Las cinco señales de tu cuerpo para saber si estás tomando demasiado azúcar: alerta a ellas

Sabemos que consumir azúcar no es nada bueno para nuestra salud. El mundo fitness ya se ha preocupado de intentar eliminar su consumo en la elaboración de todos nuestros platos. Y es que aunque son muchas las personas que se preocupan por eliminarlo de forma parcial o total de su dieta, lo cierto es que esto es cuanto menos difícil. Esto se debe a su presencia en incontables alimentos que, o bien lo llevan implícito de forma natural (tales como la sacarosa, glucosa o fructosa), o han sido procesados para ello artificialmente. 

“El problema no es el consumo, es el exceso de azúcar. Si bien hoy en día la mayoría de la gente utiliza endulzantes, hay un alto consumo en bebidas, jugos, snacks dulces, chocolates, pasteles, helados”, explica la nutricionista Andrea Valenzuela sobre lo preocupante que resulta que todos los alimentos estén procesados con este químico. Es importante destacar que en personas sin patologías se aconseja reducir su consumo diario a un 5% de la ingesta calórica diaria, o lo que es lo mismo, a solo 25 gramos al día.

¿Cuánto azúcar se puede consumir al día?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte a todos los adultos con un IMC normal que aunque no parezca mucha cantidad al día sí lo es, pues su consumo es equivalente a solo 5 o 6 cucharadas por día.

Bien es cierto que uno puede decir, pues no consumo dulces y recorto el movimiento del azucarero en el café por la mañana. ¿Sencillo? Pues nada más lejos de la realidad, este refinado se esconde en infinidad de productos de nuestra lista de la compra. Buena muestra de ello es el hecho de que una sola lata de refresco ya contiene alrededor de unos 39 gramos. Cabe destacar que en España consumimos de media unos 90 gramos al día. Una barbaridad casi imposible de metabolizar por nuestro cuerpo que sigue sufriendo las consecuencias nefastas que tienen en el organismo.

Señales de que estás consumiendo demasiado azúcar

Atendiendo a los comportamientos de sacarosa en nuestro cuerpo, la ciencia ha estipulado una serie de consecuencias físicas notables asociadas a un consumo excesivo.

1. Acné adulto y otros indicios de que tu piel está sufriendo. Este incrementa los niveles de la hormona de crecimiento IGF-1 y de insulina, lo que provoca una estimulación profunda de las glándulas sebáceas haciéndolas producir una mayor secreción. Esto implica un rostro más grasiento y una tendencia a la inflamación cutánea con la consecuente proliferación de espinillas y perdida de luminosidad.

2. Tienes hambre a todas horas. No sólo engorda porque está ligado a alimentos muy calóricos, sino porque aumenta los niveles de azúcar en sangre provocando una consecuente sensación de hambre. Además de ser un quimico carece de fibra o nutrientes por lo que es imposible que provoque un efecto saciante. Comerás más y por lo tanto aumentarás de peso.

3. Causa el envejecimiento de la piel. Las moléculas se adhieren a las proteínas de eslastina y colágeno de nuestra piel, las encargadas de mantenerla firme.La sobrecarga de estas proteínas hace que se pierda elasticidad, provocándose una inflamación cutánea en determinados puntos – mejillas y bolsas- propio del envejecimiento prematuro de las células de la piel.

4. Notarás el abdomen  y rostro más abultado. Proporciona energía inmediata, que si no se usa, el cuerpo la transforma en glucógeno y posteriormente en grasa. Esta se almacenará en el cuerpo en la zona del bajo vientre y muslos. De ahí su relación con el sobrepeso. Esta inflamación y reservas de grasas que se produce también provoca el envejecimiento del organismo así como una merma de la estabilidad del sistema inmunitario. Es el único capaz de multiplicar las bacterias que viven en él intestino cuando este está digiriendo algún alimento refinado.

5. Solo pensarás en antojos. Los niveles de glucosa en sangre disparan la insulina, haciendo que el dato en sangre quede en índices muy bajos de hipoglucemia. ¿En qué se traduce? En un aumento constante de nuestros antojos, siendo estos tan difíciles de contener. El hecho de intentar controlar el consumo de azúcar también genera una serie de altibajos emocionales en el cerebro muy parecidos a los que provocan las adicciones.

Qué es la adicción al azúcar: descubre si tú también la tienes

Puede ser adictivo debido a su efecto en el cerebro y en el sistema de recompensa, similar al de algunas sustancias que generan dependencia. Si has probado a dejar de consumirla pero te resulta imposible la idea de prescindir del chocolate después de comer o las gominolas cuando vas al cine los fines de semana, cuidado porque puedes ser adicto y no saberlo. ¡Descubre lo que desata en tu cabeza este potente refinado! Puedes haber creado un ciclo de consumo constante y no darte ni cuenta.

1. El ciclo de la recompensa y la “dulce” dopamina

El consumo de azúcar activa el centro de recompensa en el cerebro, lo que provoca la liberación de dopamina, un neurotransmisor que está asociado con el placer y la satisfacción. Una respuesta parecida a lo que se experimente en la mente con el consumo de drogas recreativas. El ciclo de la recompensa se hace presente cuando comes algo dulce y el cerebro recibe una señal de "recompensa" gracias a esta dopamina, tan ligada a la sensación de placer.

2. Necesidad de más azúcar

Con el tiempo el cerebro genera tolerancia pues ya no es tan sensible a la dopamina que le proporcionaba este azúcar. Esto se traduce en el abuso de este refinado, pues cada vez necesitarás más dulce para que se active esta recompensa mental, por ello no es raro que según pase el tiempo cada vez eches más y más azúcar a tu café. Tu mente en el fondo busca satisfacción.

3. Subida y caída rápida de energía

Nuestro cuerpo responde agotado a los picos de glucosa en sangre, provocando la subida de energía inmediata con su consecuente descenso. Por ello es normal que si estamos cansados, el cuerpo te pida sacarosa para " calmarlo".

4. El azúcar y el sistema opioide de nuestro cerebro

Este también compete al sistema opioide endógeno, encargado de regular la percepción del placer y el dolor. Su consumo activa este sistema, reduciendo el malestar o el estrés, reforzándose aún más el deseo compulsivo de consumirla.

5. Es un alimento reconfortante: responde a factores emocionales

Va de la mano con el comportamiento humano. Muchas personas recurren a alimentos azucarados cuando están estresadas, tristes o cansadas, pues lo consideran como un alimento reconfortante para su mente por los efectos que este tiene.