por eso nunca dejé de hacer cosas creativas. Lo necesitaba. No quería que esa parte permaneciera dormida. Todo el día leía libros y revistas de arte y decoración. Hacía cursos y estaba al día de todo, pero con dos hijos pequeños no me era posible hacer el cambio. No en ese momento. Y sentía un malestar… Me costó mucho el momento de romper.
--¿Cuándo decide dejar su trabajo y ser artista?
--En septiembre de 2022, cuando nos mudamos a Madrid con mi familia, pensé: ahora es el momento. Dejé el trabajo y me tomé unos meses para pensar. ¿Qué quiero hacer? Me apunté a clases de pintura y de cerámica, y cada mañana me sentaba y pensaba ideas. Surgieron mil. Desde ponerme a estudiar interiorismo, aunque no era muy factible con dos hijos, hasta hacer pantallas de lámparas, montar un anticuario y mil opciones más. Al final, decidí hacer algo que me gustase a mí y me puse a hacer cuadros.
--Cuadros de papel…
--Yo sabía que no era tan buena pintando. Había hecho muchos años de clases, pero conocía lo que hacían todos los pintores jóvenes de Madrid y pensé: seré una más. Tenía que hacer algo muy diferente. Algo mitad cuadro, mitad escultura. Tiene que ser algo con una técnica muy específica. Cuadros que salgan del cuadro. Pensé de qué materiales me podía servir y di con el papel.
--¿Por qué el papel?
--El papel puede parecer un material muy sencillo, pero te permite jugar muchísimo. Puedes hacer lo que quieras. Y empecé a experimentar. Todo de forma autodidacta, hasta que vi que el papel iba a ser el protagonista de mi obra.
--¿Qué hizo entonces?
--Aprenderlo todo sobre el papel. Me apunté a un taller donde se fabrica el papel desde cero con todo tipo de fibras europeas y de Asia. Me metí de lleno e iba experimentando en casa. Tenía que encontrar un estilo. Quería que cuando una persona viera una obra mía supiera identificar de quién era al instante. Experimentaba en busca de una identidad propia y lo aposté todo a esa línea. Investigué, probé, y, después de medio año haciendo obras, encontré mi estilo. Tenía claro lo del papel y decidí enmarcar en metacrilato para que se pueda ver el volumen desde distintas perspectivas. Quise darle un toque más rompedor al papel, que es un material rústico, y seguí mi camino. Así fueron los inicios.
--Dicen que los inicios nunca son fáciles…
--La transición, desde que dejé mi trabajo hasta que encontré mi estilo, fue complicada. Pero luego todo fluyó de una manera muy orgánica. Lancé la página web en mayo y en junio me escribieron de Shanghái para exponer allí. Al poco tiempo expuse en la Fundación Pons de Madrid. Sin que suene presuntuoso, podría decir que mi obra gustó desde un principio y todo ha ido bastante rodado.
--¿Cuál es su última obra?
--Hace unos días sentí que necesitaba crear algo nuevo. Quería hacer algo diferente y me puse a buscar formas nuevas. Tengo el estudio en casa y miles de papeles de medio mundo, además de los que hago yo. Se podría decir que mi casa es una papelería. Pruebo, rehago, descarto. Esta semana di con un libro de telas en casa de mi hermana y descubrí unos patrones que me fascinaron. A veces funciona así y otras veces encuentras la inspiración en formas de la calle, en los edificios o en un sofá. Consiste en buscar esas formas y pensar cómo trasladarlas con un volumen determinado y un papel concreto. Normalmente sucede así. Me voy al bosque con los niños, veo una hoja, le doy una vuelta e imagino cómo darle forma con papel.
--Algunas de sus obras son tridimensionales y crean un sugerente juego de luces y sombras, como las de la serie Chess…
--La gracia es que los cuadros se mueven. Si tienes tu cuadro al lado de una ventana, la luz va cambiando y se proyectan las sombras sobre él. Abres una luz y la obra cambia por completo. Son obras con mucha sombra, con mucho movimiento, y cambian a lo largo del día, con la variación de la luz a cada instante.
--“Nuestros antepasados, obligados a residir, lo quisieran o no, en viviendas oscuras, descubrieron un día lo bello en el seno de la sombra y no tardaron en utilizar la sombra para obtener efectos estéticos”, escribió Tanizaki en ‘El elogio de la sombra’. ¿En quién se inspiró para crear sus obras?
--Yo soy una loca de las lámparas de Isamu Noguchi, que crea unas lámparas con una luz muy especial que se va reflejando… La fuente de inspiración fueron este tipo de lámparas y el tema de las sombras vino ligado con el volumen. Algunas piezas son completamente blancas, pero parece que tengan diferentes colores, que estén llenas de grises, porque cambian de color con la luz y la sombra.
--Las obras de las series Eternity, Chess, Monopoly y Puzzle transmiten paz…
--Sí. Eso es un poco subjetivo, pero a mí me transmiten paz y armonía. Me dan calma y son bonitos. Aportan estética al hogar. La gente me dice que son muy decorativas, y tienen razón. Yo simplemente busqué que la obra me gustara como para ponerla en el salón y no cansarme nunca. Son obras que buscan calma.
--En cambio, las piezas de Universe y Windows invitan a soñar…
--Sí, son más divertidas. Algunas me recuerdan a la infancia. Universe es como un circo, como una especie de carpa de circo. Y Puzzle también, aunque con un estilo japonés. Mucha gente, con las obras de la serie Puzzle, recuerda los sobrecitos que tocabas y abrías cuando eras pequeño. Monopoly está inspirada en el juego. Son como casitas. Todo está ligado a la infancia. Son obras que evocan a la infancia con un toque estético.
--¿Cuál es la obra que más le piden?
--Monopoly, Universe y Eternity son las series más vendidas, aunque están todas bastante a la par. Trabajo mucho por encargo y me adapto a las medidas y a los colores que gusten más al cliente. Dentro de la gama, claro.
--¿Las volveremos a ver expuestas próximamente?
--Ahora mismo tengo obra expuesta en Estudio María Santos, Bingutti, en el showroom de Juan Bengoa y en Ángeles Valle, en el rastro de Madrid. Y en mi estudio, claro, bajo cita previa. Ahora mismo no estoy en ninguna galería porque prefiero tener un trato más directo con el cliente. Sé a quién he vendido cada cuadro, y eso que he vendido muchos. En una galería perdería ese trato más cercano. Y disfruto mucho enseñándoles el estudio y pensando su obra. Con algunos clientes incluso hemos montado la obra juntos.
--¿Cómo se producen el grueso de sus ventas?
--El 80% de mis clientes compran sin ver la obra a través de Instagram o de la página web. La mayoría compra los cuadros sin verlos en directo.
--¿En qué horquilla de precios se mueven sus cuadros?
--Entre 350 y 2.500 euros.
--¿Cómo definiría la belleza de sus obras?
--Incluso la gente que no me conoce dice que mis obras me representan. Transmiten paz, orden, armonía… Las obras son una parte de mi carácter, de mi personalidad, y visualmente representan lo que para mí es la belleza.
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