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El ‘supermercado’ donde el cliente no paga nada y la compra va por puntos

La Fundación de Alberto y Elena Cortina (Fayec), en Madrid, garantiza la cobertura de las necesidades básicas a más de 2.000 familias en situación de riesgo social

Ana Carrasco González

Interior del economato social de la Fundación Alberto y Elena Cortina / FAYEC

Ya hace unas horas que ha amanecido y en los soportales de la avenida Asturias, en Madrid, se entremeten los rayos del nuevo sol. No hay escaparates ni ningún tipo de ornamento que distraiga del paseo, tan sólo unos autóctonos grafitis que parecen jeroglíficos. En el número 58, sin embargo, una congregación de gente se reúne en la entrada de lo que puede parecer, desde la acera de enfrente, tanto una oficina de una inmobiliaria como un centro de un curso de inglés. Al cruzar y observar con más nitidez se descartan las posibilidades anteriores, pero no se encuentra más información que un letrero justo encima del acceso al interior: Fundación Alberto y Elena Cortina

Unos palés con productos se apilan en la columna de al lado y, en las inmediaciones, la mayoría de las personas asentadas llevan el representativo carro de la compra. Una de ellas es Carolina Vázquez, de 41 años. “Es un supermercado, pero especial”, desvela a Consumidor Global. La clienta se refiere a un economato social, un establecimiento solidario que garantiza la cobertura de las necesidades básicas de familias en situación de riesgo social. 

Personas en situación de riesgo social

Carolina lleva dos años acudiendo al economato social de Fayec después de que los profesionales de los Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid la derivaran allí. Ella, que emigró de su natal Colombia para luchar por su hueco en la tumultuosa capital española, no lograba aunar el dinero necesario para sobrevivir al mes. Una circunstancia que se agudizaba al tener en cuenta a su hija, de ahora 17 años, a quien trata de alimentar y educar con solemnidad. 

El economato social de la Fundación Alberto y Elena Cortina / FAYEC

“Mi trabajadora social me habló de este sitio y este año me han vuelto a renovar. Con la ayuda de aquí tengo para vivir”, expresa Carolina que elude hablar de su difícil situación de los años pasados hasta encontrar esta “bendición”, como ella define al economato social. “Voy una vez al mes y sólo cojo las cosas que no tengo. Sólo alcanzo lo imprescindible sin abusar”, remarca a este medio de comunicación. 

Aquí no se “paga”

Cuando Carolina habla de “un supermercado, pero especial”, razón no le falta. En el interior, lo cierto es que es similar a un supermercado al uso, pero a diferencia de otros establecimientos frecuentes, no se paga con dinero. También se desmarca de otros economatos sociales como el de la Fundación Casco Antiguo, en Sevilla, donde se ofrecen productos a precios muy reducidos (para ilustrar, un litro de aceite cuesta 1,97 euros). “Las familias pagan por puntos, que vienen determinados en función del informe social, porque todos los que vienen aquí están ligados por servicios sociales”, explica el director general de la fundación, Vicente Álvarez.

“Entonces, en función de la situación económica, se asigna a cada familia una tarjeta de fidelización (funcionamiento similar a una tarjeta de débito/crédito), cargada con una cantidad de puntos determinados que les permite realizar la compra ”, continúa su explicación Álvarez. En el caso de Carolina, ella tiene 100 puntos para este abril. Consumidor Global acompaña a esta usuaria en su compra. 

La “compra” en el economato social

“Ahora mismo tengo 100 puntos, pero si en un mes me sobran más de 50 puntos, me lo puedo gestionar en dos compras al mes. Con los puntos que nos dan es suficiente, nos llega para todo”, revela Carolina. Ni encima, ni debajo de cada producto se ve el precio, lo que sigue llamando la atención. Su valor medido en puntos tampoco tiene una equivalencia con el euro. Aquí, por ejemplo, el aceite son 15 puntos, mientras que las legumbres o los productos como el gel de ducha o el papel higiénico cuestan 3 puntos.

