Seguro que no te pilla de sorpresa la afirmación que vamos a plantearte a continuación. Existen personas malas que tienen la habilidad de trasformar tu realidad en algo incómodo e incluso nocivo. Y es que es así, es un hecho que todos nos hemos cruzado con individuos que, debido a sus actitudes negativas y comportamientos dañinos, complican la vida de quienes los rodean.
En Consumidor Global te ofrecemos una guía simple para reconocerlas y empezar a eliminarlas de tu vida de cara a vivir un 2025 lleno de calma emocional y personas que te sumen de verdad.
Personas con pulsión al juicio y la manipulación
Estas personas suelen suponer una carga emocional difícil de gestionar, pues tratan de manipular, ejercer su influencia e incomodar con sus juicios dañinos. Otros, en cambio, simplemente pretenden desproveerte de tus creencias y arrastrarte a su forma de ver el mundo, muchas veces impregnada de pesimismo y visión crítica.
Popularmente, las identificamos como “malas personas” aunque sería más correcto tildarlas de personas nocivas para nuestra vida que no atienden a un trastorno psicológico o de la personalidad —como muchas veces se cree— en ocasiones, es simplemente el resultado de su forma de comportarse mal con todos los que le rodean
¿Qué define a una mala persona?
Esto es muy complicado de calificar porque a veces imputamos esta definición a buenas personas que están atravesando un momento personal, duro o difícil. Y es que solo podríamos describir a una persona nociva como alguien con intenciones maliciosas de verdad si esta actúa deliberadamente para generar daño, sin rasgos humanos típicos de los seres humanos compasivos como son la empatía o el arrepentimiento.
Este tipo de conductas no siempre está relacionado con problemas mentales, sino que en muchos casos responden a un estilo de vida o a patrones aprendidos en los que hacer el mal es más natural.
Aquellos con una personalidad dañina suelen mantener un enfoque hostil hacia los demás, incluso cuando no hay razones evidentes para justificar ese comportamiento. Esta hostilidad puede convertirse en una parte esencial de su forma de ser, lo que les lleva a justificar sus acciones y actuar sin sentir remordimientos.
Malas intenciones sin trastornos psicológicos
Aunque existen personas cuya “toxicidad” puede estar relacionada con un diagnóstico clínico, como un trastorno de personalidad, muchas veces nos encontramos con gente que actúa de manera negativa sin que esto responda a una enfermedad. Es importante evitar estigmatizar a quienes padecen problemas psicológicos, ya que no todos los desajustes mentales implican una intención premeditada de hacer daño. Por el contrario, debemos entender que las malas acciones suelen tener causas más profundas.
Los seres humanos tenemos el potencial para elegir actuar haciendo el bien o el mal. Es decir, actuar de manera cruel o egoísta no es fruto de un gen maléfico. A menudo son el resultado de experiencias personales con una carga emocional pesada así como a unas relaciones familiares complicadas.
Claves para distinguir a una mala persona
La falta de afecto, una infancia llena de carencias emocionales o la ausencia de figuras protectoras suelen dar lugar a comportamientos como el egoísmo o el afán de venganza tan propio de las malas personas. Es crucial distinguir entre la ira, que es una emoción pasajera y propia del enfado, entre la hostilidad de un sentimiento mucho más complicado, que es el de desear el mal a alguien basado en pensamientos negativos hacia los demás.
Aunque las percepciones pueden variar dependiendo del contexto, los psicólogos coinciden en que hay patrones recurrentes que despertar nuestra intuición ante algunos comportamientos nocivos en los que debemos recabar para no tolerar.
• Tendencia a la manipulación: Aprovechan a quienes los rodean para cumplir sus metas, sin importar el impacto que esto tenga en los demás.
• Egocentrismo y aprovechamiento: Se ven a sí mismos como el eje central de todo. Su aparente amabilidad es usualmente interesada y solo surge cuando buscan un beneficio.
• Conducta posesiva: Les cuesta aceptar que los demás tengan relaciones saludables, mostrando celos o molestias si no son el centro de atención.
• Comentarios dañinos y excluyentes: Intentan herir con palabras o acciones, a menudo disfrazando su crueldad bajo un tono sarcástico o bromista.
• Falta de responsabilidad: Evaden las consecuencias de sus acciones y no sienten culpa alguna por el daño que puedan causar.
• Actitud pesimista y negativa: Tienen una tendencia a exagerar los problemas, mantener una actitud hostil o malhumorada y mostrar una agresividad subyacente.
• Engaño y trampa: Su exagerada autoconfianza los lleva a mentir y manipular constantemente para obtener lo que desean.
• Falta de sensibilidad al comunicarse: Hablan sin filtro, ignorando cómo sus palabras pueden afectar emocionalmente a los demás.
Cómo proteger tu bienestar emocional y tomar medidas
De acuerdo con los expertos terapeutas, la estrategia más efectiva para preservar tu salud emocional es mantener distancia, tanto física como emocional, de este tipo de individuos. Evitar la cercanía puede ayudarte a proteger tu bienestar y fomentar relaciones más positivas en tu entorno.
Rodearse de personas con hábitos perjudiciales puede afectar gravemente tu salud emocional. Identificar sus señales y aprender a gestionar la relación es esencial para salvaguardar tu bienestar.
¿Qué hacer ante estas personas?
1. Establece distancia: Siempre que sea posible, aléjate de aquellos que generan un ambiente nocivo. Este tipo de relaciones suelen ser incompatibles con nuestras necesidades humanas de conexión y seguridad.
2. Pon límites: Si se trata de un familiar cercano, intenta mantener interacciones breves y con límites claros. Esto reducirá el impacto de su comportamiento en tu vida.
3. En el trabajo: Si te enfrentas a un superior con actitudes negativas, busca apoyo en compañeros que compartan tu perspectiva. Crear un grupo de apoyo puede ayudarte a lidiar con situaciones desafiantes.