Yo, que nunca piso el gimnasio que pago religiosamente cada mes y que jamás he dejado a nadie que me haga un masaje, asisto a una sesión de gimnasia facial en Work Your Face, la cadena fundada por Stephanie Marin.
Elijo, por cercanía y comodidad, el local de la calle Calvet de Barcelona, aunque también tienen establecimientos en Madrid y Andorra. Desde fuera, parece un gimnasio elegante. Con clase. O una peluquería de esas de influencers. Y aún así, entro.
El calentamiento
Antes de comenzar la sesión, toca rellenar un pequeño formulario sobre la zona del rostro que quieres trabajar, las arrugas que te gustaría moldear y difuminar, sobre si te has puesto bótox alguna vez y otros asuntos por el estilo. Los diferentes tratamientos cuestan entre 35 y 100 euros. El especialista, Félix, lo revisa y me hace un par de preguntas. Todo en orden. Me recomienda el Premium Lift (75 euros). Al lío.
Me siento en la butaca, que se reclina hasta quedar prácticamente en horizontal. “Ahora relájate y disfruta. Muchos clientes se duermen”, comenta Félix mientras coloca un paño caliente sobre mi rostro, me hace una limpieza con espuma y coge una pequeña pelota para iniciar el calentamiento.
El masaje y las manos de mago
“Esta bolita de masaje sirve, sobre todo, para despegar la piel del músculo, mejorar la circulación y relajar las zonas rígidas que vamos a trabajar, como las líneas de expresión”, detalla el experto.
Suena la canción de Titanic cuando empieza el masaje, pero no es un masaje cualquiera. Las manos expertas de Félix despiertan cada uno de los músculos del rostro, incluso los que no sabía que tenía. Los despierta, los ejercita, los estimula y los esculpe. Con movimientos calculados, siempre ascendentes, perfilando cada músculo con una virtuosidad que creía exclusiva de pianistas y cirujanos. Haciendo magia. Y entro en una especie de duermevela.
Ventosas, Gua Sha y setas faciales
Las manos de Félix dejan paso a unas pequeñas ventosas con las que presiona las líneas de expresión y define el músculo oculto bajo la dermis. En la parte del enfriamiento “también utilizamos diferentes herramientas como el Gua Sha y las setas faciales para drenar el líquido que se acumula entre la piel y el músculo”, apunta.
El simple contacto del Gua Sha de acero inoxidable con la piel es un placer que contrasta con cualquier otra sensación vivida durante la sesión. También en frío, los movimientos circulares y ascendentes que ejecuta Félix con las setas faciales, desde las sienes hasta el contorno del ojo, te devuelven a un estado de relajación soñado. Un adormecimiento del que te saca la electroestimulación final.
La prueba del éxito
“¡Guau!”. La hora ha pasado volando. ¿Habré pasado mucho rato dormido? Puede ser que haya entrado algo tenso, pero salgo flotando y con el rostro radiante. “Mañana por la mañana, cuando baje toda la inflamación, aún te verás mejor”, asegura Félix, del que me despido admirado y agradecido.
Antes de marcharme, decido reservar el mismo tratamiento o masaje o sesión de gimnasia facial o como cada uno quiera llamarle para mi sobrina. Este será mi regalo de cumpleaños. ¡Flipará!