Déjame que te plantee la siguiente pregunta. Si tuvieras que darme un número del 1 al 10 midiendo tu nivel de felicidad en este momento...¿ Cual sería?¿Te ves capaz de medir este sentimiento en tu vida? Si no estás muy de acuerdo con el número que has pensado o incluso esta pregunta te ha dejado con una sensación de sobrecogimiento o desconcierto, te tengo donde quería. ¿Acaso se puede medir tan fácilmente la felicidad? Y es que la búsqueda incansable de alcanzar este sentimiento es una de las grandes dicotomías del siglo XXI, que paradójicamente sigue sin dar con la tecla para sentirnos plenos y cómodos en nuestra piel.
En un día como hoy, Día oficial de la Salud Mental, la tan ansiada felicidad sigue siendo una asignatura pendiente. Así lo revela un estudio Internacional del Grupo AXA sobre Salud y Bienestar Mental en 2024 que revelaba unas cifras nada esperanzadoras: el 34% de los españoles sufre algún problema de salud mental y otro 27% consume ansiolíticos, antidepresivos o somníferos a diario.
Día de la Salud Mental: el factor que no puedes descuidar
Unas cifras que aportan coherencia al discurso del presidente del Consejo General de la Psicología de España, Francisco Santolaya, que ha asegurado rotundamente que "no hay salud sin bienestar psicológico". El experto y neuropsiquiatra Álvaro Bilbao ha abordado la felicidad como uno de los grandes temas pilares de su último libro titulado Prepárate para la vida. Y es que definir qué es la felicidad es cuanto menos complejo pues muchas veces no tenemos ni la respuesta.
El doctor Bilbao ha explicado de este modo la confusión que nos provoca no sabernos felices: "Es una pregunta errónea y muy injusta. La felicidad es un estado de ánimo. Igual que no podemos ‘ser cansados’, igual que no podemos ‘ser aburridos’, igual que no podemos ‘ser enfadados’ o igual que no podemos ‘ser contentos’. Podemos estar contentos, podemos estar enfadados, podemos estar alegres y podemos sentirnos felices”, explicaba sobre lo transitorio de esta emoción.
La felicidad: muy conectada con entender el mundo
A menudo vivimos sometidos a unos altos índices de estrés y ansiedad propios de una sociedad frenética que no promueve la pausa y que apenas nos deja parar un momento a observar nuestro interior. La psicología positiva parece proponer un estado ilusorio de felicidad continua poco realista en una vida donde no dejan de ocurrir cosas.
A veces buenas y otras veces menos buenas o directamente malas, sucesos propios del devenir de al vida que menoscaban nuestro estado de ánimo. El verdadero bienestar emocional es entender que la felicidad ocurre a momentos específicos agradables. La felicidad pretende responder a una evaluación positiva de la propia vida, que repito, solo hacemos nosotros mismos. Solo nosotros mismos somos capaces de medir esta esperada felicidad, nade podría afirmar que tú eres feliz sin saber como afrontas tu propia historia de vida y contexto. Es evidente que un entorno rico en personas de alto valor, los logros conseguidos así como la realización propia determinan como nos vemos a nosotros mismos frente a nuestra vida, pero desde luego somos más felices según como sea la historia nos contamos a nosotros mismos sobre nuestra vida.
La felicidad es efímera: por qué no puedes ser feliz
Lo primero que hay que tener en cuenta es que hay algo fundamental que entender, la felicidad se experimenta cuando ocurren cosas buenas momentáneas o transitorias. No se 'es feliz' per sé. La verdadera felicidad no es la ausencia de sufrimiento, sino la capacidad de tomar el control de nuestras emociones ante él. Saber sobreponerse con resiliencia al dolor provocado por los golpes de la vida es la tarea más complicada de todas pues nos compromete para tomar acción en la gestión de nuestras propias emociones. La calma y saber mantenernos en paz es en definitiva el factor más importante de para cuidar de nuestra salud mental.
La neurociencia propone aumentar el número de actividades que generen la tan citada dopamina, también llamada hormona de la felicidad, estableciendo una lógica muy superficial y simplista que resume todo lo que pasa en nuestro cerebro a la acción de los procesos químicos que ocurren en nuestra mente. Aunque por muchos estudios que centren la felicidad en esta hormona, lo cierto es que la psicología demuestra que no basta con aumentar la dopamina para experimentar bienestar real.
Felicidad y placer no son sinónimos para nuestro cerebro
Según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, se tiende a identificar la sensación de felicidad y de bienestar con la sensación de placer momentáneo. Pero, desde el punto de vista cerebral, son dos experiencias distintas: “ buscamos el placer creyendo que, detrás del placer, vamos a encontrar la felicidad.
La dopamina es un neurotransmisor que nos hace perseguir cosas que nos dan placer, pero en el momento en que la dopamina se acaba, y tiene una vida muy corta, lo que vamos a experimentar es más necesidad de dopamina",
Sentir felicidad es estar en calma
Según el experto, algo que habitualmente olvidamos es el compromiso que debemos tener con nuestra tranquilidad y calma: "A diferencia del placer, la felicidad suele transmitir calma. Suele tener que ver más con compartir y con dar, en lugar de recibir, y es un sentimiento más profundo que activa lo que llamamos el sistema serotoninérgico, que circula en capas más profundas del cerebro y que, además, tiene una duración más larga” , comenzaba explicando Álvaro Bilbao.
“Cuando ayudamos a alguien, no solamente nos sentimos satisfechos cuando le estamos ayudando, sino que, también, cada vez que recordamos esa experiencia, tenemos esa sensación de calma, de bienestar y de satisfacción. Y lo podemos seguir recordando durante toda la vida y que, cada vez que lo recordemos, nos sentiremos calmados y nos sentiremos orgullosos o satisfechos de esa ayuda que hemos dado a una persona", relataba sobre la necesidad de poner el foco en las experiencia compartidas que se salgan del conflicto o el recibir algo a cambio. La frase popular de “ lo importante es la intención” que tanto nos repetían en la infancia tiene mucha verdad, la intención de vivir en paz con el entorno y dar pasos que nos acerquen a a sensación de tranquilidad y conciencia tranquila.