No sabemos quien empezó a afirmar que en el mundo oriental las demostraciones de amor en público están relegadas a un segundo plano, pero lo cierto es que se ha creado todo un estigma en cuanto a cómo viven el amor en otras culturas no occidentales.
Bien es cierto que quizá sus valores y educación no están tan íntimamente ligados a los besos y cariños en mitad de la calle, pues el civismo no pocas veces capa la espontaneidad más pasional. Y es que no podemos decir que las diferencias culturales no afecten de forma diferente al modo en el que vivimos el amor, pues si bien no podemos medir el amor entre personas con un contador, sí que observamos diferencias cuanto menos curiosas.
La palabra japonesa más romántica: su origen
En Occidente, es común que las parejas dibujen un corazón atravesado por una flecha con sus nombres dentro. Estos dibujos suelen encontrarse pintados en casi cualquier lugar, como árboles, paredes, paredes de baños públicos o postes. En Japón, las parejas hacen algo similar con otra forma, en lugar de un corazón, dibujan un paraguas. Este símbolo romántico se llama "Ai Ai Gasa", fonéticamente ‘aiaigasa’.
Un original modo de representar el amor con el que los asiáticos suelen dibujar un triángulo con un corazón en la parte superior y una línea vertical en el centro, escribiendo sus nombres a cada lado del paraguas. Generalmente, el nombre del chico va a la izquierda y el de la chica a la derecha, escritos de arriba hacia abajo.
¿Por qué un paraguas?
En Japón, compartir un paraguas con alguien especial es considerado un gesto romántico. Esta tradición tiene sus raíces en la era Edo, una época poca entre los años 1603 y 1868 cuando la familia Tokugawa gobernaba Japón bajo una dictadura militar. En esta época, las mujeres no se les permitía caminar libremente con un hombre con quien no tuvieran un vínculo familiar.
Durante la temporada de lluvias, hombres y mujeres aprovechaban la oportunidad de compartir un paraguas para pasar tiempo juntos sin llamar la atención. Se justificaba como una acción amable propia de su cultura cívica: "El hombre simplemente compartía el paraguas para que la dama no se mojara con la lluvia". Así, bajo esa excusa, muchas historias de amor comenzaban bajo un paraguas.
Una imagen que recrea todo un imaginario romántico
Imaginemos una escena digna de una serie romántica al más puro estilo manga, un chico y una chica que se gustan caminan juntos por la calle. Aunque ambos sienten una atracción evidente, ninguno se atreve a expresar sus sentimientos, ya que, como suele ocurrir en Japón, son reservados. La tensión entre ellos es palpable, pero ninguno toma la iniciativa. De repente, empieza a llover y un chaparrón los sorprende. Solo la chica lleva un paraguas, así que lo abre y le ofrece al chico refugiarse con ella. Al compartir el paraguas, deben caminar muy cerca para evitar mojarse.
Lo que comienza como un encuentro fortuito, se convierte en un momento íntimo. A pesar de la ligera incomodidad por la cercanía inesperada, ambos sienten una alegría silenciosa, pues, sin necesidad de tomar una decisión concreta, la vida les ha regalado ese pequeño instante de cercanía.
El "Aiaigasa" se refiere, por supuesto, a cualquier situación en la que dos personas compartan un paraguas, ya sean amigos o desconocidos. Sin embargo, hay algo en esta tradición que evoca la magia del destino: esa conexión súbita y espontánea que parece llevar implícito el sentimiento amoroso como aquí en Europa puede ser semejante el gesto de dar un beso en la nariz.
Japón: el uso de las palabras como mantra
Cuando hablamos de Japón, solemos pensar en un país que, a simple vista, parece muy diferente a España. Sus horarios, tradiciones, hábitos y costumbres difieren notablemente de los que conocemos en Occidente. Al igual que su forma de vida, la filosofía que rige en Japón también contrasta con la mentalidad occidental.
En Japón, la manera de enfrentar las adversidades se basa en un enfoque distinto al de otras culturas. Mientras que en España afrontamos los desafíos desde nuestra propia personalidad y carácter, los japoneses parecen "construir" su personalidad para estar preparados ante las dificultades de la vida que puedan surgir. Parte de este enfoque se refleja en su lenguaje, que encapsula sus creencias y valores en palabras o conceptos breves, pero poderosos.
Otras palabras japonesas con mucho poder y popularidad
Un claro ejemplo es el término ikigai, que hace referencia a la búsqueda del propósito o razón de ser. Pero no es el único: también encontramos expresiones como nankurunasia, que invita a confiar en que, con el tiempo, las dificultades se resolverán.
Estos conceptos, más que simples palabras, ofrecen una perspectiva distinta para ver la vida y abordar los problemas, mostrando que la forma en que los japoneses enfrentan el día a día está profundamente influenciada por su cultura y filosofía.