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Test de alergias e intolerancias alimentarias: pruebas legítimas y fraudulentas

Las reacciones adversas a los alimentos son relativamente frecuentes entre la población. Ante esta situación el mercado se ha saturado de pruebas y test que con frecuencia no son fiables y están desacreditadas por las sociedades médicas más relevantes

El consultor dietista-nutricionista Juan Revenga ofrece consejos sobre alimentación / FOTOMONTAJE CG
El consultor dietista-nutricionista Juan Revenga ofrece consejos sobre alimentación / FOTOMONTAJE CG

Existen dos grandes grupos de reacciones adversas a los alimentos: las tóxicas y las no tóxicas. Las primeras se deben a una intoxicación fruto de una contaminación alimentaria con bacterias u hongos patógenos (o debidas a la presencia de las toxinas que estos microorganismos generan). En estos casos, toda la población es susceptible de sufrir este tipo de reacción adversa en el momento que ingiera un alimento contaminado.

Por su parte, las no tóxicas, dependen de cada individuo, de su susceptibilidad, no de las condiciones del alimento, y se dividen a su vez en dos grandes grupos: las intolerancias y las alergias. Las intolerancias (o reacciones NO inmunitarias) suelen deberse a la ausencia o déficit de alguna enzima que debe metabolizar algún nutriente o sustancia. En el caso de las alergias la reacción adversa está mediada por el sistema inmune y su padecimiento puede tener graves consecuencias si sucede un shock anafiláctico. Este esquema te puede ayudar a entender la clasificación.

Todas las reacciones adversas no toxicas se identifican una a una

Ya sea que sospeches de padecer alguna intolerancia (a la lactosa, fructosa, histamina, etcétera) o alguna alergia, lo primero que has de hacer es acudir a un profesional sanitario especializado en estas cuestiones -típicamente un especialista en alergología- para que a la vista de tus síntomas y signos plantee las correspondientes pruebas diagnósticas.

  • Cuando se sospecha de algún tipo de alergia, lo más habitual es plantear un test cutáneo de alergia (conocido como “prick test”) en el que, de forma controlada, se expondrá al paciente a diversos alérgenos (provenientes de alimentos como el huevo, la leche, los frutos secos o con otros orígenes como el pelo de mascotas, polen, etcétera) con el fin de observar una posible reacción cutánea para cada uno de estos alérgenos. Aunque el “prick test” suele incluir la exposición a múltiples alérgenos al mismo tiempo, ha de quedar claro que cada aplicación es una prueba individual en sí misma, de forma que una misma visita se puede diagnosticar o descartar varias posibles alergias.

  • Ante la sospecha de alguna intolerancia, el modo de proceder es similar. Será el especialista el encargado de plantear diversas pruebas diagnósticas, a fin de confirmarla o descartarla. Ahora bien, en este caso los posibles procedimientos son notablemente diferentes a los anteriores, ya que en cada prueba (visita) solo se puede confirmar o descartar una intolerancia. Lo más habitual es que las pruebas de intolerancias consistan en ofrecer en ayunas una sobrecarga del elemento o nutriente sobre el que se tiene la sospecha (lactosa, fructosa, sacarosa...) y, entonces, proceder a la cuantificación de diversos parámetros (cantidad de hidrógeno expirado en el aliento, la curva de glucemia a lo largo del tiempo) que de forma indirecta servirán para confirmar o descartar la intolerancia en estudio.

El fraude está a pie de calle, gimnasio, peluquería, farmacia o centro hospitalario

Frente a todo lo expuesto hasta aquí, el mercado está saturado de falsas pruebas de intolerancias alimentarias que afirman ofrecer, a todos los que caen en sus redes, una lectura de decenas e incluso de cientos de intolerancias que padece una persona. Y todo ello a cambio de una módica -o no tan módica- cantidad de dinero que puede oscilar desde unas pocas decenas de euros a varios cientos. Los sistemas propuestos para realizar estas pruebas tienen la misma credibilidad que un político en campaña e incluyen, por ejemplo, la biorresonancia, los análisis de sangre o los análisis de saliva.

Buena parte del problema a la hora de separar el grano de la paja radica en que este tipo de sistemas inútiles y sin evidencia científica, que no son gratis y que por tanto son fraudulentos, es que los podemos encontrar no importa dónde. Si es tu peluquera quien ofrece que te apuntes a uno de estos análisis la semana que viene (cuando se presente el “viajante” de la maquinita) o es el monitor de gimnasio o la dependienta de tu herbodietética preferida, el fraude se ve venir de lejos. Pero ¿qué pasa cuando ese mismo sistema u otro similar te lo ofrece un profesional sanitario con bata blanca en el marco de un centro sanitario, ya sea una farmacia o una clínica? Pues pasa que las posibilidades de caer en el engaño se multiplican por diez, veinte o por mil. No obstante, la fiabilidad es la misma: cero.

Sociedades científicas: los test masivos de intolerancias son un fraude y pueden ser peligrosos

El tema es serio, tanto que desde hace más de 10 años las distintas sociedades especializadas en alergología e inmunología en el panorama mundial se han pronunciado para desacreditar este tipo de pruebas supuestamente médicas:

  • La Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología sostiene que: “Algunas pruebas consideradas no han demostrado su utilidad […]. Entre ellas se incluyen las pruebas de provocación-neutralización o los ensayos citotóxicos […]. La medición de anticuerpos IgG específicos a alimentos es una herramienta que carece de validez”.

  • La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica no se queda atrás al afirmar: “Recomendamos no utilizar cualquiera de las siguientes pruebas no estandarizadas para la evaluación rutinaria de reacciones IgE mediadadas (alergia a los alimentos): La liberación/activación de histamina por parte de basófilos; la estimulación linfocitaria […], las pruebas IgG4 alergeno- específica; los ensayos de citotoxicidad, o las pruebas electrodérmicas”.

  • En España, la Sociedad Española de Patología Digestiva, también se ha posicionado al respecto: “Se desaconsejan el uso de estos test en la evaluación de las intolerancias y, sobre todo, en tratamientos de enfermedades presuntamente asociadas a la alimentación [...] ya que no hay evidencia científica que los respalde”.

Y así un larguísimo etcétera de sociedades científicas, especialistas y expertos en la materia se han pronunciado en contra de este tipo de analíticas para las intolerancias. Por acabar de forma rápida, se podría decir que ni una sola sociedad científica especializada en este área avala su uso y, por tanto, recomienda mantenerse alejado de ellas. Así, si sospechas de alguna intolerancia en concreto -pero nunca en genérico- te recomiendo acudir a profesionales sanitarios serios, ¿cuáles son esos?, te preguntarás. Desde luego aquellos que, por de pronto, nunca te propondrán un único test masivo para detectar intolerancias.

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