Desde mediados de mes, existe en Cataluña un control de alquileres. A mí me parece una medida desastrosa. Sobre todo porque no resuelve los problemas que la ley indica que resolverá, y los actuales del mercado inmobiliario de alquiler, que son muchos, los agrava.
Fijaos, el primer aspecto que hace el control de alquileres es reducir la oferta. Si antes, en 2019, teníamos que los inquilinos permanecían en una vivienda de alquiler en Barcelona, una media de 2,3 años, ahora casi todos llegan hasta los 5.
¿Por qué? Porque encontrar una vivienda de alquiler es dificilísimo. Es prácticamente como que te elijan un casting de Steven Spielberg.
En segundo lugar, lo que observamos es que el control de alquileres está espantando a los propietarios (ya los había espantado con anterioridad) y está reduciendo la oferta, porque la están llevando a arrendamiento de temporada y porque los grandes propietarios están vendiendo viviendas y yéndose a invertir a otros lugares.
Entonces, si uno tiene diez, ocho, doce propuestas… ¿Cuál elige? La que más está dispuesta a pagar. Porque lo que quiere el propietario es que, sobre todo, el inquilino no se le declare vulnerable.
¿A quién perjudica este control? A las familias que teóricamente debería beneficiar, a las que tienen menos ingresos, a las que están llegando desde el extranjero o desde otras partes de España a trabajar.
Por lo tanto, por ese motivo, porque beneficia al pijoprogre y perjudica a los que menos tienen, estoy totalmente en contra del control de alquileres.