Personas comprando en el economato social de la Fundación Alberto y Elena Cortina / FAYEC

Lo primero en la cesta es el aceite de 15 puntos (el precio medio del litro en un supermercado ronda los 9 euros). Luego le sigue un pack de seis latas de atún por 3 puntos (un precio medio de 5 euros). Harina por 3 puntos (un precio medio de 70 céntimos), una lata de albóndigas por 3 puntos (un precio medio de 1,50 euros). Chocolate por 2 puntos (un precio medio de 1,80 euros). Un bote de alubias por 3 puntos (un precio medio de 2 euros). Un bote de ketchup por 5 puntos (un precio medio de 1,30 euros). Unos tomates por 3 puntos (un precio medio de 1,95 el kilo). Arroz por 3 puntos (un precio medio de 1,30 euros). Y lo último en caer es la pasta por 2 puntos (un precio medio de 1,30 euros). En total han sido 42 puntos. 

¿Cuánto equivale en supermercado ordinario?

No hay equivalencia con el dinero. El aceite es más caro pero no tiene nada que ver con el del mercado”, señala Álvarez. Además hay un número limitado de unidades por familia. Hay que gestionar esos puntos acorde a lo que tenemos en la tienda. Queremos que tengan el concepto de compra, porque realmente lo que estamos haciendo es una compra. La única diferencia es que no pagamos con dinero, sino con los puntos”, añade. 

No obstante, si extrapolamos esos puntos al precio medio de ese mismo producto en un supermercado ordinario se puede deducir cuánto sería el coste aproximado de la compra en euros. De esta manera, la compra de Carolina corresponde a unos 26 euros. Por lo tanto, si ponemos el caso de los 150 puntos que se suelen otorgar a una familia para hacer la compra en el economato de Fayec, la compra comparada en un establecimiento corriente sería alrededor de 93 euros. 

Acuden 160 familias diarias 

La cola en la caja ya casi dobla la esquina de la tienda –de apenas 265 metros cuadrados–, sobrepasando el estante de la leche. Carolina consume sus puntos y se despide, mientras otros acaban de llegar. Por esas puertas, abiertas desde las 8.30 horas hasta las 16.00 horas, pasan 160 familias diarias de lunes a viernes. “No hay limitaciones, todo va por citas”, expone el director de la Fundación. Desde su apertura en 2014, 21.059 personas han sido beneficiarias de esta iniciativa y 6.464 personas de 2.152 familias se benefician en la actualidad.

Interior deel economato social de la Fundación Alberto y Elena Cortina / FAYEC

“Me pongo en la piel de ellos e ir a pedir comida es muy duro. Nosotros estamos contentos con el sistema de reparto. La gente viene y se lleva lo que necesita”, declara Álvarez. “La pandemia para el economato fue un punto de inflexión, pasamos de tener unas 4.000 personas, a la actualidad que tengo 7.000 personas incluidas en el programa”, apunta. 

El 100% lo paga la Fundación

“El único requisito de acceso es el informe de servicios sociales, que viene ya derivado por el trabajo social”, recuerda Álvarez. “Ahora mismo tenemos un 65% de familias españolas. Hay muchas madres con cargas familiares y ahora también se está viendo bastante personas mayores también solas de ochenta y pico años”, comenta sobre el economato que funciona en gran parte por la colaboración de voluntarios que ayudan en la reposición. 

“Tratamos de decorar el economato con mucha dignidad. Se trata de una forma muy correcta de la gente, porque no son beneficiarios, para nosotros son clientes”, resalta el director de la Fayec. El 30% de los productos que se “venden” en este supermercado provienen del Banco de Alimentos de Madrid y el otro 50% directamente de la Fundación. “Además, hay también una parte de donaciones de empresas, aproximadamente un 20%”, interpreta Álvarez.